En plena ralentización europea, la economía española aguanta con robustez, apoyada en un mercado laboral que crece con fuerza pese a las subidas de tipos y por más que la inflación haya erosionado las finanzas de las familias; aupada por la fortaleza de servicios como la hostelería, las actividades profesionales y las comunicaciones, e impulsada por la inversión en construcción y, sobre todo, por una vigorosa recuperación del consumo de los hogares tras dos trimestres previos de contracción. En esas circunstancias, el producto interior bruto crece un 0,4% trimestral, según el avance que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística este viernes. Aunque se ralentiza respecto al 0,6% registrado en el trimestre anterior y que ahora se revisa al 0,5%, la resistencia de la actividad sorprende en un contexto de intensas subidas de tipos y con una inflación subyacente todavía elevada. En términos anuales, la desaceleración se visualiza de forma mucho más evidente: ahora solo se avanza un 1,8% interanual frente al 4,2% que se registró en el trimestre precedente y que en parte era todavía fruto del fortísimo rebote tras la covid.
Durante el cuarto trimestre del año pasado y el primero de este año se produjo una disminución del consumo de los hogares en términos reales, una vez restada la evolución de los precios. Era una situación lógica ante una inflación que restaba poder de compra y la progresiva subida del coste de las hipotecas. Además, en este entorno tan complejo, las familias dispararon el ahorro entre enero y marzo, probablemente para elevar las amortizaciones de sus créditos inmobiliarios. Sin embargo, el consumo ha vuelto a crecer con fuerza, un 1,6% entre abril y mayo con la llegada del buen tiempo, gracias al buen comportamiento del empleo, el repunte de los salarios y un cierto alivio en las tasas de inflación.
Esta recesión del consumo que vivieron los hogares entre octubre y marzo se vio compensada entonces por la gran pujanza de las exportaciones y los servicios. Así se logró que el PIB engordase un vigoroso 0,5% en el trimestre anterior, a pesar del retroceso de las compras de los hogares. Pero ahora solo son los servicios los que tiran. Las exportaciones caen un 4% trimestral por la desaceleración exterior y dejan de ser uno de los motores para ceder el testigo al comercio y la hostelería, que crecen un 1% entre abril y junio; la construcción, un 2,8%; la administración pública con educación y sanidad, un 1,9%, y la información y comunicaciones, un 3,2%.
Este cambio en los sectores que están empujando probablemente explica que haya aumentado mucho más el empleo, un 1,3% en horas trabajadas en el trimestre, que lo que ha crecido la economía. Mientras que las exportaciones son muy productivas, las ramas que impulsan la producción en el segundo trimestre lo son menos y precisan de más mano de obra. Como consecuencia, la productividad por hora trabajada se ha estancado respecto a los niveles previos a la pandemia. “El crecimiento del PIB del 0,4% está por debajo del que preveíamos, que era un 0,7%. Detrás de la desaceleración del PIB está la caída de la productividad por hora trabajada. Después de cuatro años, seguimos teniendo el reto de mejorar la productividad”, señala Rafael Doménech, economista del BBVA.
En definitiva, las excelentes cifras de empleo que arrojó la Encuesta de Población Activa hacían pensar que el PIB rendiría mejor. Pero la economía no ha tenido el mismo comportamiento que el empleo debido a esta recomposición de los sectores y la consiguiente pérdida de productividad. En un año se han creado 546.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo.
Los servicios están exhibiendo en general un gran comportamiento tras la pandemia. El consumidor postcovid está mostrando una preferencia por el turismo y la hostelería en detrimento del gasto en bienes duraderos. De ahí las dificultades de una industria que cae un 1,2% en los datos de este viernes y que sufre además la atonía de la actividad mundial, la crisis de precios y las subidas de tipos. Si España fue una economía que acusó especialmente las restricciones de la pandemia por su dependencia del turismo y la hostelería, ahora es el norte de Europa el que se resiente por las manufacturas y su dependencia energética. Tampoco ayuda la debilidad de China tras su reapertura.
“En este segundo trimestre se ha recuperado la demanda nacional después de haber caído en los dos trimestres anteriores. Sin embargo, todavía es un 0,7% inferior a los niveles prepandemia y el consumo privado aún se encuentra un 3,4% por debajo en términos reales”, apunta María Jesús Fernández, analista de Funcas. Con las nuevas revisiones de los periodos precedentes, el PIB se quedó en el primer trimestre prácticamente a las puertas de recobrar las cotas precovid: a un 0,03%. Así que la recuperación del PIB previo al coronavirus solo se ha hecho estrictamente entre abril y junio de este año. Tras las revisiones del INE, el crecimiento del año parece más próximo por ahora al 2% que al 2,5% que acaba de pronosticar el FMI.
El deflactor del PIB ―es decir, lo que crecen los precios de producción nacionales― sube un 6% respecto al mismo trimestre de 2022, tres décimas menos que en el trimestre precedente. En cuanto al debate sobre qué está causando más inflación, si los salarios o los excedentes empresariales, Doménech hace un cálculo: los dos se encuentran una vez deflactados una décima por encima de finales de 2019. Es decir, están empatados. Y los impuestos superan las cotas del cuarto trimestre de 2019 en un 3,2%.
Respecto a las exportaciones, las de turismo, que habían crecido con mucha intensidad desde la pandemia, se desaceleran y apenas suman un 1% trimestral, una tasa muy inferior a las que venía marcando. En cambio, las ventas al exterior de mercancías se hunden un 5,9% hasta niveles inferiores a los de 2019 y explican el considerable retroceso del total de las exportaciones. A todas luces, la desaceleración exterior está teniendo ya un impacto en las cuentas económicas españolas. Las importaciones también bajan, pero mucho menos: un 1%. Y la inversión despega con un alza del 4,6% a pesar de las subidas de tipos y respaldada por los fondos europeos. Si bien una parte importante se debe a la inversión en vivienda y otras construcciones, que se dispara un 7,3% una vez superados los problemas de suministros y de subidas de costes. Sin reglas fiscales europeas, el consumo público sigue trazando una trayectoria ascendente y sube un 1,5% trimestral.
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