Entre 2003 y 2008 David Villa fue el mejor nueve español sin que se lo reconocieran. No jugaba en uno de los tres grandes clubes de la Liga, fenomenales colchones mediáticos. Algo parecido le ocurre a Mikel Oyarzabal (Eibar, 1997), que después de sufrir una grave infección de Covid y una rotura de ligamentos cruzados que le mantuvieron a raya entre 2020 y 2022, ha vuelto a un nivel excepcional. Cada uno de sus partidos es una lección de fútbol. La Real, el equipo que capitanea, exhibe el estilo más plástico y reconocible de la Liga.
Pregunta. Sábado Barça en Liga y miércoles Benfica en Champions. ¿Cómo afrontan estos cinco días?
Respuesta. Si ganamos al Benfica y el Inter gana al Salzburgo estamos clasificados. El equipo lleva una tónica positivísima desde hace cuatro años, compitiendo cada fin de semana sin importar ni el rival ni la competición. Con todo el respeto del mundo, le decimos al rival: ‘Estoy aquí y si puedo te voy a morder’. Hemos conseguido que los rivales de mucho nombre vengan sabiendo que no será un partido sencillo. La afición también ha dado un paso adelante con el nuevo campo. El club está evolucionando y los jugadores estamos creciendo.
P. ¿Cómo define al jugador vasco? ¿Qué tienen en común usted, Barrenetxea, Zubimendi, Zubeldia…?
P. Primero, que nos han inculcado desde pequeños el modelo de juego de la Real. Desde la base sabemos lo que se pide en el primer equipo en cada posición. Y además tenemos un carácter muy marcado. Somos muy trabajadores, de dar el cien por cien, de ser humildes, de estar callados, de no levantar la voz más que cuando haga falta.
P. Esa disciplina se ve en la cantidad de desmarques que tiran sin la esperanza de recibir el balón. Xabi Alonso las llama “carreras de sacrificio”. ¿El tiki-taka no iba de disfrutar con la pelota?
R. Sabemos que la carrera de cada uno puede ser para el compañero, y que la carrera del compañero luego te puede beneficiar a ti.
P. ¿Sería menos estresante esperar atrás y salir a la contra?
R. Hay que saber sacarle el disfrute a esto. Estar apretando al rival, ir alto, quitarle tiempo, estar en su campo, ver que ellos tienen problemas cada vez que los aprietas, eso tiene una parte de disfrute. Como atacante te das cuenta de que puedes ayudar muchísimo a tus líneas de atrás porque en ocasiones robas y en ocasiones fuerzas el fallo. Esto es sufrir disfrutando. Lo tenemos inculcado. Si en tu mente no le ves la parte positiva eso te va comiendo la cabeza y hace que te sientas más pesado. Porque ¿cuánto tiempo efectivo tienes la pelota en tus pies? Es mínimo. Ni un minuto por partido. Y los que jugamos arriba, menos. Por eso hay que saber disfrutar de lo demás teniendo muy en cuenta que es necesario para que el resto de tus compañeros tengan más opciones de hacer más cosas. Que cuando les llegue el balón tengan más tiempo.
P. ¿Ese don de la anticipación de Zubeldia y Zubimendi es el secreto del éxito de la presión adelantada de la Real?
R. Es importante que Robin, Igor y Zubi se sientan ganadores porque sus duelos son uno contra uno. Es cosa de todos. Si los delanteros apretamos arriba el pase del central o el lateral no será limpio y el control del atacante no será fácil porque tendrá un tío chocándole y sujetándole. Esa es la línea. Ayudar cuanto antes entre todos para que tanto nuestra marca como la de nuestro compañero lo tengan lo más difícil posible para controlar la pelota.
