La banca española ha superado los test de estrés más duros de la historia. Las entidades nacionales han salido reforzadas de las pruebas de solvencia a las que se han sometido para comprobar su capacidad de resistir a una crisis. Así, las entidades nacionales que participan en este examen (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter, Unicaja, Kutxabank y Abanca) pasarían de contar con una ratio de capital media del 12,41% al 9,99%.
De esta forma, se destruirían 2,42 puntos. Se trata de un nivel inferior a los 4,59 puntos que se volatilizarían, de media, en los bancos de la UE, que pasarían de contar con un capital del 15% al 10,4%. Igualmente, el sector bancario español se sitúa en una mejor posición que las entidades de países comparables. La banca italiana destruiría 3,51 puntos; la neerlandesa 5,23 puntos; la alemana 5,76 puntos; y la francesa 5,92 puntos.
“Lo que nos demuestran los test de estrés es que los bancos son solventes y resilientes. Resisten bien un escenario que es muy adverso porque está basado en una recesión global, con incrementos de los tipos de interés, una inflación alta y persistente y con una caída del precio de los inmuebles. Nuestra conclusión es que la banca sigue resistiendo bien en el peor escenario”, explica a El País y a CincoDías, Ángel Monzón, responsable de análisis de riesgos y test de estrés en la EBA.
El sector financiero estaba expectante ante los resultados de las pruebas de resistencia, ya que en esta ocasión la EBA ha diseñado el escenario adverso más duro desde que se realiza este tipo de pruebas. Los test de estrés son un examen de solvencia al que se han sometido 70 bancos de la Unión Europea para evaluar su capacidad de resistencia ante una crisis, detectar posibles fallos y mejorar la gestión de los riesgos. Se trata de pruebas que se realizan cada dos años por parte de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y que presentan el comportamiento de las entidades en un horizonte temporal de tres años en un escenario base (neutro) y otro adverso.
En concreto, en lo que respecta a los bancos españoles, Bankinter sería el banco que mejor resistiría a una crisis en los próximos tres años (destruiría solo 1,6 puntos de capital), al pasar de contar con una ratio de solvencia del 11,9% al 10,3%. En segundo lugar, Santander, con 1,7 puntos (pasaría de contar con un capital del 12% al 10,3%. La entidad presidida por Ana Botín es habitualmente el banco de la UE que menos capital volatiliza de entre las grandes entidades europeas. En tercer lugar, Kutxabank, que destruiría 1,9 puntos y pasaría de una ratio del 17,2% al 15,3%. La entidad vasca suele aparecer en la parte alta de la clasificación con entidades que cuentan con un mayor nivel de capital.
En un escalón por debajo, Abanca volatilizaría 2,7 puntos del capital (pasaría de una ratio del 11,9% al 9,2%) y BBVA 2,9 puntos, desde el 12,6% al 9,7%. En la parte baja de la clasificación de los bancos españoles se ubican CaixaBank, que volatilizaría 3,2 puntos; Unicaja, que destruiría, 3,3; y Sabadell, con 3,8 puntos.
“Como se esperaba, los resultados de las pruebas de resistencia de la EBA no generan grandes sorpresas y demuestran la fuerte resistencia del capital del sector bancario”, explica Fernando de la Mora, director gerente y responsable de Alvarez & Marsal para España y Portugal.
Dividendo y recompra de acciones
En esta ocasión, la banca española se ha beneficiado de la estructura de su negocio. El escenario diseñado por la EBA se basaba en un entorno de caída de seis puntos del PIB, un aumento de los niveles de desempleo hasta el 12% y niveles de inflación del 19,9%. También mayores subidas de los tipos de interés. Se da la circunstancia de que la banca española mantiene en su balance la mayor parte de los créditos a tipo variable, lo que permite generar más ingresos en entornos de amortiguar el impacto del entorno macroeconómico. “Por un lado, hay un escenario muy severo, por lo que los bancos se ven impactados. Pero por otro, la situación inicial de buenos resultados, de incremento del margen de interés y de alta calidad crediticia les permite generar un colchón y que las pérdidas no sean tan altas”, señala Monzón.
Los test de estrés son una prueba decisiva (aunque no la única) para determinar las políticas de dividendo y los programas de recompra de acciones de los bancos. Durante la pandemia del Covid-19 el BCE recomendó a las entidades suspender la remuneración a los accionistas y las recompras para preservar el capital ante la incertidumbre sobre las perspectivas macro. Una vez recuperado el negocio y con beneficios récord, las entidades buscan recompensar a sus inversores para repuntar las cotizaciones y elevarlas hasta alcanzar su valor en libros.
“Es cierto que después de una época que hubo cierta paralización, los bancos han vuelto a pagar dividendos. Los test de estrés dan una información a los supervisores que sumándose a otras informaciones ayuda a evaluar la situación de cada banco. Pero es una cuestión más específica que el supervisor tendrá que discutir individualmente banco por banco”, detalla el jefe de los test de estrés de la EBA.
No obstante, “Los resultados de las pruebas de resistencia ponen de manifiesto puntos de vista opuestos entre los reguladores y los bancos. Los primeros quieren restringir más aumentos de la distribución de capital debido a la incertidumbre macroeconómica y a las secuelas de la minicrisis bancaria. Los segundos quieren devolver más capital debido a los niveles más favorables de los tipos de interés, la baja morosidad y la mejora de la rentabilidad. En nuestra opinión, esperamos nuevos aumentos de dividendos y recompras bancarias”, explica de la Mora.
A pesar de los buenos resultados que han arrojado los test, el supervisor no las tiene todas consigo y está vigilando un posible repunte de la mora. Desde la crisis sanitaria por el Covid, la bolsa de créditos en stage 2 (vigilancia especial) no ha dejado de crecer y está vigilando el comportamiento de pago de los clientes. “Hay que ser prudentes y tener en cuenta que las subidas de tipos pueden tener un riesgo sobre las carteras de crédito porque los clientes tienen que pagar más por las deudas. Por ahora el riesgo de crédito sigue siendo muy bajo, pero estamos en una situación de incertidumbre y a futuro puede haber pérdidas en las carteras”, concluye Monzón.
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