¡Siete orejas! ¡Qué barbaridad! Cualquiera que no haya visto la corrida puede pensar con buen criterio que ha sido un espectáculo taurino de categoría excelsa en el que se han encontrado seis toros codiciosos y de encastada nobleza con tres toreros heroicos y artistas en plenitud.
Hombre, pues no. Ya se sabe que cuando a algún taurino le piden que defina a Pamplona, la respuesta siempre es la misma: esta plaza es especial.
Pues, eso. Lo de esta tarde ha sido especial: seis toros de Fuente Ymbro sin un ápice de fortaleza, y prueba de ello es que ningún de los seis fue picado ni siquiera moderadamente. La suerte del primer tercio fue simbólica, cuando no una triste caricatura. Y los seis, en mayor o menor medida —mejores los lidiados en cuarto y sexto lugares— derrocharon sosería, falta de casta y bondad perruna. El toro moderno, ni más ni menos.
Y la terna, experimentada en el oficio y avezada en este tipo de oponentes, anduvo por allí con extrema facilidad, como en un tentadero, y los tres dieron pases, muchos pases, insulsos la gran mayoría, pero se justificaron sobradamente, que es de lo que se trata. Además, Perera y Marín ofrecieron un menú al gusto pamplonica: pases cambiados de rodillas y bernadinas en el caso del primero, en un toro, y de rodillas por alto y arrimón en el otro; y también muletazos y molinetes de rodillas y bernadinas a cargo de Marín. Ambos muletearon con eficacia y frialdad a sus respectivos lotes mientras unos cantaban, otros comían y el resto miraba con semblante cenizo. Y no es que estuvieran mal, no; es que estos toros modernos no dicen nada, acuden a los engaños sin ganas, y la obra resultante carece de lo fundamental, la emoción.
Daniel Luque se mostró más comedido y se ciñó el guion sin concesiones a la galería; tuvo de lo malo, lo peor. Correcto con el vulgar que hizo segundo y técnico y fácil con el muy soso quinto. Y ni él mismo se esperaba que el presidente mostrara el pañuelo.
Por cierto, tampoco hubo toreo de capa; bueno, Luque y Marín esbozaron chicuelinas anodinas, y los tres se esforzaron con escaso éxito en el toreo a la verónica. Nada para el recuerdo.
Pero la verdad es que los tres acertaron casi de pleno en el manejo de la espada. Seis estocadas, Desprendida la primera de Perera y estoconazo la del cuarto; fulminante Luque en el segundo y muy eficaz la del quinto; estocada algo caída de Marín al tercero y muy buena la del sexto.
Y ya se sabe que la muerte rápida se premia en esta plaza con trofeos suceda lo que suceda con la muleta en las manos. Otra cosa es el presidente. Para empezar, es un concejal al que se le supone que cuenta con escasa formación taurina, y, para una vez que preside al año, no se va a enfrentar a los tendidos.
En fin, una mala corrida de Fuente Ymbro, modernos y cansinos toreros, buenos estoqueadores y un palco presidencial de opereta.
¡Qué barbaridad…!
Fuente Ymbro / Perera, Luque, Marín
Toros de Fuente Ymbro, bien presentados, serios y astifinos; ninguno fue picado, blandos, nobles, muy sosos y descastados.
Miguel Ángel Perera: estocada desprendida (oreja); gran estocada (dos orejas).
Daniel Luque: estocada fulminante (ovación); estocada (oreja).
Ginés Marín: gran estocada (oreja); estocada (dos orejas).
Plaza de Pamplona. 10 de julio. Cuarta corrida de San Fermín. Lleno.
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