Físicamente no ha cambiado. El Kubo de Donosti es el Kubo de Getafe. Pero aquí ha encontrado un entorno idílico por su forma de jugar y entenderse con los compañeros. En muy pocos sitios te encontrarás un vestuario más amigable
P. Kubo siempre tuvo limitaciones físicas para el fútbol de primer nivel. ¿Cómo explica que en la Real —donde hace falta correr tanto— haya dado ese salto de calidad tras fracasar en Mallorca, Villarreal, Getafe…?
R. Físicamente no ha cambiado. El Kubo de Donosti es el Kubo de Getafe. Pero aquí ha encontrado un entorno idílico por su forma de jugar y entenderse con los compañeros. En muy pocos sitios te encontrarás un vestuario más amigable. Él es un chico que se sabe adaptar muy bien. Y el juego del equipo también le beneficia.
P. Con frecuencia hacen presión al hombre cuando los rivales salen jugando y Kubo no llega a su lateral porque le faltan piernas. Pero usted correr por él. Usted es la figura y el capitán. ¿No le pesa correr por otro?
R. Es importante trabajar defensivamente más que los que están inspirados porque te dan ese plus tan necesario en ataque. Eso es saber interpretar qué necesita el equipo de ti.
P. La Real es el equipo que menos centros laterales tira de la Liga: aproximadamente ha tirado unos 100 por 150 del Barça. Jugáis por dentro. La conexión que usted establece con Zubimendi, el mediocentro, dividiendo por el medio con pases que parten líneas, es un sello de identidad. ¿Por qué insisten en eso que es tan arriesgado? Muchos entrenadores prefieren canalizar el juego por las bandas para evitar errores en zonas peligrosas.
R. Aquí no nos quitamos el balón de encima. Si damos ese pase es porque creemos que le llegará al compañero, porque tiene a su vez una opción para dar otro pase más y así avanzar. Si puedes llegar arriba con un pase en vez de con cinco, mejor.
P. Dicen que tuvo un Covid muy grave que pudo pesarle durante meses. ¿Cómo fue?
R. Estábamos jugando un amistoso contra el Huesca en Zubieta, el 30 de agosto de 2020. La Liga empezaba en diez días. Me cambiaron en el minuto 65, me vine al vestuario y me tuve que tumbar en una camilla hasta que conseguí darle la vuelta. Me pegó duro. Luego me costó mucho volver. Salí 15 minutos en Valladolid en la primera jornada y después del partido me quedé entrenando con los suplentes y era incapaz de seguir el ritmo.
Es muy complicado contarle a una persona que no ha jugado al fútbol que tomamos decisiones que cambian completamente en milésimas de segundo. Es la diferencia entre poner el pie en un ángulo de diez o doce grados para darle a un balón
P. Después se rompió los ligamentos cruzados y estuvo nueve meses fuera de las convocatorias. ¿Qué es lo más difícil de volver al máximo nivel?
R. Ponerte bien físicamente después de una lesión no es complicado. Lo difícil es recuperar las sensaciones del futbolista. Es muy complicado contarle a una persona que no ha jugado al fútbol de alto rendimiento que tomamos decisiones que cambian completamente en milésimas de segundo. Es la diferencia entre poner el pie en un ángulo de diez o doce grados para darle a un balón. Ese toque es muy difícil de coger cuando estás tanto tiempo fuera. Ahora parece que está todo ahí, pero es un proceso largo.
P. Quizás usted necesite estar más fino debido a su afán de participar en todas las acciones del partido, de un modo u otro. ¿Se siente un delantero con alma de centrocampista?
R. No. Alguna vez jugué de pivote en la cantera pero siempre me vi relacionándome con el gol. Es una cualidad que tengo: tengo facilidad para que las pelotas me caigan cerca del área.
P. Pero hay nueves que viven mirando la portería contraria, y usted vive mirando lo que necesita su equipo. ¿Cómo le afecta estar 90 minutos intentando participar para resolver todos los problemas que se presentan en todas partes?
