Marjane Satrapi regresa. Después de años lejos de los cómics, un arte en el que alcanzó la cúspide y recogió los aplausos masivos del público y la crítica, la autora de Persépolis vuelve a los dibujos y a las historietas. O algo parecido.
“Había algo importante que decir”, explicó este martes Satrapi (Racht, Irán, 54 años) en el salón de su domicilio en París. “Y el dibujo es la primera expresión del ser humano, anterior a la escritura”. Lo que la dibujante y cineasta quería contar era la muerte en Irán, el 16 de septiembre de 2022, de Mahsa Amini, la mujer de 22 años detenida por la policía de la moral por no llevar bien el velo obligatorio en este país para las mujeres. Quería contar esto y lo que vino después: una ola de protestas y una represión brutal.
“Mahsa Amini será para siempre el símbolo de la lucha por la libertad. Murió por llevar mal el velo”, dice. Y resume: “En Irán se vive la primera revolución feminista del mundo”. Lo que entonces hizo Satrapi, a iniciativa de la fallecida editora francesa Sophie de Sivry, fue congregar a tres especialistas (el politólogo Farid Vahid y el historiador Abbas Milani, ambos iraníes, y el veterano reportero francés Jean-Pierre Perrin) y un dream team de 17 autores de cómic (entre ellos varios iraníes y los españoles Patricia Bolaños y Paco Roca). El resultado es Mujer Vida Libertad, el lema de la revolución y el título del libro que publica Reservoir Books en castellano y Editorial Finestres en catalán.
“Hacer manis y firmar manifiestos es genial, pero tiene poco recorrido”, explica. “Un libro queda”. En otro momento de la conversación, afirma: “Hay que ser humilde sobre la influencia de un libro, una canción o una película. Vendí millones con Persépolis y no sé cuántos centenares de conferencias di. ¿Cambié algo? Qué sé yo. ¿Desperté la curiosidad de la gente? Sí. Contribuí un poquito. Solo un poquito, aunque solo así se cambia el mundo”.
De las entrevistas con Marjane Satrapi se sale siempre con la misma sensación: el personaje que sale en sus cómics es exactamente ella. El torbellino de ideas, la claridad en sus principios, también un carácter férreo. Nada más entrar en su apartamento, y al ver que el redactor va acompañado de un fotógrafo, avisa de que se niega a ser fotografiada. “No es para hacerme la interesante”, justifica, “pero cada vez que alguien me hace una foto, me siento un poco como los africanos del siglo XIX, tengo la impresión de que me roban el alma. Ni a mis amigos les dejo hacer fotos de mí, y lo saben. Y si lo hacen les quito el teléfono y la borro”. Ahí queda.
Hace tres años, en la anterior entrevista en su taller parisiense —entonces, con fotos— decía: “Ya no tengo ganas de hacer cómics, y si no te apetece hacer algo, mejor no hacerlo”. “En realidad ahora no he hecho ningún cómic”, precisa la autora. “He hecho una doble página de ilustración y la portada. Ya está”.
No es poco. En todas las páginas de Mujer Vida Libertad, que es mucho más que un libro reivindicativo o un cómic de no ficción, se siente la fuerza de esta artista indomable, que llegó a Francia para estudiar y creó un clásico del cómic. En la portada del nuevo libro se ve un grupo de rostros, mujeres con el cabello al aire como si fuese una hoguera. Y hombres junto a ellas. “Una diferencia grande es que esta vez el movimiento Mujer Vida Libertad lo apoyan los hombres, porque los derechos de la mujer son los derechos de la sociedad”.
En las páginas interiores, Satrapi ilustra el capítulo Temidos y odiados, sobre los Guardianes de la Revolución Islámica. “No se llaman los Guardianes de Irán”, observa. Y añade: “Este régimen no ama Irán. No se visten como los iraníes ni hablan como los iraníes. Irán, a ellos, se la suda.”
Ella insiste que en Irán una minoría tiene secuestrada desde hace casi medio siglo a una mayoría. Que el país ha avanzado y se han modernizado mientras el régimen permanecía detenido en el tiempo o retrocedía. Que las mujeres, protagonistas de la revuelta, se educaban y luchaban por conquistar libertades básicas ante unos sacerdotes y burócratas misóginos y corruptos. “Son una minoría y no representan ni el 15%, y entre ellos están los locos de la religión, pero también una gran parte de personas con intereses económicos”, dice Satrapi. “Y esta gente, ¿tiene interés para que haya cambios? Y, si marchasen, ¿adónde? Podrían ir a China, Venezuela, Rusia… Se aferran con violencia al poder y así funciona”.
Como en Persépolis, el velo es casi un protagonista en Mujer Vida Libertad: “En marzo de 1979 [año de la revolución], las mujeres ya estaban en la calle para decir: ‘No queremos llevar velo’. Pero no había muchos hombres entonces. La izquierda revolucionaria decía: ‘El velo no es nuestro problema porque estamos ante un problema de clases sociales’”. Pero ella tiene claro: “El velo es un símbolo de sumisión de la mujer. Significa decir: ‘Soy un objeto sexual, debo cubrirme porque, si no, el hombre tendrá una erección’. Y empieza a los seis años, porque a esa edad ya puede excitar a un hombre. Ya ve la perversidad de la cosa…”. Para Satrapi, “quitarse el velo es importante”. Pero lamenta: “No nos apoya ni la izquierda ni las feministas en Occidente, porque se les ha metido en la cabeza que islamismo y musulmanes era lo mismo: si ataca el islamismo ataca a los musulmanes”.
No está contenta, la directora de películas como Radioactiva, con una parte del feminismo. “Yo soy una feminista factual, no castradora”, dice. “Siempre me he negado a ir a festivales de literatura o de cine de mujeres”. “Tanto los filmes como los libros”, añade, señalándose la cabeza, “los hago con esta parte de mi cuerpo. Mis tetas y mi sexo no tiene nada que ver con esto. Si se me aprecia quiero que sea como cineasta, no como hombre, mujer, hermafrodita. Si hay festivales de hombres y mujeres, hagámoslos de negros y blancos. O de bajitos y altos, porque, se lo aseguro, si mides un metro y 10 o un metro y 50, no tendrás la misma visión del mundo. ¡Son guetos! Este feminismo no me interesa nada”.
En el capítulo final de Mujer Vida Libertad, Satrapi conversa con los coautores Vahd, Perrin y Milani. Ilustra y narra la escena Joann Sfar. En un momento dado, Satrapi dice sobre las actuales protestas: “Es como una avalancha. La bola de nieve es demasiado grande. No se puede parar”. Después vaticina que el régimen caerá: “Han celebrado sus 45 años, no llegarán a los 50″. “Cuando digo que el régimen está muerto”, aclara en la conversación con EL PAÍS, ”no es porque tenga una fantasía o tome mis deseos por la realidad, ni porque yo sea optimista, porque, ¿cómo vamos a ser optimistas si todos moriremos? Pero si se ve la revolución cultural que ya ha tenido lugar, esta juventud que aspira a la libertad, este pueblo que siempre ha sido el más prodemocrático y prooccidental de la región, el lugar de las mujeres y la consideración que las mujeres tienen por los hombres. Lo pone todo junto y se concluye que el régimen no aguanta”.
Los acontecimientos del último año y lo que puede venir han alterado sus expectativas: hasta la muerte de Mahsa Alimi a manos del régimen, y después de 23 años sin poner el pie en Irán, ella dudaba de que volviese. Había hecho un testamento diciendo que la enterrasen ahí. Todo ha cambiado: “Ahora sé que volveré”. Viva.
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