Podría parecer que Jeanette, la mítica intérprete del himno Soy rebelde, estaba plácidamente retirada de la vida pública, más allá de sus galas de verano y sus giras latinoamericanas. Hasta el pasado febrero, cuando saltó de nuevo a la palestra para protestar públicamente por no haber sido ella la convocada a cantar otro de sus himnos, Por qué te vas, la inolvidable canción de la película Cría cuervos, en la ceremonia de los Goya, con su director, Carlos Saura, de cuerpo presente. Viuda desde hace un año de su marido de toda la vida, Laszlo Kristof, Jeanette acude a la Redacción de EL PAÍS a la hora más tórrida de un día calurosísimo. Menuda, fibrosa, melena al aire, sin rastro de química ni cirugía en su rostro de 71 años, se muestra arrolladora y locuacísima contando su vida arrastrando su celebérrimo acentazo yanqui. Ese día acababa de fallecer la cantante británica Jane Birkin, a los 76 años, y, no sé por qué, encuentro un aire común entre ambas. Se lo digo y, lejos de disgustarle las comparaciones, confiesa que ella piensa lo mismo.
¿Conoció a la Birkin?
Coincidí una vez con ella en París. La admiraba mucho y, sí, siempre he pensado que tenemos mucho en común. Las dos nos llamamos Jane: mi Jeanette es un diminutivo. Las dos somos británicas que nos instalamos y triunfamos en otro país. Las dos empezamos muy jóvenes y tenemos una voz parecida. Y las dos fuimos singulares. Porque creo que, si yo pegué tan fuerte en la España de los setenta, fue porque era distinta a todo lo que se hacía entonces.
Estrenó ‘Soy Rebelde’ a los 20, con Franco todavía vivo. Ahora tiene 71. ¿Los años la han templado o la han echado al monte?
Dicen que la rebeldía es inherente a la juventud, pero yo, a los 70, por fin soy de verdad rebelde. A los 20 era una niña, aunque ya me había casado y tenido a mi hija. La rebeldía a mi edad es no callarte, defenderte, opinar. No tratar de parecer una niña de 25 ni una mujer de 40, por ejemplo, que sería ridículo. Antes solo escuchaba. Ahora, opino sin cortarme.
¿Qué cosas le rebelan ahora?
Muchas. No he podido votar aquí, por ejemplo. Solo en las municipales. Tampoco puedo en Reino Unido, porque llevo demasiado tiempo fuera. Tengo pasaporte inglés, tengo acento americano porque me crié en Estados Unidos y vivo en España hace más de medio siglo. Mi familia vive fuera. Así que yo soy un poco apátrida. Los españoles se enfadan conmigo porque sigo con este acentazo de guiri, pero ya quisieran muchos hablar inglés como hablo yo español. Siempre he sido un poco la oveja negra sin rebaño.
¿De dónde se siente?
Es difícil responder. Adoro Estados Unidos, pero quiero mucho a este país. El año pasado, cuando murió mi marido, mis hermanos quisieron que me fuera a EE UU con ellos. Pero elegí quedarme aquí sola. En España se vive muy bien.
¿Cómo lleva la soledad?
¿Te digo la verdad? Me casé y fui madre con 18 años, Laszlo ha sido mi única pareja en la vida. Pero los últimos años fueron un sufrimiento brutal y espantoso para él y para mí. Al final, yo rezaba para que falleciera porque ambos sabíamos que no se iba a recuperar. Él quería morir. Dejó de comer y beber. Los últimos cuatro años, aparte de cuidarle, me dediqué a prepararme para ser viuda.
¿Cómo se hace eso?
Sabiendo lo que iba a pasar. Aprendí a hacer las cosas que hacía él: bancos, Hacienda, médicos. Y luego me preparé mentalmente. Fui aprendiendo a vivir sola antes de estarlo. Me hice de hierro.
¿Se hizo o ya lo era?
En el fondo, siempre he sido muy fuerte, nada que ver con esa imagen de fragilidad que dicen que doy. Me dije: voy a vivir. Y eso hago ahora: vivo. Y estoy bien. Claro que echo de menos a mi pareja, pero añoro a la persona que era cuando estaba bien. No hay nada peor que tener a un marido enfermo en casa debiendo trabajar. Y yo tenía que trabajar porque el dinero no cae del cielo.