R. Hay cosas que salen instintivamente. La prioridad siempre es el grupo. Las individualidades son noticias, son portadas, están en la voz de todo el mundo, pero este es un deporte de equipo y para que todo vaya bien en una temporada, para que un club siga creciendo año tras año, no te puedes centrar en el individuo. Creo mucho en eso.
P. Un ejemplo: minuto 41 del Real Sociedad – Inter de Champions. Le Normand está acorralado en su córner intentando sacar la pelota jugada y usted recorre 60 metros para ofrecerle una salida bajo la presión de Barella y otros jugadores rivales. ¿Quién le manda a meterse en ese lío pudiendo quedarse arriba a esperar que le lleven la pelota?
R. ¡No me manda nadie!
P. ¿No cree que esas acciones cerca de su área son más difíciles que la definición que un minuto después manda al palo?
R. Puede que en la salida haya que pensar muchas más cosas que cuando te llega el balón al área. Muchas veces los que jugamos arriba tenemos el instinto de ejecutar sin pensar. Cuando sales de tu zona y no estás tan habituado tienes que pensar más en qué hacer y en las consecuencias que puede tener. Si el delantero falla la ocasión, tiene otra. Si un defensa falla su situación puede ser un gol en contra y el perjuicio es mucho mayor. Pero es importante que todo el mundo la quiera. Que nadie se esconda. Cuando un rival te analiza y te aprieta bien, es importante dar ese paso adelante y decir: “¡Dámela! ¡No pasa nada! ¡Y tampoco pasa nada si la pierdo o si la pierdes tú!”. Errores va a haber siempre. Lo importante es confiar en el compañero y confiar en uno mismo, y ver que todos vamos en la misma dirección.
Es más importante estar siempre conectado y al cien por cien que siempre acertado. Ahí no hay peros. Dependes de ti mismo
P. En este modelo de esfuerzos máximos durante 90 minutos en todo el campo, ¿cómo administra la energía para que no le falte lucidez en los últimos metros?
R. Es más importante estar siempre conectado y al cien por cien que siempre acertado. El fútbol es un juego de aciertos y errores. Errores habrá siempre. Es muy difícil no hacer un mal control en un partido o en un entrenamiento. Lo más importante es comprometerse al cien por cien. Ahí no hay peros. Dependes de ti mismo. De que estés conectado al partido sabiendo en cada situación lo que necesita el equipo de ti.
P. David Villa jugaba de falso extremo por la izquierda, como usted, y luego fue el mejor nueve de España durante años sin ser reconocido como tal. ¿Se siente identificado?
R. Hay jugadores que por mucho que no jueguen en punta son delanteros. Villa podía jugar en la banda, pero no era falso ‘nueve’, era delantero de verdad.
P. ¿Siente que no le valoran como lo valorarían si jugase en el Madrid, el Atlético o el Barça?
R. Creo que no. La gente que me importa sé quiénes son y cómo me valoran. Y cuando no hago bien las cosas me lo dicen. Da igual el equipo. Te tienes que reservar en tu círculo.
P. Villa se movía en la línea del fuera de juego con los ojos cerrados y no caía. Usted hace lo mismo. ¿Dónde lo aprendió?
R. Yo desde pequeño siempre me desmarqué sin caer en fuera de juego. Son milésimas de segundo, de salir un poquito antes o después, de no ponerte ansioso. Cuanta más información recopilas, luego te encuentras en las mismas situaciones en un partido y dices: ‘¡Esta me ha tocado vivirla!’.
P. Cuando recibe de espaldas a la portería suele girarse o jugar rápido con un compañero. ¿Aguantar la pelota de espaldas sin girarse rápido no es perder el tiempo? ¿Se sobrevalora el juego de espaldas?
R. Los jugadores más corpulentos, más pesados, difíciles de mover, te pueden hacer una gran labor reteniendo la pelota y atrayendo otros defensores además del suyo propio. Así liberan compañeros. Yo al no ser muy grande muchas veces decido no estar tan cerca del rival, de esa disputa con centrales que son más corpulentos.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
_