El tránsito de una generación a la siguiente acarrea inevitablemente cierto desfase de quienes se quedaron en el pasado. Estilos de entrenamiento quedan anticuados, ciertos lapsus de profesionalismo desaparecen de la élite, el comportamiento aceptable de un atleta en público cambia. Lo que alguna vez fue suficiente para ganar ahora se queda corto.
El combo le pegó muy fuerte a Carli Lloyd, doble campeona mundial con los Estados Unidos (2015, 2019), ahora analista para Fox Sports, espantada con el ajustado 0-0 con Portugal que envió a su selección a octavos de final del Mundial, pero más con la reacción de quienes alguna vez fueran sus compañeras.
“Nunca he visto algo así”, comentó incrédula viendo a Alex Morgan y Megan Rapinoe bailando tras el ajustado escape, y a Kelley O’Hara autografiando camisetas para los hinchas.
“Hay una diferencia entre respetar a los aficionados, saludar a tu familia, pero ¿bailando? ¿Sonriendo?”, se preguntaba la retirada 10.
Mientras Lloyd continuaba su diatriba, la transmisión mostraba a Trinity Rodman, joven delantera del equipo, afincarse junto a la tribuna firmando autógrafos y tomándose selfis, ocupación que no dejó hasta que el estadio quedó vacío. Cuando la prensa estadounidense informó del encuentro, era la foto de Rodman sonriente la que encabezaba los artículos.
La nueva cara de la selección femenina de su país es la hija de 21 años del exjugador de baloncesto Dennis Rodman, otro incomprendido por cuestiones de corrección deportiva, pero en el extremo opuesto. Pilar defensivo indispensable en los Chicago Bulls de Michael Jordan, líder en rebotes siete años consecutivos, el ala-pívot fue sujeto de oprobio público por sus indisciplinas dentro y fuera de la cancha. Padre ausente, Rodman se transformó en una suerte de curiosidad en el retiro, casándose “consigo mismo” usando un vestido de novia o pasando el rato con el dictador norcoreano Kim Jong Un.
Del pentacampeón de la NBA, Trinity parece haber heredado solo lo mejor. Velocísima en ataque, de buen regate y mejor definición, Trinity Rodman se ha abierto camino en la selección por la inyección de intensidad que proporciona al equipo. La jugadora mejor pagada de la NWSL desde que era una adolescente (1,12 millones de dólares por cuatro años, alrededor de un millón de euros), Rodman se adelantó al cronograma de renovación generacional de los Estados Unidos. Ante las lesiones a otras atacantes clave, sus dones de ubicuidad y sus ganas en defensa le ganaron la titularidad en el ataque junto a Alex Morgan y Sophia Smith.
“Es muy técnica, muy rápida, muy buena con los pies. Puede colocarse bien para el disparo, pero también darte un buen pase”, dijo Morgan a la prensa antes de partir para Oceanía. “También tiene muchas ganas de aprender”.
Esa ambición en particular llama la atención de Mark Parsons, su entrenador en el Washington Spirit: “Su cualidad más especial es que le encanta mejorar y crecer, y tiene la mentalidad para hacer el trabajo duro y escuchar y ser entrenada”, dijo el técnico que ha supervisado su ascenso en el último año.
“A menudo, jugadoras con esas cualidades se confían en lo buenas que son y no invierten más en sí mismas; con Trinity hacemos mucho trabajo posicional con vídeo y ella está siempre muy comprometida”, agregó.
También a través del vídeo es cómo la futbolista conoce mejor a su padre, con quien tiene una relación muy errática y esporádica. Trinity y Dennis Jr. (jugador de baloncesto de la University of Southern California) fueron criados solo por su madre, Michelle Moyer, a veces en extrema dificultad económica. Pese al abandono personal y financiero, los hijos quisieron conocerlo en la cancha de baloncesto.
La delantera le da el crédito por hacerla una “cazadora”. “Cazar frente a la portería, cazar cuando pierdes el balón, creo que es gran parte de mi juego”, explicó Rodman en una conferencia de prensa antes del comienzo del Mundial. “Incluso si no era el primero debajo de la canasta o el más alto, iba a ganar el rebote. Era la anticipación, el movimiento del cuerpo, el posicionamiento, era todo. Como atleta era un fuera de serie, pero también uno de los más inteligentes”, dijo la futbolista sobre su padre.
La selección estadounidense no ha terminado de encontrarse en el mundial femenino, y no tiene mucho tiempo para seguir probando. Entre las dificultades de crecimiento, el avance de otros países y la presión de una nación acostumbrada a ganar, el grupo actual lleva una carga más pesada que sus predecesores. Brillante por tramos, Rodman deberá ser consistente si quiere ayudar a los Estados Unidos a superar este domingo a Suecia en octavos de final (11.00).
Se lo dijo Parsons, su entrenador en Washington D.C., en su mensaje de despedida antes del mundial: “demuestra lo que tienes y no desperdicies un momento”.
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