Para cuando ella nació, abril de 2007, el suizo Federer ya había ganado cuatro de sus ocho trofeos de Wimbledon. “Siempre admiré a Roger y siempre fue mi jugador favorito, aunque el año pasado Nadal ganó en Roland Garros y realmente me impresionó mucho, porque hizo lo mismo antes en Australia a pesar de haber estado lesionado mucho tiempo…”, afirma Mirra Andreeva, la niña prodigio que el tenis tenía escondida bajo la manga y que ahora brilla en Wimbledon, donde ya pisa los octavos de final después de haber batido este domingo a su compatriota Anastasia Potapova por 6-2 y 7-5. Con su melena rubia rizada y sus dos ojos claros, mirada inocente, la rusa se une a esa saga tan distinguida de las precoces.
“Para ser honesta, fuera de la pista todavía tengo 16 años, y a veces puedo parecer una niña. Me quejo mucho…”, dice entre risas. “Pero una vez que estoy jugando, me concentro solo en el tenis, en el juego, en el siguiente punto”, explica ante los periodistas, dispuestos a contar otra de esas irrupciones a temprana edad, propias de aquellas jugadoras que escapan a lo ordinario y que en unos casos prosperan, y en otros quedan reducidas a una sensación pasajera. Dos son los caminos: el de las Austin, Seles, Graf o Capriati, lo extraordinario, o el de aquellas otras (abundantes) que bien no terminaron de despegar o bien se consumieron entre el exceso de expectativas, devoradas por los entornos o la realidad. Poquísimas son las elegidas.
“Yo soy una adolescente normal, como cualquier otra chica de mi edad. Me gusta ver series en Netflix y voy al colegio; de hecho, aún me quedan un par de años de sufrimiento”, bromea. “Y cuando tengo tiempo libre, generalmente me gusta estar sola, conmigo mismo”, agrega la rusa, que a comienzos de año competía entre las júniors y luego, porque así lo eligió, protagonizó una sonora aparición en la arena de Madrid. Allí, en su primer torneo en la élite, alcanzó también los octavos y posteriormente progresó hasta la tercera ronda de Roland Garros, después de haber firmado otras tres victorias en la fase previa del grande francés.
Si no se hizo notar antes en el circuito de la WTA fue por la normativa, que determina (Age Elegibility Rule) que a su edad todavía debe seleccionar qué invitaciones acepta y cuáles no. Así que renunció al primer trimestre y escogió la tierra como plataforma de lanzamiento, aconsejada por su familia y su hermana Erika, también profesional, tres años mayor que ella. Si impresionó durante la primavera, vuelve a hacerlo de nuevo, sobre la hierba. “El primer día aquí me caí tres veces, y ahora estoy aquí…”, señala, sabiendo que chocará con la estadounidense Madison Keys en la siguiente ronda. “¿Cuántos Grand Slams ha ganado Djokovic? ¿22? Entonces yo quiero ganar 25″, concedía el mes pasado en París, haciendo gala de su ambición y sus ganas de seguir los pasos de las más grandes.
Sharapova y el 2004
Nacida y criada en Krasnoyarsk, no solo admira, sino que está enamorada del escocés Andy Murray. “¿Le has dicho ya hola en el vestuario?”, le plantean. “No, soy tímida…”, responde. “Pero después de que ganase un challenger le escribí por el móvil y me respondió”, prolonga con un suspiro platónico. El británico le inspira, como lo hacen la tunecina Ons Jabeur o el propio Nadal. Sin embargo, a la hora de elegir, descartó la academia del mallorquín y apostó por la de Patrick Mouratoglou en Cannes, donde se han moldeado talentos como Daniil Medvedev, entre otros. Asentada en el sur de Francia, esgrime que lo hizo por cercanía y hoy día despunta en Wimbledon. Apeó a Xiyu Wang y luego se benefició de la retirada de Krejcikova; abatida Potapova, ¿por qué no soñar?
Caracterizada por su solidez desde el fondo y la firmeza de su revés, nunca había jugado un partido sobre césped y enlaza ya seis victorias. En 2004, Maria Sharapova conquistó la Catedral con 17 años. No entiende el tenis de imposibles, pero no son pocos los prodigios que se han se han diluido entre la normalidad. La referencia más cercana es la de la inglesa Emma Raducanu, que en 2021 se coronó en el US Open con 18 años, convirtiéndose en la campeona más joven del torneo desde 2004. Todo eran flashes y destellos dorados, hasta que el tiempo demostró que hoy por hoy, la británica es un proyecto fallido de estrella que ha sucumbido a la insoportable presión de su país.
“Por supuesto, ella logró algo increíble, pero supongo que le impresionó hacer algo así tan pronto”, señala Andreeva, de 1,71, diestra y 102ª del mundo en estos momentos; “yo simplemente trato de no pensar en eso, porque ese tipo de pensamientos solo me perturbarían; trato de jugar cada partido y no en lo lejos que estoy llegando o contra quién estoy jugando. Solo intento jugar cada punto, no importa quién esté enfrente, no importa la ronda. Sencillamente, solo juego”.
A su corta edad, Andreeva es la cuarta mujer más joven de la Era Abierta (a partir de 1968) en alcanzar la cuarta ronda del major de Londres después de que lo consiguieran Jennifer Capriati (1991, 15 años), Kim Clijsters (1999, 16) y Coco Gauff (2019, 15). Únicamente la primera superó esa fase y ahora, la rusa aspira a igualarle. Para lograrlo tendrá que superar a Keys, a lomos de una secuencia de victorias consecutivas tras ganar Eastbourne la semana pasada. “El ambiente es genial en el vestuario, pero el año que viene espero estar un nivel por encima. Voy a darlo todo por ello”, resuelve la efervescente y Mirra Andreeva. ¿Realidad o solo un efímero resplandor?
DJOKOVIC, A FALTA DEL LAZO
A. C. | Londres
Al margen de la emergente Andreeva, este domingo progresaron Swiatek, Svitolina, Vondrousova y Pegula, mientras en el cuadro masculino avanzaron Sinner, Dimitrov, Safiullin y Rublev. Entretanto, el último choque del día no pudo resolverse por la regla de la hora. El serbio Novak Djokovic aceleró lo que pudo, pero tendrá que sellar hoy el lunes con el polaco Hubert Hurkacz, al que dominaba por 7-6(6) y 7-6(6), después de 1h 49m de confrontación.
Cuando se decidió el segundo parcial, hacia las 22.40 –veinte minutos antes del límite definitivo, las 23.00–, el juez Mohamed Lahyani ordenó la suspensión y este lunes se reanudará la acción. El vencedor se medirá con el ruso Andrey Rublev, que batió al kazajo Alexander Bublik por 7-5, 6-3, 6-7(6), 6-7(5) y 6-4, en 3h 20m. No se trata del primer paréntesis en esta edición, ya que en el caso del Tsitsipas-Murray se produjo el mismo escenario.
Por otra parte, esta tarde (hacia las 18.00, Movistar Deporte) Carlos Alcaraz se enfrentará al italiano Matteo Berrettini en busca de los cuartos de final.
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