La dependencia digital de niños y jóvenes es una realidad, sin embargo, la notoria y excesiva utilización de dispositivos por adultos no es noticia. Una actitud, escondida tras la exigencia del trabajo o la información, que perjudica seriamente la salud y nos desautoriza.
El uso de las herramientas digitales está sobrepasando lo necesario y lo útil y por ello, las vacaciones podrían convertirse en el momento de experimentar una vida sin pantallas y compartir esta vivencia juntos, en familia, en un proceso de desintoxicación y reencuentro personal.
El objetivo sería analizar y limitar nuestro propio acceso a redes y pantallas, así como establecer normas de uso realistas en un entorno de descanso y diversión. Ante la inactividad o el aburrimiento, son la lectura, el deporte o el contacto con la naturaleza, las opciones más atractivas como oportunidad para compartir y conversar, en definitiva, evitar el aislamiento digital.
Si toda la vida se ha recomendado la lectura en el periodo estival, quizá no somos conscientes de la radical importancia actual. Especialmente, en los libros se disfruta de la riqueza del vocabulario, de una redacción estructurada, del desarrollo de una idea, es decir, la mejor receta para combatir la degradación lingüística en la que nos hallamos inmersos. Pensar y compartir el contenido de esta lectura resulta también fundamental para examinar el nivel de la expresión oral.
Merecen la pena aquellos textos no adaptados a una menor exigencia intelectual, que ejerciten, además de nuestra inteligencia, la atención, aspecto hoy gravemente alterado. Aprovechemos para crear entornos de menor distracción, desterrar la multitarea por unos días, disfrutar de la concentración en una sola acción y respetarnos mutuamente antes de interrumpir.
También, el funcionamiento de la memoria es víctima de nuestro estilo de vida digital, muy relacionado con la calidad del sueño, otro objetivo fundamental para las vacaciones. Nuestra salud mental depende de algunas acciones sencillas como retomar la actividad física, evitar el sedentarismo y mejorar la dieta, evitando el alcohol y el tabaco.
Estos días de verano son un tesoro para ponernos a punto con las recetas que han funcionado siempre.