Fiebre, revolución, frenesí, bum. El auge de la inteligencia artificial (IA) es una realidad que domina las noticias y ha entrado de forma arrolladora en el negocio de muchas empresas y profesionales. Los mercados confirman esta tendencia. En lo que va de año, el Nasdaq 100, el índice tecnológico por excelencia, sube un 41,6% y firmó el mejor primer semestre de su historia gracias al impulso de tan solo un puñado de empresas enfocadas hacia la inteligencia artificial y encabezadas por Nvidia, que gana un 211% desde enero y cotiza con un PER de nada menos que 222,8 veces. Ante este subidón, se presentan dos dilemas. El primero es ético. Expertos internacionales se debaten sobre la necesidad de regular esta herramienta. El otro es financiero. ¿El auge de la IA llevará a una burbuja?
“A estos niveles uno observa la revalorización y cómo están los ratios de PER y se pregunta si tiene sentido”, reflexiona Javier Molina, analista de mercados para eToro. Los ratios de cotización de Nvida ilustran esta duda y también los de Snowflake, una empresa especializada en servicios de almacenamiento de datos y computación en la nube, para la que el PER esperado en 2024 es de 277,6 veces, según Bloomberg. En sus últimos resultados arrojó unas pérdidas de 273 millones de dólares.
El Nasdaq ya optó por una primera “purga” para evitar el riesgo de un pinchazo en el sector. El ajuste de composición del índice, efectivo desde el pasado lunes, restó peso a las principales tecnológicas para que no dependa tanto del valor de unas pocas compañías. Si antes Microsoft, Apple, Alphabet, Nvidia, Amazon Meta y Tesla suponían un 43% del peso del selectivo, ahora representarán un 38%. Estos recortes no van a suponer un frenazo para las tecnológicas y sí podrían despertar el interés hacia otros valores del índice que aumentaron su ponderación y así extender el mercado alcista, apuntan los analistas.
Pese a las señales que podrían apuntar a una incipiente burbuja en la inteligencia artificial, nadie prevé un retroceso del sector. Mike McLean, director de inversiones de capital riesgo de Schroders, resalta que la IA es una herramienta cada vez más importante de las compañías que se crean hoy en día. “Los flujos hacia las empresas de inteligencia artificial están creciendo exponencialmente, mucho más rápido que el mercado de capital riesgo”, considera el experto.
Aunque la adopción de la IA se encuentra todavía en una fase temprana, estos avances en los últimos años son la consecuencia de una tendencia de hace una década. Rolando Grandi, gestor de fondos de renta variable internacional de La Financière de l’Échiquier, opina que los resultados económicos aportados por la IA son tangibles. “Esto debería impulsar una aceleración del crecimiento de las ganancias por acción de las empresas que desarrollan o adoptan la IA, lo que debería traducirse en fundamentos saludables que apoyarán el aumento de los precios de las acciones”, explica.
¿Hacia una burbuja?
El rally alcista de estos valores seguirá, según los expertos consultados, aunque apuntan a que el entusiasmo se basa no en la realidad actual de lo que supone la IA sino de lo que podría suponer a futuro. Lo que están haciendo los inversores es adelantar resultados. Ahí es donde se genera el problema, advierte Molina. “Cuando un inversor está recogiendo rentabilidades del futuro y estas no se cumplen, se generan volatilidad y ajustes a la baja”, remarca. Si se valoran unos beneficios futuros y con el paso del tiempo estos difieren, las correcciones van a ser fuertes, alerta.
Sin lugar a dudas, la potencialidad de la IA para impulsar el crecimiento económico es enorme. La principal beneficiada es la Bolsa, propulsada por el aumento del PIB y de las ganancias de las empresas del sector. Sin embargo, desde Goldman Sachs advierten de que se repiten algunos patrones del pasado. En particular, recuerdan las similitudes con la expansión de la electricidad en los años veinte del siglo pasado y la llegada de internet en la década de los noventa.
Para el grupo estadounidense, ambas herramientas fomentaron un aumento de la productividad, lo cual llevó a los mercados a pagar en exceso por las previsiones de ganancias futuras y a excederse en las valoraciones, generando una burbuja y el consiguiente colapso. “El potencial auge de productividad impulsado por la IA comparte algunas de las características clave que han llevado a estos problemas en el pasado”, es decir, una innovación disruptiva que podría empujar al alza la productividad y la rentabilidad. “Esto crea la base para nuevas inversiones y alimenta la creencia en un ciclo más amplio de innovación”, destacan. Desde la firma de inversión estadounidense consideran que con el tiempo los beneficios de la IA deberían dispersarse en diferentes sectores e industrias, aunque mientras tanto se preguntan si el mercado acabará pagando de más.
Paddy Flood, especialista global en tecnología de Schroders, coincide con esta lectura y avisa de que estos cambios tecnológicos significativos pueden “crear riesgos disruptivos y las empresas pueden descontar ventajas de la inteligencia artificial que no llegan a materializarse”. No obstante, rebaja el pesimismo y rechaza la idea de la burbuja, guiado por la convicción de que multitudes de compañías incorporarán la inteligencia artificial para mejorar su productividad, sus procesos y sus resultados.
Beneficios
El interés de los inversores sigue vivo, como se observa en los resultados de las principales tecnológicas. En su cuarto trimestre, Microsoft alcanzó un beneficio neto de casi 18.200 millones de euros, un 20% más que el mismo periodo del año anterior; Alphabet obtuvo unas ganancias netas de 30.236 millones de euros desde enero, un 3% más respecto al mismo periodo de 2022. Las cuentas de Tesla, en cambio, revelaron las primeras grietas en el Nasdaq, con los inversores preocupados por la reducción del margen bruto de la compañía.
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