Mientras Suiza se relajaba con una escapada al cine para ver ‘Barbie’, la selección española se ha ejercitado en Newton Park, en Wellington, en una mañana de caras largas y pocas ganas. Saltaron Mariona, Irene Guerrero, María Pérez, Athenea, Esther González, Claudia Zornoza, Misa, Cata Coll y Enith Salón al césped; el resto en el gimnasio, quemando y sudando una noche para olvidar. Mucho pase, poco remate y una frustración enorme porque hubo un 77 % de posesión y apenas un puñado de remates a puerta. Hay que repensar la estrategia y reflotar al grupo, al que se ha dado libre la tarde de hoy y la mañana de este miércoles.
Se entonó el mea culpa colectivo porque nadie estuvo a la altura en la derrota ante Japón. Sin ajustes en la defensa, demasiado lío sin conexión en el centro, atascadas y sin remates en la vanguardia. Y se mira, claro, al banquillo, desde donde también se aceptó la culpabilidad y desde donde vuelven a surgir los fantasmas que se escondieron en un armario envuelto en un 3-0 a Costa Rica y un 5-0 a Zambia.
No hubo coordinación en la defensa, inconexas Irene Paredes y Rocío Gálvez, demasiado nerviosismo en su debut; y sin respuesta física para cortar los pases milimétricos de las japonesas. Un ataque sin remate, con demasiadas piernas al borde del área, pero ninguna dentro. Unos 900 pases ‘de nada’ ante los 200 de todo de Japón; con un 23 % de posesión que es la cifra más baja con la que se ha conseguido una victoria en un Mundial femenino desde 2011.
Una réplica exacta de lo que sucedió en la Copa del Mundo de Qatar, cuando Japón desarboló a la selección masculina (2-1) con un 18 % de posesión, la cifra más baja desde 1966. No hubo reacción mental. Demasiado hundidas las jugadoras tras el primer gol, y más con el segundo, y pocas voces que animaran al personal. Bonmatí lo intentó, también Paredes, pero no surgieron más galones para impulsar al equipo y el hundimiento se propagó hasta el minuto 90.
Ahí, en el centro del terremoto, como el que sacudió Wellington unas horas antes de comenzar el partido ante Japón, está Jorge Vilda. «Es la peor derrota que hemos sufrido desde que soy entrenador», admitía el madrileño, desde 2015 en el cargo. La diana de todas las mirillas en cuanto la situación se complica por todo lo que ocurrió después de la Eurocopa, con 15 cartas enviadas a la Federación el pasado mes de septiembre en el que se exigía, si no directamente su cese, al menos un cambio radical en su forma de trabajar.
Hacia él, como representante del ente futbolístico, se giraron las críticas firmadas por Ainhoa Vicente, Patri Guijarro, Sandra Paños, Amaiur Sarriegui, Leila Ouahabi, Lucía García, Mapi León, Ona Batlle, Laia Alexandri, Claudia Pina, Aitana Bonmatí, Mariona Caldentey, Lola Gallardo, Nerea Eizaguirre y Andrea Pereira en las que se hablaba de «acontecimientos acaecidos en la selección española y la situación generada» que estarían afectando al «estado emocional» de las jugadoras. Por eso, solicitaban no ser seleccionables «hasta que esta situación no sea revertida».
Ni plan ni reacción
Una situación que se descontrolaba poco después, con unas filtraciones en las que las firmantes habrían presionado a las que, tras la renuncia, acudieron a la siguiente cita internacional de España para que apoyaran su moción. Vilda, no obstante, salió reforzado por la Federación y por los buenos resultados de esa selección B que se convirtió en A para este Mundial de Australia y Nueva Zelanda con la incorporación de Alexia, Jenni Hermoso y Paredes, que no firmaron pero apoyaban; y tres repescadas, Bonmatí, Batlle y Caldentey, que pasaron por las exigencias de enviar un mail de disculpa al organismo presidido por Luis Rubiales.
Pero este equipo A ha reabierto las heridas tras su derrota ante Japón porque las críticas vuelven a centrarse en lo que veladamente sugerían aquellas misivas de hace casi un año: no hubo acierto en el plan propio ni reacción ante el contrario. «Nos ha sorprendido su planteamiento», señalaron tanto Paredes como Bonmatí. Porque el primero que se esperaba otra cosa era Vilda: «Me ha sorprendido que no hicieran presión», «Intentemos la reacción con extremos más abiertos para los centros, pero las japonesas han cerrado muy bien los espacios. La intención que teníamos con los cambios no ha llegado».
La dolorosa derrota ante Japón, sin embargo, ha ‘allanado’ el camino de una España que evita a dos de las favoritas en la travesía hacia la final. La selección no coincidirá con Noruega en octavos ni con Estados Unidos en un hipotético cruce de cuartos porque las norteamericanas ha empatado este martes ante Portugal y pasaron como segundas de grupo.
España jugará su cruce de octavos de final el próximo sábado ante Suiza. Un partido en el que, en teoría, todo volverá a ser la balsa que se dibujaba tras la preparación mundialista y los dos primeros partidos de la fase de grupos. Pero también es verdad que va a costar volver a ilusionar al personal y que Jorge Vilda se vuelve a poner en el alambre de confianza de la afición y en la tesitura que aquellas 15 cartas ponían sobre la mesa. Suiza, puerta grande o enfermería.