Mucho sol, buenos emplazamientos para la eólica y miles de hectáreas sin ocupar: el hidrógeno verde y el amoniaco, su derivado y principal alternativa para poder transportarlo a largas distancias, han encontrado en Andalucía el ecosistema propicio para su eclosión en Europa. El reciente movimiento de dos de las mayores energéticas de España, Cepsa e Iberdrola, que acaban de desvelar sus planes de plantas de producción de amoniaco renovable en suelo andaluz, ha sido la punta de lanza de una tendencia que —aunque más tímidamente— ya había empezado antes. Los proyectos no son precisamente peccata minuta: llevarán aparejada una inversión de 1.750 millones —1.000 el de la petrolera, que será el mayor de Europa en su clase; y 750 el de la eléctrica—, con Cádiz (San Roque) y Huelva (Palos de la Frontera y la propia capital) como emplazamientos elegidos. Y a eso hay que añadir todo lo anunciado antes: casi dos docenas de instalaciones, aunque de mucha menor escala.
¿Por qué Andalucía? La elección de esta comunidad responde, sobre todo, a una cuestión de costes. “Es, claramente, el lugar más competitivo de Europa para generar hidrógeno y amoniaco verdes”, sintetizaba el consejero delegado de Cepsa, Maarten Wetselaar, al ser preguntado por los motivos detrás de su apuesta por la región. En las hojas de cálculo de la empresa —que tiene como principal accionista al fondo soberano de Abu Dabi, construido a golpe de petrodólar, pero que juega ahora la partida de depender cada vez menos del crudo—, el 80% del coste de producción es la electricidad renovable. “Y Andalucía es, junto con el sur de Portugal, el punto del continente donde es más bajo. Es una ventaja estructural, fundamental, como también lo es el espacio: tiene mucho para desarrollar proyectos a gran escala”, aquilataba en respuesta a preguntas de EL PAÍS en la puesta de largo de su plan. El maná de los fondos europeos, reconocía, también es un factor clave.
“Si se construyen proyectos de derivados de hidrógeno verde (amoniaco, metanol…), fácilmente transportables, entonces el sur de la península ibérica reúne todos los ingredientes necesarios para lograr productos competitivos: abundante y competitiva energía renovable, potente tejido industrial y puertos con capacidad de exportación”, completa Millán Garcia-Tola, director global de Hidrógeno Verde de Iberdrola. “Además, el corredor marítimo que une España y Portugal con los Países Bajos será una forma rápida de transportar la energía renovable del sur de Europa a los grandes centros consumidores del norte utilizando vectores energéticos como el amoniaco verde”.
Entre tres y cuatro euros por kilo
Este cóctel de factores arroja un coste medio por kilo de hidrógeno verde de entre tres y cuatro euros en Andalucía, según los ejecutivos de Cepsa. Es la mitad que en el centro de Europa, donde se ubica el mayor consumidor presente y futuro de este gas llamado a cambiar el rumbo de la transición energética: Alemania. Unas cifras en las que también coincide Carlos Bernuy-López, experto en hidrógeno verde y consultor sénior de la firma de ingeniería danesa Raboll.
Con estos números en la mano, enfatiza Bernuy-López, el coste del hidrógeno producido con electricidad fotovoltaica o —en menor medida— eólica en Andalucía está prácticamente al mismo nivel que el generado con gas natural, si se tiene en cuenta el coste de los derechos de emisión de carbono que lleva aparejado. “Eso quiere decir que España y, particularmente, Andalucía va a tener una ventaja competitiva durante décadas, hasta que el precio de la electricidad renovable vaya igualándose entre regiones”.
De momento, la brecha es abismal: en España, enfatiza el técnico español, el coste de generación de los nuevos proyectos solares ronda los 30 euros por megavatio hora (MWh), también la mitad que en Alemania. E incluso cuando esta se estreche, avisa Bernuy-López, ese país seguirá necesitando ingentes cantidades de hidrógeno para alimentar su planta manufacturera. “España puede y debe ser uno de sus principales suministradores, pero no debe conformarse con ser un país productor y exportador de hidrógeno: tiene que dar valor añadido y atraer industria”.
La sombra de la burbuja
Con todo, Daniel López Marijuán, responsable del área de Residuos, Energía y Cambio Climático de Ecologistas en Acción, prefiere ser cauto ante lo que cree que puede ser “una burbuja” alentada por la posibilidad de “rebañar subvenciones”. “Desde el ecologismo criticamos que la apuesta por el hidrógeno verde no implique un cambio real en el modelo energético. Estas inversiones pueden ser positivas si no están sobredimensionadas, son razonables y sensatas”, apunta López. De hecho, el ecologista estima que en España se producen hasta 60.000 toneladas de hidrógeno gris —a partir de gas o hidrocarburos—: “Si todo eso se reemplaza por producción por renovables es positivo”.
