Las primeras citas nunca son fáciles. Y la del Luna Rossa Prada, uno de los seis participantes en la Copa del América de vela de Barcelona en 2024, con el mar barcelonés no ha sido la mejor. Poco viento o demasiado oleaje. El equipo llegó la semana pasada para adaptarse a las condiciones de la zona de competición y la sensación es de prudencia. No parece grave: les ocurre prácticamente lo mismo al resto de equipos cuando llegan. El mar de Barcelona reta siempre a sus navegantes.
No es lo mismo navegar en Cagliari (Italia), donde el Luna Rossa tiene su base en un mar más calmado, que en la capital catalana. “En Barcelona el oleaje es más alto y frecuente, y dificulta la navegación con foils [las aletas inferiores que levantan el barco utilizando los principios físicos que las alas de un avión]”, apunta Checco Bruni, uno de los timoneles del equipo que afronta su séptima participación en la Copa del América. Hace pocos días el timón salió del agua durante una práctica y el barco volcó.
El constante oleaje, explican los expertos, aumenta el riesgo de que los foils queden fuera del agua y que el barco pierda estabilidad. Sin punto de apoyo ni el propio empuje del foil, la parte frontal de la embarcación puede impactar contra el mar. La situación se enreda más cuando el viento no va en la misma dirección que las corrientes marinas, como ocurre a veces en el litoral catalán. “Tendremos que modificar algunas cosas del diseño del barco para adaptarnos”, admite Bruni. No da detalles porque el secretismo es la rutina de la Copa del América, pero habla de “cuestiones técnicas” y de “estabilidad”. “Esto no es Auckland [sede de la última edición], que era mucho más plano”. Cada día de entrenamiento los ingenieros recogen datos de navegación para evaluar el rendimiento en alta mar y proponer modificaciones en los simuladores. El reto es conseguir el equilibrio perfecto entre la estabilidad y la velocidad.
El Luna Rossa combinará estadas quincenales entre Barcelona e Italia entre julio y septiembre para “conocer mejor” el litoral catalán, pero rechaza establecerse definitivamente en la ciudad hasta el 2024, como hace el Alinghi Red Bull Racing, el equipo suizo. “Es una cuestión de estrategia”, defiende Bruni. “Si nos quedamos, conoceremos mejores las condiciones, pero navegaremos menos”. En invierno, considera el equipo, las condiciones para salir al mar son peores en Barcelona que en Cagliari, por lo que los responsables entienden que tendrán más posibilidades de entrenar en casa que en Cataluña. Junto a los suizos y los italianos, el American Magic New York Yacht Club (EE UU) también entrena en la ciudad. Faltan por llegar el Team New Zealand (Nueva Zelanda), el defensor del título; el Ineos Britannia (Reino Unido), el retador; y el Orient Express (Francia). Por norma, todos tienen que entrenar este verano en Barcelona al menos unas semanas.
Las dificultades de navegación no parecen de momento preocupar a los equipos. “Es un reto nuevo para todos y quizás iguala las cosas”, defiende Ruggero Tita, de 31 años, oro olímpico en Tokyo en clase Nacra 17 y actualmente en las filas del Luna Rossa. Tita se expresa con confianza desde la cubierta del Amerigo Vespucci, el imponente buque escuela de la marina militar de Italia que pretende dar la vuelta al mundo en dos años y que durante unas horas ha echado este domingo anclas a pocas millas de la costa barcelonesa para fusionar la tradición marítima con la última tecnología de los denominados Fórmula 1 del mar. Los cadetes del Vespucci siguen aprendiendo a orientarse en el mar con la ayuda de la estrella polar y un sextante; y los navegantes de la Copa del América generan electricidad a bordo para levantar los foils en plena carrera. “Somos los dos extremos de la navegación, pero las reglas del mar son las mismas”, coinciden el comandante del Vespucci, Luigi Romagnoli, y Checco Bruni. “Si no hay viento, no avanzas; y si hay olas, todo se complica”. Cerca del puesto de mando del navío militar, una placa da pistas de qué requiere un alma marinera: “No es el que empieza, sino el que persevera”.
Con un año de trabajo por delante, las opciones de victoria de los equipos en la Copa del América pasan por el diseño del barco. “Antes de empezar la competición, el diseño marca la ventaja”, acostumbra a subrayar Grant Dalton, patrón del Team New Zealand, ganador en 2021 y por tanto organizador de la competición. Los campeones de cada edición se convierten en los defensores del título: eligen la sede y compiten únicamente en la regata final contra el contrincante que supera al resto en lo que se conoce como “series de selección de desafío”, unas eliminatorias previas. La Copa del América de Barcelona incluye en esta edición la competición femenina y la juvenil y se celebrará entre agosto y octubre de 2024.
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