¿Y quién la cuidaba a usted?
Nadie. Mi hija tiene su vida. Mi médico decía que no sabía de dónde sacaba la fortaleza y yo le contestaba que de mí misma. Por eso digo, antes yo era calladita, ahora, no. Ahí también está mi rebeldía.
¿La cantante de ‘Por qué te vas’ y ‘Soy rebelde’ no vive de rentas?
Para nada, de eso viven los autores de las canciones: los maravillosos José Luis Perales y Manuel Alejandro. Yo, como intérprete, cobro un dinerillo por los royalties de reproducción. Vivo bien, no me puedo quejar, en un apartamento correcto y con desahogo. Pero es que, además, no quiero jubilarme. Tengo la voz perfecta, físicamente aún puedo saltar y bailar y me sigue poniendo el aplauso del público.
¿Se siente poco reconocida?
Creo que se me tenía que reconocer un poquito más. Fui una de las pocas mujeres cantando en español que fue número 1 en toda Europa antes de muchos y muchas de ahora. Por eso me indigné tantísimo cuando vi a esa chica, Natalia Lafourcade, cantando Por qué te vas en los Goya, cuando yo sé que Saura adoraba esa canción cantada por mí. Lo puse en Facebook, y hubo quien se me echó encima. Luego, hasta la pobre chica reconoció que la llamaron, pero que tenía que haberla cantado yo. No la culpo. Al día siguiente, fui al funeral de Saura y Lali, su mujer, me pidió que cantara la canción ante el féretro.
¿Cree que la llamaron a ella y no a usted por ‘edadismo’?
És posible. Aquí, a los 40 o 50 años, desapareces de la escena. Eso es una cosa que solo pasa en España. Volvemos a Francia y a la Birkin. Allí, sus mitos son sagrados. Johnny Halliday es Dios. Charles Aznavour cantó hasta los 98 años. Aquí, salvo Raphael, casi todos los artistas mayores se han retirado, los han retirado o se han muerto. Yo estoy muy viva. Y sigo teniendo mi público. En Colombia, voy y me siento Madonna.
No vamos mal de ego.
Tengo mucho ego y soy muy vehemente para todo: un vecino mío con el que coincido en la piscina bromea conmigo diciéndome que no sea tan soberbia, y puede que tenga parte de razón, pero en el fondo soy muy buena. Lo que no tengo es falsa modestia. Por ahí no paso. La mejor versión de Por qué te vas es la mía, y eso que la ha cantado hasta Carla Bruni. Lo dice hasta su autor, José Luis Perales, que me pedía perdón cada vez que él la cantaba en público.
A cambio, sus canciones suenan en bodas y karaokes y se las saben de memoria varias generaciones. ¿No le compensa ese cariño de la gente?
No me quejo. Tengo la suerte de que les gusto a los indies y me siguen llamando para festivales. Siempre he sido moderna. A los 20 y a los 70. Y eso se nota.
JEANETTE NO SE VA
Jeanette Dimech, (Londres, 71 años) quería ser piloto en un país y una época donde a las mujeres aún no se las dejaba volar alto. Nacida en Reino Unido, emigró con sus padres a los dos años a Los Ángeles, para acabar, después del divorcio de ambos, recalando de adolescente en Barcelona con su madre. Allí, como cantante del grupo juvenil Picnic, compuso la canción Calla, niña, que llegó a número 1 en la pacata España de 1968. Fue, sin embargo, con su interpretación de Soy rebelde, del compositor Manuel Alejandro, con la que enamoró a un público rendido ante su inocencia y sus anhelos de libertad en pleno franquismo. Con el éxito nacional e internacional, su idea de ser piloto se quedó aparcada, aunque hoy confiesa que “alguna vez” ha cogido los mandos de un avión en algún vuelo. Parafraseando otro de sus grandes éxitos, el Por qué te vas, de José Luis Perales, tema central de la película Cría cuervos, de Carlos Saura, Jeanette no se va. Dice que el aplauso del público le sigue “poniendo mucho”. El 19 de agosto actúa en el festival de El Escorial y tiene pendiente el estreno de un documental sobre su figura y su influencia en la Transición dirigido por la periodista Paloma Concejero.
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