Las fuerzas de seguridad italianas han desplegado hoy lunes una vasta operación contra los ultras de Inter y Milan, Curva Nord y Curva Sud respectivamente, grupos convertidos en organizaciones criminales que habían forjado un pacto de no agresión para el control de la reventa y la venta de productos en el estadio Giuseppe Meazza, o San Siro, que ambos equipos comparten. Además, en el caso del Inter, ha confirmado sus relaciones con la mafia calabresa, la ‘Ndrangheta, considerada la más peligrosa del mundo. Los investigadores han destacado que esta alianza “permeaba cualquier actividad que tuviera que ver con el estadio”, convertido de este modo en “una tierra sustraída al control de la legalidad”, palabras de manual del control mafioso del territorio. Incluida “una situación de omertà” equiparable a la del crimen organizado.
Prueba del alcance de la operación es que en la rueda de prensa de este mediodía participó el fiscal nacional antimafia italiano, Giovanni Melillo. Subrayó el “valor emblemático” de esta investigación, porque “obliga a abrir los ojos sobre una realidad de riesgos evidentes desde hace tiempo de deriva criminal en los estadios italianos”. Es cierto que es algo que se sabe desde hace años, con periódicos episodios de gravedad que alertan de lo que se está moviendo. Por ejemplo, en Roma en 2019 fue asesinado a tiros el jefe de los ultras de la Lazio, Fabrizio Piscitelli, alias Diabolik, mezclado en negocios con la criminalidad romana, al igual que con los círculos de extrema derecha. Melillo repitió, por tanto, una vieja aspiración de la lucha contra la mafia: “Hay que dejar de hacer como si no pasara nada”. Es más, está investigado un concejal de Milán, Manfredi Palmeri, por presunta corrupción por aceptar un cuadro valorado en 10.000 euros a cambio de facilitar a un empresario la concesión de los aparcamientos del estadio.
Los dos clubes no están implicados en la investigación, pero incluso en una grabación de la policía de 2023 uno de los detenidos habla por teléfono con el entrenador del Inter, Simone Inzaghi, para exigirle entradas para la final de la Champions y el técnico les dice que se ocupará de ello. Dos de los ultras llegaron a quedar en un bar con el defensa Milan Skriniar para saber cuál era su futuro. Al llamar luego a su jefe le confirmaron que el jugador estaba asustado. El fiscal del caso cree que el grupo pretendió “lanzar una señal al club” para decir que estaba interesado también en el mercado de fichajes. Pero una vez hasta se presentaron en el campo de entrenamiento del Inter, molestos por el inicio de temporada, para decirle cuatro cosas a Inzaghi sobre cómo debía jugar el equipo, aunque finalmente no lograron verlo. Se escucha en una grabación policial: “No, agresivo no, pero le digo: ‘Mister, aquí estás en Milán, no en provincias’”. La federación de fútbol italiana ha pedido información a la Fiscalía para verificar si debe imponer sanciones deportivas, pues el reglamento prohíbe a los equipos tener relaciones con estos grupos.
Lo cierto es que esta operación, con 18 arrestos y con escuchas telefónicas que confirman el carácter violento de los detenidos (“No me traiciones, si no me toca matarte”, dice uno de los ultras en una conversación), se veía venir. Es la respuesta a la alarma social que desató el pasado 4 de septiembre un brutal homicidio, captado por cámaras de seguridad y que apareció en todos los informativos como si fueran imágenes de una película de Scorsese. En el aparcamiento de un gimnasio de las afueras de Milán el capo de la Curva Nord del Inter, Andrea Beretta, mató a navajazos a uno de sus hombres, Antonio Bellocco, de 36 años. Dentro de su coche, mientras trataba de bajarse con el vehículo en marcha. En teoría eran amigos, y aparecieron fotos del día antes en sus redes sociales jugando un partido de futbito de interistas contra milanistas, pero en realidad mantenían una fuerte rivalidad por el control del negocio.
