El mexicano Calita, que saldó la tarde de su confirmación de alternativa con dos vueltas al ruedo, fue el único soplo de aire de fresco de una tarde, la de ayer en Las Ventas, insufrible por calurosa y también por el escaso juego de los toros de Román Sorando, a los que le faltaron, sobre todo, fondo, según informa Javier López.
Calita dejó muy buen sabor de boca ante el serio y bien hecho toro de su confirmación de alternativa, un animal con fijeza en el capote, prontitud a la hora de acudir al caballo, y muy noble y facilón en la muleta, pese a ir siempre con la cara sueltecita al faltarle un punto más raza para entregarse y romper de verdad.
Pero así y todo aguantó toda la lidia que le planteó el mexicano, que siempre trató de engancharlo por delante y alargarle los viajes por el derecho, en una labor en la que hubo varios muletazos de buen corte sobre todo al final, los que sacó de uno en uno con el animal ya más apagado. Refrendó su entonada actuación de una buena estocada haciendo la suerte muy despacio, y dio la vuelta al ruedo tras no atender el palco la petición de oreja que hubo.
El cuarto no tuvo nada que ver; su absoluta falta de raza hacía que le costara un mundo perseguir los engaños, muy frenado siempre y quedándose muy corto. Pero Calita, con un gran compromiso toda la tarde, y muy firme también, lo exprimió a base de una labor de gran sinceridad, muy asentado, en el sitio y con una actitud encomiable para sacarle con sacacorchos muletazos de tremendo mérito. Notable paso por Madrid del de Naucalpan, al que la presidencia volvió a negarle el trofeo, y dio otra vuelta al ruedo.
Galdós no pasó de discreto con un segundo descastado y sin fondo, al que el peruano planteó batalla muy en corto y con demasiadas brusquedades en los cites, lo que hizo que el animal ‘descarrillara’ ya en la arrancada, incapaz después de repetir los viajes y, por ende, pegarle dos muletazos seguidos. Mal con la espada, y sus faena su silenciada. Tampoco hubo comunión con el insulso y desabrido quinto, con el que Galdós anduvo muy incómodo en lo que fue un esfuerzo nada más que aparente. Además, volvió a manejar con desacierto la tizona.
A pies juntos saludó David de Miranda al desrazado y apagado tercero, un animal que echó la persiana prácticamente en las probaturas, tirando por la borda toda posibilidad de lucimiento del joven onubense por mucho que insistió antes de tener que marcharse definitivamente a por la espada. Con dos pendulazos en los medios inició la faena Miranda al sexto, el otro toro de la corrida con ciertas opciones aunque duró poco. De Miranda no se acopló después con él en las primeras tandas del toreo fundamental por el derecho, propiciando que la labor fuera diluyéndose poco a poco. Lo que no se explica es la petición de oreja; las cosas de este Madrid moderno y desnortado, como tampoco tuvo sentido la vuelta al ruedo que se acabó marcando el torero por su cuenta y riesgo.
Sorando/Calita, Galdós, De Miranda
Toros de Román Sorando, cinqueños los seis, serios y asatifinos, y, salvo el noble y manejable primero y el sexto, aunque duró poco, en general de escaso juego por su falta de raza y fondo.
Calita, que confirmaba alternativa: estocada (vuelta al ruedo tras petición); estocada (vuelta al ruedo tras petición).
Joaquín Galdós: cuatro pinchazos y estocada desprendida (silencio tras aviso); pinchazo y descabello (silencio).
David de Miranda: pinchazo y estocada caída (silencio); estocada caída (vuelta al ruedo por su cuenta tras petición).
Plaza de Las Ventas. 9 de julio. La plaza registró menos de un cuarto de entrada, (6.008 espectadores, según la empresa), en tarde muy calurosa.
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