Aunque para ello será necesario la construcción y puesta en marcha de una cartera de proyectos que Cepsa ya ha cuantificado en tres gigavatios (GW) de potencia de energía eólica y solar, con una inversión adicional de 2.000 millones de euros. Será por la vía de plantas solares y eólicas que se ubicarán en las inmediaciones de sus refinerías, de las que aún no han concretado su extensión.
Tanto al regidor de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix (PSOE), como al de Palos, Carmelo Romero (PP), esos nuevos campos solares no suponen un problema. De hecho, abrazan con ganas la inversión. El gaditano asegura que en su término municipal ya hay proyectos en curso que multiplicarán la superficie de fotovoltaica: “Vamos a intentar que sea sostenible con el sector primario y con el turismo”. Romero asegura también que su intención es “hacer que se instalen nuevos campos en el municipio”. López Marijuán, sin embargo, apunta que, en lo social, no es tan sencillo porque “cada vez generan más rechazo”, como demuestran las manifestaciones contra estas instalaciones que ya se han producido en el propio Campo de Gibraltar.
Hablar de hidrógeno verde es, en cierto modo, hablar de futuro. No solo porque la mayoría de grandes nombres de la industria energética esté apostando por él para reemplazar los carburantes en los ámbitos a los que la electrificación lo tiene más difícil para llegar (transporte de mercancías, sobre todo por mar; aviación; industria pesada), sino porque en el muy corto plazo el mayor sentido de estos proyectos es el de reemplazar los usos actuales del hidrógeno sucio, el generado con combustibles fósiles. Y ahí, los emplazamientos andaluces también cobran un sentido especial: las plantas de amoniaco de Cepsa estarán junto a dos refinerías ya operativas de la compañía, en Palos de la Frontera (Huelva), un potente polo químico andaluz y San Roque (Cádiz), uno de los municipios que integran el importante polo petroquímico del Campo de Gibraltar, vinculado además al cercano puerto de Algeciras, de los más destacados de Europa.
Aunque todos los proyectos en marcha están diseñados para cubrir primero las necesidades nacionales y para exportar después amoniaco verde por barco, la figura del H2Med o BarMar, el futuro tubo que conectará Barcelona con Marsella y que permitirá a España vender ingentes volúmenes de hidrógeno, sigue proyectándose en el horizonte con una fecha prevista de entrada en funcionamiento: 2030. “El corredor marítimo que vamos a poner en marcha y el hidroducto son totalmente complementarios”, deslizó Wetselaar en la puesta de largo de su proyecto. “Es posible que el tráfico marítimo disminuya cuando tengamos el tubo, pero necesitaremos ambos”.
Miles de puestos de trabajo, pero sin formación
El anuncio de los nuevos puntos de producción de hidrógeno verde en Cádiz y Huelva traerán consigo miles de puestos de trabajo. Solo Cepsa asegura que necesitará 10.000 nuevos trabajadores, entre directos e indirectos. Eso entusiasma a los regidores de San Roque (Cádiz) y Palos de la Frontera (Huelva), que abrazan con ganas la inversión. “Garantizará que San Roque siga teniendo un peso relevante en la indistria andaluza”, asegura el alcalde San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, en referencia al polo petroquímico del Campo de Gibraltar, que ya genera 9.629 empleos, según la última memoria de la asociación de empresas de la zona, AGI. Sin embargo, Antonio Fernández Espinosa, secretario general del Metal (FICA) de UGT en el Campo de Gibraltar, duda que todos esos empleos sean “constante” y cree que estará más vinculada al momento álgido de la construcción de las plantas.
Fernández alaba, con todo, la inversión, pero en la última reunión que ya ha mantenido con Cepsa sí le ha trasladado el mayor temor sindical. “Los puestos de trabajo que se prevén es que son específicos y cualificados y tanta mano de obra no existe. En el Campo de Gibraltar los tuberos y soldadores están ya asentados en sus empresas. Y no va a ser solo aquí es también Huelva, ¿de dónde van a salir los profesionales?”, se pregunta el sindicalista. Una reivindicación similar tiene el alcalde de San Roque, preocupado por una inversión que, a su juicio, debería ir aparejada con la creación de centros de formación profesional en su municipio. “La Junta de Andalucía no ha realizado su parte en la planificación y esa es una carencia detectada porque no existen propuestas para que la población joven se forme en esos puestos de trabajo que van a hacer falta”, denuncia el regidor.
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