Pero este crimen contaba mucho más, porque la víctima, Antonio Bellocco, no era cualquiera, sino miembro de una las más potentes familias mafiosas de la ‘Ndrangheta de Gioia Tauro. Es uno de esos apellidos que hacen temblar, y de hecho Bellocco había llegado a Milán con su familia desde Calabria con una condena por mafia a sus espaldas. Aseguró a las autoridades que quería cambiar de aires. En realidad, el mito de que la mafia es algo del sur de Italia hace décadas que dejó de ser creíble y el norte del país está infestado de actividad mafiosa. Por eso Belloco estuvo siempre en el radar de la policía. Beretta, por su parte, era alguien muy violento, con continuas órdenes de alejamiento del estadio, que ya fue condenado por dar una paliza a un vendedor ambulante del estadio y romperle una pierna a patadas. El fiscal hasta incluyó el delito de odio racial porque la víctima era napolitana y le gritó que no querían gente de su ciudad allí. El ultra le quitó el aerosol que el comerciante usaba para el asma a pesar de que le rogó que se lo diera mientras le pegaba, diciéndole que daba igual porque le iba a matar. Entre las actividades delictivas que ahora han salido a la luz está precisamente la extorsión de todos los comercios en torno al estadio de San Siro, con la imposición del pizzo, el impuesto mafioso. Beretta está en prisión, y entre los arrestados de ahora está su sucesor, Renato Bosetti.
Pero ni siquiera esto era completamente nuevo, hay que remontarse más atrás. Las investigaciones que han desembocado en la operación de hoy empezaron en 2022, cuando ya hubo otro homicidio sonado, el de Vittorio Baiochi, alias Lo Zio (El Tío). Era un jefe histórico de los ultras del Inter que pasó 26 años en la cárcel y cuando salió, en 2018, volvió a frecuentar el estadio para regresar al mando. Se crearon tensiones de poder. Hasta que en 2022 dos hombres con un casco y una moto de gran cilindrada lo esperaron en la puerta de casa y le dispararon cinco tiros. Baiochi también tenía relaciones con el clan calabrés Facchineri, igual que con Cosa Nostra siciliana y organizaciones de Apulia, pero cuando volvió al fondo norte ya había otros que se habían hecho con su puesto en su ausencia. Se desató una violenta lucha por el mando, en la que se impuso y apretó las garras sobre el negocio. En una escucha telefónica policial se le oía decir: “Saco 80.000 euros al mes entre aparcamientos y otras cosas, 10.000 euros por partido”. Extorsionaba hasta a los vendedores de bocadillos. Aún no se sabe quién le mató.
Fue ese crimen, según los investigadores, el que abrió una guerra por ocupar ese vacío de poder. El grupo de extrema derecha de los Irreducibles perdió ante la irrupción de Beretta y Belloco, una maniobra que revela, según los investigadores, “el interés de la ‘Ndrangheta por la gestión de los negocios del estadio”. Pero no solo la mafia calabresa miraba a San Siro, también otras familias de la criminalidad milanesa querían tener una parte y han ido ofreciendo protección a las distintas facciones que se han ido enfrentando entre ellas estos años.
En el Milan, donde los ultras se agrupan en el colectivo Curva Sud, sobre los detenidos no pesa el agravante mafioso, pero funcionaban de manera parecida y no menos violenta. Su jefe, Luca Lucci, se hacía llamar el Toro y en los chats descubiertos por la policía que mantenía con narcotraficantes su apodo era Bestia Italia. Ya había sido condenado en 2018 y 2021 por tráfico de drogas y entró en prisión. Y también fue condenado a cuatro años por una brutal agresión. En el derbi de 2009 con el Inter, hizo perder un ojo de un puñetazo a un aficionado, que no se recuperó nunca del trauma y se acabaría suicidando tres años después. Por todo ello Lucci tampoco podía entrar al estadio. Había formado en torno al grupo de ultras, llamados Los Bandidos, toda una marca y una identidad, siempre vestidos de negro, capucha, bufanda cubriendo el rostro. Un pequeño ejército temido dentro y fuera del estadio.
También han sido detenidos su hermano Francesco y Christian Rosiello, guardaespaldas del famoso rapero italiano Fedez, exnovio de la no menos popular influencer Chiara Ferragni. Fue protagonista de una sonada pelea en una discoteca que apareció en todos los medios y en la que estuvo involucrado otro famoso, Cristiano Iovino. Lucci tiene contactos con el mundo VIP porque montó una cadena de tiendas de tatuajes y peluquerías. Ahora se ha recordado que tiene una foto en el estadio en 2018 saludando al líder de La Liga, Matteo Salvini, que entonces era ministro de Interior. Ahora es vicepresidente del Gobierno y ha recibido críticas, pero ha replicado que se hace fotos con mucha gente: “Voy al estadio desde que soy pequeño, y con milanistas tengo miles de fotos, esperando que sean todos gente decente”.