El circuito de Spa Francorchamps es un tesoro de esos que nunca deberían desaparecer del calendario del Mundial de la Fórmula 1. Las laderas que rodean el trazado y la variabilidad del clima de las Ardenas hacen que esta carrera sea única. La mayoría de los pilotos de la parrilla tienen debilidad por este escenario, que, según ellos, tiene alma. Pero no todos. Fernando Alonso nunca ha caído de pie aquí, al menos en Fórmula 1 –sí ganó en Fórmula 3000–, y difícilmente lo hará este domingo (15:00 horas, Dazn), después de que la cronometrada del viernes no fuera precisamente de la forma en que lo había planeado Aston Martin. El español arrancará el noveno y se hace difícil imaginarle en condiciones de pelear por el podio. Sobre todo, porque el AMR23 ha perdido la pegada que demostró en el primer cuarto del campeonato, en el que se estableció como el segundo mejor coche, el primero del resto más allá de Red Bull.
Este sábado, el asturiano cumplió 42 años y de regalo se llevó un trompo que derivó en el primer abandono de la temporada para él. Corría la cuarta vuelta de las once totales de que constó la carrera al sprint y circulaba el 16º, como consecuencia de una mala estrategia de Aston Martin en la cronometrada de la mañana. Tras varios intentos de meterle el morro de su bólido al Haas de Nico Hulkenberg, el ovetense se abrió y colocó el trasero de su monoplaza sobre el piano, muy mojado. Inmediatamente salió escupido y comenzó a girar sobre sí mismo, hasta quedar clavado en la grava, a milímetros de las barreras de protección. Por suerte para él y sus técnicos, el prototipo quedó intacto, circunstancia que será de gran ayuda con vistas al domingo.
“La verdad es que fue un día gris, tirando a oscuro. La salida de pista fue un fallo mío, pero de cualquier forma no íbamos a sumar ningún punto –solo los ocho primeros lo hacen en las sprint–. Así que, nos llevamos cero puntos en la tierra”, resumió Alonso, más resignado que cabreado, consciente de que las herramientas con las que cuenta en estos momentos no dan para mucho más.
A diferencia de lo que ha ocurrido en McLaren o en Mercedes, por poner dos ejemplos muy evidentes de escuderías que han ido de menos a más, Aston Martin ha seguido la trayectoria inversa, sobre todo después de que la competencia comenzara a revitalizar sus coches y las mejoras introducidas en el verde no proporcionaran el impulso que reflejaban los datos que manejaban sus ingenieros.
Verstappen no tiene freno
El frenazo de la estructura de Silverstone contrasta con la inercia en la que anda metida Red Bull, que, colgada de Max Verstappen, va camino de reventar todos los récords. El holandés puede sumar este domingo su octavo triunfo consecutivo, una cifra que supondría la segunda mejor racha de la historia, solo superada por la de nueve victorias que Sebastian Vettel fue capaz de acumular en 2013, el curso en el que celebró la última de las cuatro coronas que se enfundó el alemán. Para abrir boca, el actual campeón se llevó una prueba al sprint que le supuso alguna dificultad extra, algo habitual en Spa.
La lluvia, cómo no, hizo que los comisarios dieran la salida rodada, detrás del safety, circunstancia que se le giró en contra a Mad Max, que entró a cambiar de gomas una vuelta más tarde que la mayoría, y que se reincorporó a la pista el segundo, detrás de Oscar Piastri. A pesar de su pujanza en las últimas fechas, el australiano le duró dos vueltas al líder indiscutible de la tabla general, que en los seis giros posteriores le metió siete segundos al joven de McLaren. Carlos Sainz, por su parte, volvió a ser víctima de una mala ejecución de Ferrari en su visita a los garajes, y perdió dos posiciones que le llevaron a terminar el cuarto, beneficiado por una sanción de cinco segundos impuesta a Lewis Hamilton.
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