A Montse Canals le faltan los dos brazos por debajo del codo. En 2008 accedió a un puesto en una de las empresas que ahora forman parte de Ilunion: “Quería trabajar en una organización donde pudiese tener un desarrollo profesional. La mía es una discapacidad muy visual, y sé que hay prejuicios aunque soy 100% autónoma”. Lleva 15 años escalando posiciones y ahora es responsable del Área de Gestión del Talento. Está satisfecha con lo que ha conseguido y le gusta su trabajo.
Muchas personas con discapacidad, en cambio, no consiguen pasar de la primera entrevista de trabajo. Rara vez se habla de gente discapacitada en los consejos de administración. Tampoco es frecuente escuchar a un alto ejecutivo repetir que quiere conseguir un mundo mejor —a menos que lo haga delante de una visita de escolares en el día del planeta y luego se olvide del asunto—. Alejandro Oñoro, consejero delegado de Ilunion, lo repite media docena de veces durante la conversación para explicar los objetivos de la corporación participada por ONCE y su fundación.
El grupo de empresas que dirige es uno de los grandes empleadores del país: en 2023 (hasta mayo) suma 2.000 nuevas contrataciones a los 36.770 puestos que ya generan sus 487 centros de trabajo. El 42% del grueso laboral lo forman PCD, Personas con Discapacidad, para abreviar. “Si vas a alguno de nuestros hoteles verás a mucha gente trabajando. Si te fijas, la chica de recepción quizá tenga una pantalla más grande, quizá veas que alguien que cojea un poco. Hay otras discapacidades que no vas a apreciar, alguien quizá tenga una discapacidad auditiva u orgánica, que le falte un riñón, pero no lo vas a notar”. En España hay unos dos millones de discapacitados, según el INE (últimos datos publicados, de 2021) y el 34% son activos, pero su tasa de paro, del 22%, está muy lejos de la media del país, que ahora se sitúa en el 13%. En el grupo Ilunion la estadística se retuerce. De las 1.100 personas que trabajan en Torre Ilunion de Madrid, la central, 650 son PCD. El holding tiene 238 centros especiales de empleo, donde la mayor parte de la plantilla presenta alguna discapacidad.
Pero el modelo no funcionaría si no estuviera engrasado con billetes. El año que viene se cumplirá una década de la creación del holding resultado de la integración de las antiguas Ceosa (perteneciente a la ONCE) y Fundosa (de su fundación). Por aquel entonces facturaba 747 millones y llevaba cuatro años perdiendo ventas. Algunas aventuras habían salido mal, como una empresa en Venezuela de la que tuvieron que desprenderse por la inestabilidad del país. Han pasado ocho años y tras el bache de la pandemia, el 2022 terminó con números bastante redondos: 1.000 millones en ventas, 50 líneas de negocio en seis ramas, presencia en cuatro países y un ebitda que duplica al del año anterior: 81 millones. “El año ha sido bueno, con récord de ventas, resultados, empleo… Si en 2014 teníamos el resultado basado en una compañía, en este momento práctica totalidad de las empresas del grupo están en resultados positivos”. Han dado, dice Oñoro, con la tecla de combinar la rentabilidad social y la económica.
Bajo el paraguas de Ilunion descansan empresas de servicios (desde contact centers a logística, ensamblaje o control de calidad para empresas de automoción), hoteles y lavanderías; rama sociosanitaria (centros de día y residencias); comercialización (tiendas de regalos); consultoría y economía circular (plantas de reciclaje). Pero el motor de la rentabilidad ahora mismo está en los hoteles y las lavanderías que trabajan para el sector sanitario y el turístico, que representan el 33% de las ventas pero aportan el 73% del resultado bruto de explotación. De sus 30 hoteles, uno está en gestión, 12 son propios y el resto, alquilados. “En Madrid tenemos cuatro, tres de ellos con un 70% de empleo con discapacidad. Son hoteles modernos, innovadores, accesibles, inclusivos…”, abunda Oñoro. Además del madrileño tienen cinco en Barcelona, cuatro en Valencia y están presentes en ciudades como Málaga, Sevilla, Zaragoza, Bilbao, San Sebastián, Cádiz, Huelva o Lanzarote. Combinan el turismo de ciudad con el vacacional con una oferta que garantiza que los espacios o los servicios, por ejemplo de restaurante, estén adaptados a cualquier persona.
