Ahora sí. Nueve meses y cuatro días después de su última aparición en un gran escenario, tras una doble zancadilla que le impidió competir en Australia y también en Roland Garros, Paula Badosa corretea sobre el verde de la Pista 15 de Wimbledon y disfruta de lo lindo. Le falta rodaje, en algún que otro instante también algo de aire y no deja de tener el temor de que la espalda pueda avisarle en un momento u otro, aunque los ensayos que ha hecho para poder llegar hasta aquí (“una locura”) hayan sido positivos. Sonríe, abraza, firma autógrafos cuando el sol empieza ya a caer. Está más que feliz. Ha derrotado a la estadounidense Alison Riske por un doble 6-3, en 69 minutos, y escapa así del túnel en el que se había metido contra su voluntad en esta temporada traicionera.
Buena falta le hacía esta victoria, la primera en un gran escenario desde la que firmó el pasado 30 de agosto en Nueva York, frente a Lesia Tsurenko. Después, la mala suerte. Las lesiones. En enero, una rotura de casi cuatro centímetros en el muslo derecho la apartó a última hora del Open de Australia y luego, cuando había empezado a remontar el vuelo y se dirigía en progresión al Bois de Boulogne, sufrió un nuevo percance que le privó de competir en París. Poca broma: fractura por estrés en la vértebra L4. De ocho a 12 semanas de baja, aproximadamente. Esto es, sin opciones de ir a Wimbledon aunque ella, cabezona, se puso manos a la obra en cuanto recibió el diagnóstico.
“No sabes la de horas que he metido para poder estar aquí”, cuenta entre bastidores. “Pero aquí estoy, así que muy contenta. Ahora, vamos a ver…”, señalaba el día previo al estreno con Riske, resuelto con eficacia y buen hacer, tal vez más de la prevista incluso. Sin ritmo de competición –no disputaba un partido oficial desde el 17 de mayo–, la española despachó la siempre peligrosa primera ronda de Wimbledon con un 92% de productividad con los primeros servicios (cifra imponente), cuatro aciertos en las seis opciones de rotura que se procuró (instinto intacto) y 22 golpes ganadores, seña de identidad de su juego. Le espera ahora su amiga Marta Kostyuk.
“Llevo cinco días entrenando solo 40 minutos y venía aquí a intentar disfrutar un poco de la energía del torneo, para empezar otra vez a ponerme en forma e intentar sentirme competitiva otra vez, porque obviamente está siendo un año duro, con lesiones, así que decidí venir. Quizá era una locura. Sé que tengo unas semanas de recuperación y que estoy un poco en el límite, pero bueno, me he sentido bien tenísticamente. Me ha sorprendido el nivel después de estar cinco semanas en el sofá y haciendo rehabilitación”, responde a EL PAÍS; “es una lesión lenta, en la que haga lo que haga, parte de arriba o de abajo, me perjudica. Pero me han dicho que no hay mucho riesgo y, como soy una persona a la que le gusta ir un poco al límite, pues voy jugando al límite”.
“La prensa me afecta cero”
Más allá del mejor o peor trazado que pueda completar en esta incursión inglesa, para ella quedan atrás meses difíciles, puesto que una vez que empezaba a levantar la cabeza se llevó una gran decepción. Su juego repuntó en la gira de tierra batida, pero el trompazo que se dio contra el suelo durante el duelo romano contra Ons Jabeur, el 12 de mayo, la dejó fuera de combate. Pese a que Wimbledon quedó prácticamente descartado y apuntaba a la reaparición en la gira veraniega sobre cemento, recortó plazos y finalmente desembarcó en el grande británico, donde los octavos firmados en las dos últimas ediciones fijan su límite.
De 25 años e instalada en el 35º peldaño del ranking de la WTA, es la principal representante femenina española. En cualquier caso, su objetivo de estos días es reengancharse y subirse de nuevo al tren. Pero no lo hace sola. Ahí, a su lado, está el griego Stefanos Tsitsipas, su pareja actual. “Intento aprender de él. Al final es uno de los mejores del mundo y lo admiro, me inspira, así que compartir momentos con él me ayuda a crecer profesional y personalmente. Tiene cosas muy buenas que me aportan. Creo que jugar a su lado [en el dobles mixto del torneo] me va a sumar mucho. Quiero que gane todo, que cumpla sus sueños y si puedo estar a su lado para poder vivirlo, pues ayudarle y estar ahí”, señala, consciente de que su relación ha agitado las redes sociales por el perfil mediático de ambos.
“Lo de las expectativas y la prensa ahora me afecta cero, y hace un año me afectaba muchísimo”, precisa la de Begur, que el curso pasado llegó a ascender hasta el segundo escalón del listado de la WTA. “Con mucho trabajo de gente de mi entorno he aprendido a saber llevarlo. Cuando se hizo público, pensamos que lo mejor era normalizar una situación que al final es muy normal; somos dos personas de 25 años que se han enamorado, y eso pasa todos los días… Lo que ocurre es que al ser tenistas y deportistas de élite se hace todo un poco un poco más grande, pero queríamos normalizarlo y empezamos con la broma, y por eso creamos la cuenta de Instagram”.
KONTAVEIT Y RAONIC, MERITORIOS
A. C. | Londres
Progresó la catalana, pero no pudo hacerlo Sara Sorribes, desbordada por la número uno, Iga Swiatek (6-0 y 6-2), ni tampoco el castellonense Roberto Bautista (2-6, 7-6(7), 6-7(4), 6-4 y 7-5 favorable a Roman Safiullin). El día brindó también otra cómoda victoria de Novak Djokovic, que colecciona ya 350 en los Grand Slams tras el 6-3, 7-6(5) y 7-5 obtenido frente a Jordan Thompson, y dos intervenciones reseñables.
A sus 27 años, la estonia Anett Kontaveit disputa su último torneo antes de retirarse como consecuencia de un problema en la espalda y ganó: doble 6-4 a Lucrezia Stefanini. Igualmente lo hizo el canadiense Milos Raonic, quien no compite en un major desde enero de 2021. Finalista del torneo en 2016 y situado ahora como el 849º del mundo, venció a Dennis Novak por 6-7(5), 6-4, 7-6(5) y 6-1.
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