Los Mundiales de Natación regresan a Fukuoka, en la isla de Kyushu, en el extremo meridional del archipiélago de Japón, dos décadas después. La primera vez que los torneos acuáticos se celebraron en este rincón de Asia, en 2001, ciñeron la hegemonía de Ian Thorpe, consolidaron el inicio de la era de los bañadores enterizos impermeables de goma, y encumbraron a España como potencia del waterpolo. A partir de este viernes, y hasta el domingo 30 de julio (Teledeporte y RTVE Play), la competición presenta el escenario ideal para superar definitivamente las marcas facilitadas por los bañadores de goma, prohibidos desde 2010. Encabezada por adolescentes como el rumano David Popovici o la canadiense Summer McIntosh, la natación en línea avanza a velocidad supersónica sin ayudas tecnológicas. También el waterpolo español. Las selecciones femenina y masculina acuden a Fukuoka en plenitud, cabeza indiscutible del cartel de la despareja expedición de España.
Tres Mundiales en año y medio. La federación internacional de natación, renombrada World Aquatics, organiza en Fukuoka los campeonatos de saltos, waterpolo, natación artística, natación de aguas abiertas y natación en línea que debieron celebrarse en 2022 pero se postergaron debido a la pandemia. Pocos deportes acusaron más el covid que la natación, retorcida en un insólito apelotonamiento de tres Mundiales en año y medio: Budapest 2022, Fukuoka 2023, y Doha 2024, la próxima parada, del 2 al 18 de febrero, camino de los Juegos de París del verano que viene.
España en el desierto. El horizonte de España es irregular. La natación artística declina desde 2013, al sur de los Pirineos los saltos nunca fueron una disciplina importante, y pocos esperan ver a un representante de la expedición peleando por subir al podio en una final de natación en línea. La velocidad no es el don más abundante en esta delegación que se encomienda al duende de Hugo González de Oliveira para avanzar a través del desierto que dejó Mireia Belmonte cuando su cuerpo se agotó. La federación resolvió dar un giro a la estrategia importando entrenadores de Gran Bretaña y Canadá. Pero la contratación de Sean Kelly como director en 2020, y el refuerzo de Ben Titley, a cargo del Centro de Alto Rendimiento de San Cugat desde 2022, coinciden con una sequía. Los resultados de los Mundiales de Budapest fueron los peores del siglo y el Europeo Júnior que acaba de concluir se saldó con apenas un bronce. A la espera de mejores rendimientos, la delegación centra su atención en el waterpolo.
La excepción del waterpolo. La selección masculina de waterpolo acude a Fukuoka fortalecida después de ganar el Mundial en 2022 y la Copa del Mundo en 2023. Después de años de cocción, el técnico David Martín ha conseguido la mezcla perfecta. No le falta de nada al equipo de Perrone, Sanahuja, Granados y Aguirre. Tampoco muestra debilidades la selección femenina, un hábitat en donde Miki Oca ha conseguido refundar al equipo y volverlo a dotar de carácter bajo el liderazgo de jugadoras afianzadas como Maica García o Laura Ester a las que continuamente se suman jóvenes convencidas de hacer prodigios como la boya Paula Leiton o la portera Martina Terré. Solo Estados Unidos ha conseguido competir un peldaño más arriba en el último lustro.
Siete carreras en zona de récord. La primera semana de torneos se reservará para aguas abiertas, waterpolo, sincronizada, y saltos. A partir del sábado 22 de julio se disputarán las pruebas de velocidad. A un año de los Juegos de París se vislumbra la clase de ebullición que anticipa la cascada de registros en el límite. Hay unos cuantos nadadores en la frontera del récord mundial. En categoría masculina, los 100 y los 200 metros libres, y los 400 metros estilos combinados. En clase femenina los 400 y los 800 metros libres, los 100 espalda y los 100 mariposa, son las disciplinas que han registrado más proezas en los últimos meses.
El 100 libre masculino. David Popovici es, con solo 18 años, el fenómeno indiscutible de los Mundiales. Nadie ha sido capaz de nadar más rápido las pruebas cortas de estilo libre. La ausencia de Caeleb Dressel, vigente campeón olímpico, retirado un año sabático tras sufrir un periodo de depresión, duplica la condición de favorito del rumano. Pero no faltarán retadores que le hostiguen en busca de fisuras psicológicas. La presión que soporta Popovici, convertido en ídolo nacional en su país, es evidente desde que batió el récord mundial de 100 en 46,86 segundos. El australiano Kyle Chalmers, que viene de nadar en 47,77s esta primavera, y el asombroso chino Zhanie Pan, que hizo 47,22s en los campeonatos de su país, anuncian una desenlace apretado. La final del 100, prevista para el jueves 27, se presenta como la culminación de los campeonatos.
El 400 libre femenino. En el cuadro femenino el duelo más disputado se localiza en los 400 metros de estilo libre. No todas las pruebas valen lo mismo. La media distancia concentra buena parte del prestigio que reparten los Mundiales. Lo perseguía imparable la australiana Ariarne Titmus, que ostentaba el oro olímpico desde 2020 y el récord (3m 56,40s) hasta que la canadiense Summer McIntosh se lo arrebató en los ‘trials’, el pasado marzo, abriendo una brecha de tres décimas (3m 56,06s). Cumplirá 17 años en agosto y se acaba de mudar a Estados Unidos para terminar el colegio en Florida, donde se ha alistado en el equipo de los Sarasota Sharks. El cambio de aires no ha alterado su fabulosa progresión. La reina de los Juegos de París prepara su coronación en Fukuoka.
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