”Antes no conocía el fútbol, no era una persona de fútbol, lo veía como aficionado y me era complicado de entender”, dice Andrés Blázquez. “La sostenibilidad económica de un equipo no consiste en vender jugadores para tapar agujeros sino en que los ingresos recurrentes, que son altamente predecibles, te permitan de manera continua mantener un resultado positivo”.
A sus 53 años, este castellano viejo de Aranda de Duero que se formó como físico e ingeniero y se especializó en el diseño de chips, se esfuerza por disimular cierta perplejidad. El destino, el capital privado, y el espíritu aventurero, le convierten en el primer director general español de la historia de la Serie A, y no de un club cualquiera. Se sienta en el sillón del Genoa Cricket and Football Club, primer club de fútbol de Italia, fundado en 1893. “Estoy en la oficina, un palacio del siglo XVI”, dice, y señala la bóveda cubierta de frescos. “¿Quién pensaría que un equipo de fútbol tiene su sede en un palacio como este?”.
Como reliquia de un pasado remoto, el Genoa yacía sepultado en los márgenes del calcio cuando Blázquez asumió su presidencia a finales de 2021. Sus credenciales en el concierto dirigencial de la Serie A resultaban, cuando menos, eclécticas. “Mi vida profesional comenzó como diseñador de macrochips”, dice. “Después entré como consultor en una multinacional y fui a Argentina, a donde trabajé tres años y supervisé pozos petrolíferos en Malargüe. Hice un Máster en el Instituto Europeo de Administración de Negocios, en Fontainebleau, y Ana Botín me llevó a España. Después compré una empresa de lácteos y otra de telecomunicaciones en Georgia. Las vendí con buen retorno y acabé en Guggenheim Partners, una gran compañía de servicios financieros donde conocí a Todd Boehly. Un día convencí a un amigo del holding 777 Partners para entrar en el fútbol con una idea muy clara: un proyecto de multiclubes. Desde el inicio pensamos que es la única manera de crear sostenibilidad”.
No es lo mismo tener una cerveza local en el grifo del estadio del Genoa que ir a un grupo cervecero multinacional y decirles: ‘hagamos un negocio en el que tú pones tu nombre en estadios y camisetas de equipos que en conjunto tienen un seguimiento potencial de 6.000 millones de audiencia global”
El capital estadounidense y las empresas con multipropiedad de clubes son dos ríos que confluyen con tanta fuerza que amenazan con provocar el mayor cambio estructural que ha experimentado la industria en el último medio siglo. Como BlueCo, la empresa de Todd Boehly que adquirió el Chelsea y el Estrasburgo; como Stan Kroenke, dueño del Arsenal y los Colorado Rapids de la MLS; o como hicieron City Group o Red Bull, 777 Partners se fijó en el incremento exponencial de los márgenes que entraña la multipropiedad. La empresa con sede en Miami abarcó más que ninguna. Comenzaron por adquirir un 5% del Sevilla en 2018, y aunque acabaron expulsados del consejo del club andaluz hoy controlan sociedades tan dispares como el Standard de Lieja en Bélgica; el Red Star de París, de la Tercera francesa; el Vasco de Gama en Brasil; y el Genoa. Ahora negocian la compra del Everton en la Premier.
“Cada holding tiene su concepto”, observa. “Red Bull es más de generar talento muy enfocado al deporte con una gran compañía que le cubre la esponsorización; el City es un gran equipo y los demás son como sus suministradores en busca de una estrella. Todos tienen pros y contras. La virtud de nuestro modelo es que cultiva la identidad de cada uno de los equipos que lo integran y mejora el rendimiento de cada uno. No concebimos que un equipo esté subordinado a otro”.