Su política combina un crecimiento orgánico con la compra de otras empresas. Cada año invierten entre 80 y 90 millones: “Recientemente hemos comprado un contact center; hace dos años compramos dos plantas de servicios industriales y antes de terminar 2023 haremos alguna operación más. También hemos hecho adquisiciones de lavanderías y en el sector de la economía circular: teníamos una pequeña planta de reciclaje en León, hemos comprado otra en Madrid y una empresa de transporte de residuos”. Donde no han dado más pasos es en el negocio inmobiliario: tras desprenderse hace una década de nueve edificios en Madrid y Málaga siguen desinvirtiendo en suelo, pese a que todavía tienen una cartera de unos 300.000 metros. “Hemos hecho una operación de promoción de viviendas recientemente, nos la quitaron de las manos, pero no es nuestro core”.
División comercial
Más flojo es el rendimiento de su división comercial. Ilunion tiene 70 tiendas en hospitales que venden flores, bombones o regalos, pero tras la crisis sanitaria se está perdiendo la costumbre de ir a visitar a familiares convalecientes o a felicitar los nacimientos en las maternidades, de modo que han reorientado algo su política y se han empezado a asociar con franquicias. Con Rodilla, por ejemplo, tienen tres establecimientos en Madrid donde venden sus famosos sandwiches.
En cuanto a los centros sociosanitarios, con siete residencias y 13 centros de día acaban de adjudicarse el concurso de asistencia en el País Vasco. “Es un sector en el que vamos a crecer mucho en los próximos años”, pronostica el consejero delegado. Pronto abrirán en Pontevedra una residencia con 25 apartamentos para mayores que sean autónomos pero que quieran tener cerca servicios de asistencia en lo que se ha llamado el senior living. En consultoría también ven un filón para eliminar barreras de accesibilidad, tanto al medio físico como digitales. 140 ingenieros, economistas o arquitectos con discapacidad están en el equipo. “Cuando ves un telediario con subtítulos, son nuestros. Cuando un ayuntamiento apueste por un plan de accesibilidad probablemente seamos nosotros los que lo hayamos redactado”.
La mayoría de toda esta actividad está en España, pero Oñoro ambiciona retomar la expansión internacional, y además de Andorra o Portugal ha puesto una pica en Colombia. ¿Qué se les ha perdido allí, teniendo en cuenta que el soporte de creación de todo el grupo es la concesión pública de las loterías en España? “Eso mismo me preguntaron en el consejo cuando vimos que nos podíamos implantar en Colombia, en 2015″, responde el ejecutivo. “Cualquier grupo debe tener una cartera y un posicionamiento diversificado”, razona. “Después de cinco años tenemos 350 personas contratadas allí, casi 200 con discapacidad. Tenemos proyectos que funcionan sin ninguna ayuda pública, proyectos que son un referente”. En Colombia hay una ley que impide despedir a cualquier persona con discapacidad y que ha creado un incentivo perverso: las empresas le dan la espalda a este colectivo. “Hemos convencido a una red de empresas a que contrate a 500 personas con discapacidad, es un efecto multiplicador de nuestro propósito”.
Con una deuda neta a mayo de 187 millones, este año esperan escalar hasta los 1.100 millones en ventas. No les preocupa que haya un cambio de gobierno de cara a su participación en concursos públicos, como el que ahora abre Aena. “Nuestro modelo no hace daño a nadie, crea valor social. Eso es una experiencia singular en el mundo, creamos marca España con personas que trabajan felices, eso hacemos”.
Mucho personal, poco margen
La fuente de las ventas de Ilunion está en una división complicada de manejar para muchas empresas, los servicios, que abarcan desde la seguridad y vigilancia de centros públicos y privados a la limpieza o los servicios de emergencias telefónicos de las comunidades autónomas. Alejandro Oñoro, consejero delegado de la empresa, reconoce que en seguridad están sufriendo por unas subidas salariales pactadas para los vigilantes que no están siendo capaces de trasladar a los clientes. “Son sectores con márgenes bajos en los que opera la subrogación, pero nos permiten generar mucho empleo”, reconoce.
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