Añora Irán, pero se siente muy querida en España. Superados los cambios de vida y el parón profesional causados por su rebeldía política y la maternidad, Sara Khadem, de 26 años, 15ª del mundo, es española por decisión del último Consejo de Ministros y competirá desde el miércoles en la Copa del Mundo de Bakú (Azerbaiyán) siete meses después de jugar sin velo el Mundial de Rápidas en Almaty (Kazajistán). EL PAÍS la acompañó durante el pasado fin de semana en Alcubierre (Huesca).
El presidente Pedro Sánchez se ofreció a ayudarla en lo que pudiera necesitar tras recibirla en La Moncloa en febrero, lo que ha facilitado el cambio de nacionalidad por la vía más rápida, llamada “carta de naturaleza”, que se aplica si hay “circunstancias excepcionales”, como explica el Real Decreto del pasado martes, firmado por el rey Felipe VI y la ministra de Justicia, Pilar Llop. Khadem (se pronuncia Jadem) conserva simultáneamente la nacionalidad iraní, pero jugará desde ahora con la bandera española; su marido, Ardeshir Ahmadi, director de cine, y el hijo de ambos, Sam (de un año), podrán ser españoles en 2024 si lo solicitan.
Las “circunstancias excepcionales” son, en este caso, la persecución por motivos políticos. El Gobierno de Kazajistán la protegió con guardaespaldas 24 horas al día, por temor a un secuestro, desde que empezó a jugar sin velo el Mundial de Rápidas en Almaty las pasadas navidades, en solidaridad con los miles de iraníes que protestaban por las calles tras la muerte en dependencias policiales de Mahsa Amini, detenida y torturada por no llevar bien puesto el velo. Khadem y su familia viven en un lugar de la provincia de Málaga donde EL PAÍS SEMANAL la entrevistó en exclusiva a primeros de año. Temen a los infiltrados de los servicios secretos o adictos al Gobierno que pueda haber entre la comunidad iraní residente en España. El mismo día de la recepción en La Moncloa, el Gobierno de Teherán emitió una orden de busca y captura contra ella. La Guardia Civil tomó medidas especiales de protección durante su visita a Alcubierre, de viernes a lunes.
Khadem aceptó ser la invitada especial en el torneo anual de esa localidad de 400 habitantes porque es el único pueblo del mundo por donde han pasado media docena de campeones del mundo y otras grandes figuras del ajedrez desde 2007. A su llegada, tras bajarse del coche, fue agasajada por el nuevo alcalde, Pedro Suñen (PP), quien apuesta por mantener el torneo (creado por la corporación del PSOE), observó la extrema tranquilidad de la plaza central de Alcubierre y admiró su torre mudéjar. Entonces, cuando le abrieron la puerta de la sala de juego, quedó impresionada: “De pronto, tras el ambiente tan plácido de la calle, me encuentro con 112 jugadores en una sala atiborrada, con gran mezcla de niños y mayores. Me recordó los torneos abiertos que echo de menos y no juego desde hace tiempo porque ahora suelo limitarme a los profesionales. Y ver eso en un pueblo tan pequeño impacta aún más”, explicó en inglés, aunque ya empieza a entender el español y se ha comprometido a estudiarlo desde septiembre.
En sus conversaciones con periodistas locales insistió en una idea: Ante los periodistas dejó muy clara una idea: “Yo no me considero una heroína. Sería inmoral que lo hiciera si tenemos en cuenta los miles de iraníes que se están jugando cada día la vida en Irán, incluso desde la cárcel; ellos y ellas son los verdaderos héroes. Decidí jugar sin velo porque lo contrario hubiera supuesto un apoyo implícito a mi Gobierno, que estaba haciendo cosas terribles. Para ser coherente conmigo misma, no tenía elección. Es verdad que estoy pagando un precio doloroso por ello, pero mucho menor que quienes sufren en Irán cada día”.
Khadem no es muy optimista en cuanto a sus probabilidades de éxito en la Copa del Mundo, porque aún no ha recuperado su ritmo de entrenamiento y competición habitual: “Pero ya he contratado a una persona para que me ayude a cuidar de Sam, y eso facilita mucho mi dedicación al ajedrez”. Desde el miércoles se enfrentará en la segunda ronda, a dos partidas y eventual desempate rápido, a la vencedora del duelo entre la filipina Frayna y la indonesia Aulia. De su enorme talento no hay duda porque, entre otros éxitos, fue campeona del mundo sub 12 y sub 16. La clave está ahora en que su pronunciamiento político no impida su progresión deportiva.
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