La gestión de las distintas canteras y su suministro a través de una red de captación global es el secreto de la multiplicación de riqueza, según Blázquez. “Como estrategia de grupo quizás lo más significativo es saber identificar a todos los jugadores en tus clubes y saber si son adaptables a cada uno de los equipos”, explica. “Si por ejemplo tenemos un jugador en el Sevilla que compré por 25 y lo vendo por 50 millones, entre agentes y reventas a otros clubes igual me llevo un beneficio de 15 millones. ¿Qué pasa? Que tengo que mantener la competitividad y gastarme esos 15 en otro jugador. Ese es el método patada adelante, tengo un cash pero no tengo un beneficio sostenible. Pero si en mi estructura tengo seis jugadores que funcionalmente pueden ocupar un puesto, me van a costar mucho menos porque han crecido en mi cantera, igual me han costado entre 100.000 y tres millones, y si vendo uno por 50, además de contar con otros que pueden reemplazarlo, tengo unos beneficios de 40 que puedo invertir para tener un resultado deportivo mejor. Quizá conviene llevarle al Standard un tiempo y luego a Génova o a Sevilla, o al Everton. Ese proceso tardará un par de años en poder aplicarse. Se trata de reunir el mejor talento en el holding: mejor scout, mejor analista, mejor jefe de márketing… te permite amortizar talento. No tengo que tener el mejor jefe de márketing en el Genoa porque tengo el mejor en el grupo”.
”Otra parte importante de la estrategia son los patrocinios”, señala. “No es lo mismo tener una cerveza local en el grifo del estadio que ir a un grupo cervecero multinacional y decirles: ‘hagamos un negocio en el que tú tienes tu nombre en los paneles de todos nuestros estadios, el nombre de un lounge en todos los estadios o la manga de todas las camisetas de todos los equipos, y así hacemos un acuerdo global con equipos que en conjunto tienen un seguimiento potencial de 6.000 millones de audiencia’. Esa estrategia multiplica el valor de mis activos comerciales como club y asegura sostenibilidad en los ingresos del grupo”.
Multiplicamos la venta de mercadotecnia por nueve y tenemos el porcentaje más alto de lleno de estadio en la Serie A, y de los más altos de Europa: cerca del 98%. Es el porcentaje más alto de abonos en la historia del Genoa”
Andrés Blázquez se ufana de haberse integrado junto con su familia en el tejido social de Génova cuando Enrico Preziosi, el polémico propietario anterior, sufrió el repudio de los genoani. “Cuando llegamos vendíamos 3.000 piezas de ropa al año y ahora 25.000″, dice. “Hemos hecho una campaña en Instagram para dar un toque más internacional y joven, para llegar a otro tipo de audiencia: Genoa está asociada a Boca Juniors y a Galatasaray, Galata era el barrio genovés de Estambul. Creemos que hay un potencial de expansión de marca muy grande en las grandes comunidades italoamericanas e italosudamericanas. Cuando llegué, el ex CEO decía ‘aquí no se venden las camisetas’. Multiplicamos la venta de mercadotecnia por nueve y tenemos el porcentaje más alto de lleno de estadio en la Serie A, y de los más altos de Europa: cerca del 98%. Entran 33.000 personas y prácticamente lo llenamos todos los partidos. Es el porcentaje más alto de abonos en la historia del Genoa. Subimos en un 150% el componente de jóvenes que van al estadio, un tercio tienen entre 15 y 25 años; y en mujeres subimos un 45%. En un entorno que decía Florentino Pérez que los jóvenes no van al estadio hemos conseguido bajar la media de edad en un 15%”.
“Esperamos conseguir que al menos el 50% de los ingresos no sean de televisión”, dice; “ingresamos unos 70 millones de los cuales unos 20 no serán ni de tv ni de venta de jugadores. Queremos llegar a un 50-50 aproximadamente. Unos 80-90 millones de los cuales la mitad o más no sean de tv sino merchandising y patrocinios”.
“La Serie A”, concluye, “con un país económicamente más potente que España, más población y una diáspora muy grande en Estados Unidos, ofrece un potencial brutal. Los nombres de las ciudades, Venecia, Milán, Roma… son marcas. Más de la mitad de los clubes tienen capital extranjero y eso introduce nuevas ideas. Hacía décadas que el Milan no daba beneficios. El Nápoles da beneficios históricos. Nosotros en tres años hemos dado un vuelco al Genoa”.
Andrés Blázquez mezcla expresiones italianas en su discurso. Pero su mente no deja de viajar a Aranda de Duero. “El próximo 6 de enero estaré en El Montecillo”, dice; “viendo el Arandina-Real Madrid de Copa del Rey”.
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