El barcelonismo asume que los objetivos de su equipo son a medio o a largo plazo y, por tanto, se supone que no le costará digerir la derrota de El Sadar. Incluso el presidente, Joan Laporta, evitó hablar de títulos en su última comparecencia, una actitud diferente a la que mantenía desde su reelección en 2021. Las rotaciones que dispuso Hansi Flick ante Osasuna van en la misma dirección de administrar los esfuerzos con vistas a un exigente calendario que contempla de inicio un partido importante este martes contra el Young Boys en la Champions. La derrota en Mónaco obliga a una rápida respuesta del Barça en un torneo que le es adverso desde 2015. Nada que ver con su liderato en la Liga.
Aunque el equipo viaja con las luces largas, Flick convenció a sus jugadores nada más llegar a Barcelona de la necesidad de empezar el campeonato con buenos resultados para intentar ganar autoestima y confianza y, por otra parte, merecer el respeto de los adversarios, incluido el Madrid, al que el técnico suponía también un proceso de adaptación por la salida de Kroos y el fichaje de Mbappé. El entrenador alemán se maneja muy bien en la preparación de ciclos cortos como ya demostró en la fase final de la Champions 2020 disputada a partir de los cuartos de final en Lisboa a causa de la pandemia. El Bayern salió campeón después de derrotar al Barça (2-8), Lyon y PSG.
Los resultados han sido igualmente extraordinarios en el arranque de la Liga. Los azulgrana encadenaron siete victorias, a una del récord de Tata Martino (2013-2014) después de una exigente pretemporada que tuvo como punto central la gira por Estados Unidos. Flick cuidó tanto la preparación física como táctica y procuró que el equipo compartiera su idea del juego después de constatar la excelente aplicación de los jugadores de la Masia. La propuesta del entrenador no era precisamente ajena al estilo de juego del Barça. Los resultados hasta cierto punto sorprendentes por su generosidad avalaron la propuesta de Flick con excepción del 2-1 encajado en Mónaco.
El entrenador midió mucho las rotaciones hasta llegar al partido de Pamplona. Flick reservó hasta cinco titulares y el Barça perdió por 4-2. Aquel equipo ambicioso y compacto, intenso y directo, se quebró de tal manera que expresó los limitados recursos que habían quedado disimulados ante Getafe, Villarreal, Girona, Valladolid, Rayo, Athletic y Valencia. El calendario aprieta, las ocho bajas pesan mucho y la plantilla es muy corta después de que solo se incorporara a Pau Víctor y Dani Olmo. La diferencia entre titulares y suplentes es notable, los liderazgos están por definir y la figura tiene 17 años y se llama Lamine Yamal.
Flick, sin embargo, nunca se quejó de la precariedad, ha mejorado a todos los futbolistas y se ha ofrecido como responsable de la derrota ante Osasuna. Nadie tiene dudas sobre un técnico que se ha convertido en el mejor fichaje, sino que sorprendió la manera en que “cuidó” a sus jugadores el sábado, cuando se esperaban más cambios contra el Getafe o frente al Young Boys, y se aguardaba un buen resultado para presionar al Madrid ante su cita con el Atlético.
El once inicial fue tan inesperado como los cambios porque la entrada de Raphinha y Lamine coincidió con la salida de Lewandowski. La ingenuidad de un equipo con una media de edad de 23 años penó ante un rival endurecido y físico como Osasuna. Los navarros presionaron y jugaron muy bien a la contra, buscaron la espalda de los centrales, cruzaron buenos centros, evitaron las pérdidas y acabaron las jugadas ante Peña. Los azulgrana no pudieron presionar y dejaron de ser compactos, aunque nunca desfallecieron, orgullosos de la identidad adoptada con Flick. La meta no son los récords sino ser un equipo fiable, competitivo y ambicioso, tanto si ganan como si pierden como pasó en Pamplona.