En lo más escarpado del litoral vasco, en los valles selváticos del Urumea, el Bidasoa, el Oria y el Urola, ha surgido un grupo de entrenadores que está removiendo el fútbol europeo. Imanol Alguacil, responsable de una Real Sociedad que hace época; Xabi Alonso, líder de la Bundesliga con el Leverkusen; Andoni Iraola, que este sábado desmontó al United con el Bournemouth en Old Trafford (0-3); Unai Emery, entrenador del Aston Villa, revelación de la Premier, y Mikel Arteta, hasta esta jornada primer clasificado con el Arsenal y desde ayer descabalgado al segundo puesto en Villa Park para gloria de su paisano. De la mano de Emery, el Villa se impuso 1-0, conquistó su 15ª victoria consecutiva en su estadio —récord del club de Birmingham— y se situó tercero, a dos puntos del Liverpool, nuevo líder.
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Emiliano Martínez, Diego Carlos, Ezri Konsa Ngoyo (Matthew Cash, min. 66), Pau Torres, Digne (Álex Moreno, min. 77), McGinn, Leon Bailey (Moussa Diaby, min. 45), Boubacar Kamara (Leander Dendoncker, min. 66), Douglas Luiz, Tielemans (Jacob Ramsey, min. 56) y Ollie Watkins
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David Raya, William Saliba, Ben White, Zinchenko (Reiss Nelson, min. 93), Gabriel, Odegaard, Declan Rice, Kai Havertz, Gabriel Jesus (Eddie Nketiah, min. 81), Bukayo Saka y Martinelli (Trossard, min. 69)
Goles 1-0 min. 6: McGinn.
Árbitro Jarred Gillett
Tarjetas amarillas Zinchenko (min. 28), Digne (min. 52), Douglas Luiz (min. 62), McGinn (min. 72), Declan Rice (min. 77) y Diego Carlos (min. 87)
“Nunca había logrado una racha de 15 victorias seguidas en mi carrera”, dijo Emery, tras el partido; “y será muy difícil que lo vuelva a conseguir”.
Ni en Bizkaia, ni en Álava, ni en Navarra. Los cinco nacieron y se educaron dentro de los confines de Gipuzkoa, para fascinación de los analistas en busca de coincidencias esotéricas. Si existe un patrón oculto que explique la coyuntura, además del destino geográfico común, la respuesta debería aventurarla el maestro tolosarra Juanma Lillo, uno de los patriarcas del fútbol de la región, mano derecha de Pep Guardiola en el banquillo del City. Pero consultado, el oráculo no tarda en emitir su veredicto: “¡Casualidad!”.
Mikel Etxarri, el profesor más antiguo de la Escuela de Entrenadores de la Federación Guipuzcoana y exdirector deportivo de la Real Sociedad, conoce de primera mano a todos los componentes de la saga. “Si coges un punto en el mapa y haces una circunferencia con un radio de 40 kilómetros, te encuentras con el lugar donde se criaron todos”, dice. “Julen Lopetegui era de Asteasu; Xabi de Tolosa; Unai de Fuenterrabía; Imanol de Orio; Iraola de Usurbil. El único que nació en San Sebastián es Arteta”.
Espíritu de la cooperativa
“Como entrenadores, no tienen nada en común”, opina Etxarri. “Cada uno se formó a sí mismo. Pero como personas integran una cultura particular. La vida en Gipuzkoa es un sin parar. En la inmigración, en la industria, en donde se forman las sociedades. Aquí en Mondragón arraigó el cooperativismo. Hay un fundamento de solidaridad, de compañerismo, de tener que trabajar todos juntos por un bien común y económico, que es un valor muy importante del fútbol. Aquí todo se hace por dinero. Hasta en el frontón. Es esfuerzo y competición compensada con dinero. Todo esto se integra en la educación de los vascos y también en el fútbol. Es la supervivencia. Esta cultura que maman los niños es la única explicación que veo yo a la aparición de tantos buenos entrenadores en Gipuzkoa”.
Seleccionador del País Vasco durante 16 años, Etxarri no esconde sus preferencias. “Con el que más trabajé en el campo fue con Imanol”, recuerda. “¡Ni borracho me habría creído que Imanol iba a ser entrenador! Era un chico tímido, introvertido, hablaba muy poco, era un buenazo. Y luego descubres que como entrenador tiene carácter, visión, mando…”.
“A Unai lo tuve tres años cuando yo entrenaba a la Real B”, señala Etxarri. “Era de los que me gustaban: discutidor. Enseguida te contestaba. Esos son los futbolistas que como entrenador te hacen crecer porque te hacen dudar de lo que les estás diciendo. Arteta estuvo un año con nosotros en la Real pero no tuvimos mucha relación. Es más introvertido. A diferencia de los otros, no hizo la vida del fútbol prácticamente en Gipuzkoa”.
Emery superó a Arteta este sábado en Villa Park. De entrada, el plan del técnico más veterano consistió en presionar la salida del Arsenal para aislar a Odegaard. El interior noruego es, con diferencia, el futbolista con mayor capacidad para orientar el juego de su equipo bajo presión. Entre McGinn, Douglas y Kamara, el Villa se ocupó de rodearlo para que no recibiera con comodidad en zonas calientes. La pelota pasó más por los pies de Rice, o de Zinchenko, agobiados y sin apoyos. Como Havertz no se ofreció para construir sino para desmarcarse —¿huir?— al espacio, el Arsenal tropezó antes de llegar al último tercio del campo. Condicionado por la táctica de su rival, el conjunto que lideró el campeonato en las últimas semanas perdió ritmo y toque porque nunca ocupó con continuidad los lugares donde aflora su creatividad.
Alonso: “Lo aprendí en mi casa”
La jornada afianzó al Villa en el tercer puesto de la clasificación —el City le sucede cinco puntos por debajo y con un partido menos— y consolidó la reputación de Emery como autor de la aventura más llamativa de lo que va de temporada en Inglaterra. Después de anular al City el miércoles pasado (1-0), Emery se dio el gusto de interrumpir la racha del Arsenal, que venía de ganar cinco partidos. El club que le despidió en 2019 ha fichado jugadores por valor de más de 800 millones de euros desde entonces. En el mismo periodo el Villa no ha pasado de 500 millones en contrataciones. Las plantillas reflejan una desigualdad. La astucia del entrenador de Fuenterrabía salvó el escalón.
Xabi Alonso, que hoy visita al Stuttgart para defender el liderato de la Bundesliga ante el Bayern —goleado 5-1 por el Eintracht—, ha ganado 19 partidos y solo ha empatado dos esta temporada. El tolosarra asiste desde el continente al estruendo que producen sus paisanos en la Premier. Cuando Jorge Valdano le preguntó por qué hay tantos guipuzcoanos en banquillos de relieve, emitió su conjetura pensando en su padre Periko, que, como él, comenzó por ser una referencia en la Real y acabó como entrenador. “Es mucho por el carácter”, dijo; “por mirar el colectivo y querer cargar con la responsabilidad de pensar en qué es lo mejor. Yo lo aprendí directamente en mi casa”.
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