No han sido unas Fallas para dar saltos de alegría; tampoco para echarse a llorar ante el muro de las lamentaciones. Pero sí que deben servir para el futuro, para que la empresa saque conclusiones.
Empecemos por el principal ingrediente: el toro. A la vista de lo que ha salido por toriles, se debería tener claro qué tipo de astado exige esta plaza. De lo lidiado, fue impresentable la corrida de Victoriano del Río, una verdadera afrenta no solo para esta afición, sino también para el toreo en general. Igualmente, los toros del Puerto de San Lorenzo, que tampoco llegaban a los mínimos. Sin embargo, los cinco toros de Juan Pedro Domecq que han saltado, dos el día 15, y los tres del día 18, sin ser ninguna cosa del otro mundo, se aceptaron con absoluta normalidad. Y para entender lo que esta plaza exige y necesita, ahí están las corridas de Jandilla y Montalvo, que cumplían con los requisitos necesarios. Valencia no mira de reojo el toro de otras plazas, lo que mira y exige es el toro de presencia de plaza de primera. Que tenga seriedad, que imponga respeto, pero no hace falta el “diplodocus” para que la gente se entregue. Lo que es inaceptable es tragar con toros de la presencia de los de Victoriano del Río, varios protestados de salida por su insignificancia. Es la primera pista constatable en la que deberían fijarse los empresarios. No es tan complicado, desde luego.
Valencia no mira de reojo el toro de otras plazas, lo que exige es el toro de presencia de plaza de primera
Por cierto, para que se despejen dudas y que nadie piense que aquí hay una persecución caprichosa sobre la ganadería de Juan Pedro Domecq, quede constancia del gran toro que lidió en primer lugar el día 18, que, además, tuvo una presencia digna.
Otra pista que deja el ciclo fallero es el de la asistencia de público en los tendidos. Aquí no hay duda de que Roca Rey, además de justificar su doble actuación, es el torero más taquillero del momento y sobre el que debe girar un abono como este. Su doble actuación estaba comprendida antes, durante y después del abono. Las dos tardes que actuó llenó la plaza. Su nombre es requisito indispensable. Que tomen nota para la Feria de Julio, por ejemplo.
Y a tenor del resultado, tampoco han engañado otros pronósticos previos. Ahí está el ejemplo de Cayetano, discutida su presencia y, visto lo visto, desde luego que le ha quitado el puesto a algún espada que se ha quedado fuera injustamente. Al contrario de los jóvenes toreros que los hay, al menos en teoría, para refrescar el escalafón. Solo entró en la Feria Borja Jiménez que, al margen de cualidades artísticas, dejó patente su actitud para luchar por el relevo generacional del escalafón, tan necesitado de ello. A la vista de la actitud de algunos veteranos, que poco ya van a aportar, se deja otra pista para no obviar a esos toreros que denominan “emergentes”, pero a los que marginan como ha sucedido en este abono.
¿Éxito de público? Desde luego que en este sentido las previsiones se han cumplido, más o menos. Los dos llenos por Roca Rey estaban cantados. Se recelaba de la respuesta de la taquilla el 18 y el 19, pero al final la plaza registró unas entradas con arreglo a la oferta. Incluso, a lo mejor, más público de lo esperado.
Un acierto pasar el festejo de rejoneo a otra mañana que no sea la del día de San José. El 19 de marzo es jornada fallera muy intensa, con celebraciones familiares y demás. En los últimos años, el festejo de rejoneo había experimentado un notable bajón de asistencia, pero en esta ocasión la prueba de dejarlo para otro día ha dado resultado positivo. Pero se debe pedir más.
Donde sí hubo pinchazo fue en la corrida del día 15, bajo la fórmula de un rejoneador, Pablo Hermoso de Mendoza, un matador, Morante de la Puebla, y un novillero, Nek Romero. Todos fuera de su ubicación natural. La composición de este cartel no fue entendida antes, ni después. La asistencia de público se puede considerar como medio fracaso. Que sirva de lección.
Pablo Aguado se conformó con detalles, y Juan Ortega se centró en el capote y se perdió en actuaciones incoloras
De igual manera que la novillada sin picadores con alumnos de las distintas escuelas pide a gritos otra reflexión. Hay festejos a lo largo de este serial que convertirlos en una matinal sería más agradecido.
En materia artística el abono deja otras reflexiones o preguntas en el aire. Algunas muy preocupantes. A saber: Pablo Aguado se conforma con detalles; Juan Ortega se centra solo en el capote para perderse después en actuaciones incoloras; Manzanares, Talavante, Castella y Emilio de Justo pasaron sin hacer ruido. El Fandi no engaña, es lo que es y así se muestra, aunque tampoco aporte mucho después de tantos años. Morante, como ausente, dejó un racimo de verónicas. Ureña, aunque tardó en reaccionar ante sus toros, presentó los mejores momentos de calidad toreando al natural. ¿Y Román? Pues salvó el compromiso, y la cosa pareció acabar en tablas.
Punto y aparte los novilleros: Peñaranda y Navalón son dos esperanzas reales. Jarocho y Zulueta, como el local Niño de las Monjas, dejaron escapar un lote de Fuente Ymbro de gran juego. El también valenciano Alberto Donaire acusó el pase al escalafón superior. Y Nek Romero, cumplió aunque fuera de su habitat natural. Otro dato a tener en cuenta para el futuro.
Muchas pistas ha dejado esta Feria de Fallas de cara al futuro de esta plaza. ¿Se habrá dado cuenta la empresa?
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