Marta Etura (46 años) aparece en el café de Lavapiés donde tendrá lugar la entrevista con un gesto amable y risueño. Desde que fue madre, la ganadora de un Goya, también nominada en otras tres ocasiones, vive en su ciudad natal, San Sebastián, pero vuelve siempre que puede a Madrid, la ciudad a la que llegó a los 17 años para estudiar interpretación en la escuela de Cristina Rota. Ahora la excusa es la promoción de Las largas sombras (Disney+), un thriller psicológico coral dirigido por Clara Roquet: “Ella ha sido magia. Nos hemos entendido muy bien. Creó un espacio de trabajo antes del rodaje, muy especial y que pocas veces se da, en el que ella estaba totalmente abierta a propuestas”
Pregunta. ¿Ha estado al tanto del debate que ha habido recientemente sobre si los actores pueden tocar los guiones?
Respuesta. Yo respeto infinitamente a los guionistas, que para mí son el germen de todo, sin ellos no seríamos nada. Pero, como en todo, no puedes generalizar. A veces los personajes chirrían, pero ¿qué le vas a cambiar a un Shakespeare? Pues nada, porque está tan magníficamente escrito y los personajes tan bien dibujados, que no cambias nada.
P. Pero a lo mejor Shakespeare es majo y escucha igualmente…
R. Yo creo que eso fue lo precioso de este proceso y el regalo de Clara: es una mujer superinteligente, con una sensibilidad muy especial y una capacidad de escucha que pocas veces te encuentras en la vida. Una de las cosas que más me apasiona de este trabajo es eso, el trabajo en equipo, porque me parece que nos nutre a todos.
P. ¿Está más cómoda cuando los proyectos son corales?
R. Yo estoy cómoda cuando hay una buena historia, un buen director y buen equipo, porque, insisto, es un trabajo de equipo y es fundamental que vaya en una misma dirección. El director es como un capitán de barco, el que le dice a su tripulación: este es el rumbo, esto es lo que estamos contando. Esto fue una de las cosas que más me atrajo de este proyecto, que el thriller era un pretexto, una excusa, para adentrarnos en los personajes y hablar de las conductas de los seres humanos.
P. La serie habla de un grupo de mujeres que pasan de jóvenes por un trauma juntas que las unirá de por vida. ¿Es capaz de pensar en un suceso que le haya marcado así?
R. Bueno, sin ser algo específico, las mujeres tenemos un pasado en el que pertenecíamos a los hombres, era así. O sea, mi abuela no podía tener una cuenta corriente, ni viajar sin la firma de mi abuelo. Las mujeres no tenían independencia económica y, por lo tanto, no teníamos ningún tipo de libertad. Más que un suceso concreto, es nuestro pasado más reciente. Pero tampoco quiero esta cosa que está sucediendo ahora de llevarlo todo términos de género ni a polarizar. La serie está protagonizada por mujeres, pero eso significa que sea para mujeres. Llevamos toda la vida viendo cine protagonizado por hombres y jamás hemos pensado que fuese para hombres.
P. ¿Pero le molesta la etiqueta feminista?
R. No, yo soy feminista. ¿Cómo no voy a serlo? Defiendo la igualdad entre hombres y mujeres, porque además, lo he dicho siempre, el machismo no solo perjudica a las mujeres.
P. Esta historia está basada en una novela, pero si tuviese que representar una historia real sin el consentimiento de sus protagonistas, ¿lo haría? ¿qué opina del true crime?
R. Yo soy actriz. A mí me gusta trabajar en la ficción y a través de la ficción. Creo, además, que el arte en general y el cine en concreto, son herramientas magníficas para poder movilizar emociones, sentimientos y generar reflexión y diálogo. De hecho, en el proceso de ensayos, contamos con dos psicólogos que nos ayudaron mucho, porque ellos saben cuál es el comportamiento de un ser humano en determinadas circunstancias o con determinados traumas.
P. En la serie se habla mucho de las heridas de la infancia y de cómo determinan el resto de la vida de las personas, ¿le preocupan cuando piensa en su hija?
R. Por supuesto, pero es imposible que no haya heridas. Es imposible, porque ningún ser humano es perfecto. Yo estoy tratando de no cometer los errores que creo que se cometieron conmigo, pero cometeré otros.
P. ¿Le ha pasado el clásico de entender mejor a su madre siéndolo usted?
R. Yo a mi hija la tuve con 39 años, casi con 40, una fase de la vida que es un despertar también. La famosa crisis de los 40 no tiene que ver con el hecho de estar viejo o joven, sino de mirar atrás y comprender muchas cosas.
P. ¿Recuerda alguna revelación concreta?
R. Bueno, pues en mi familia, como somos muy del norte, no era muy normal dar muestras de afecto. Yo he echado mucho en falta el afecto en ese sentido: la piel, el abrazo, el beso, el te quiero. Y yo eso he intentado cambiarlo con mi hija, tanto que a veces la agobio [risas]. Creo que las protagonistas de la serie no tuvieron un entorno afectivo donde fueron escuchadas. Y eso hizo que taparan, taparan, taparan. Pero en la vida, tú puedes tapar algo, y al final ella te lo acaba poniendo delante.
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