Claudia Pontini prepara la maleta para las vacaciones y lleva en su bolso, por primera vez en sus viajes de agosto, el pasaporte. No está segura de necesitarlo, pero prefiere llevarlo consigo en su desplazamiento al extranjero. Viajará a Saranda, Albania. “Allí tengo el mar, cultura, buena gastronomía, ocio y todo lo que busco, pero a un precio mucho menor de lo que me costaría quedarme en Italia”, explica esta arquitecta romana de 37 años que siempre había veraneado entre Apulia, Cerdeña y Sicilia. Como ella, cada vez menos italianos se quedan de vacaciones en Italia. El turismo en el país transalpino les resulta demasiado caro. Es una tendencia que ha comenzado a registrarse este verano. El aumento de los precios de transportes, alojamientos y restauración y la pérdida del poder adquisitivo debido a la inflación están modificando los hábitos vacacionales y están cambiando el mapa de las principales metas turísticas de los italianos, que se están decantando por opciones más económicas en el extranjero como España, Túnez, Egipto o Albania, para sorpresa de hosteleros y restauradores nacionales, que no contaban con ello.
Los últimos meses, las previsiones del sector turístico hablaban de 2023 como el primer año en el que el número de presencias y el volumen de negocio superarían los niveles anteriores a la pandemia del coronavirus. Sin embargo, al menos hasta el momento, no está siendo así. Las asociaciones profesionales italianas del turismo han comenzado a hacer números. Sus estimaciones apuntan, de media, a una reducción de entre el 20% y el 25% en las reservas. Aunque julio, como ha explicado la ministra de Turismo, Daniela Santanchè, “superó con creces las expectativas, con cifras por encima de las de 2019″, agosto preocupa por su importante caída, en algunos casos del 30-33% según la plataforma de marketing de viajes Sojern, y precisamente en la zona que en otros tiempos impulsaba el sector: el Sur.
Federturismo, que reúne a las asociaciones de categoría, reconoce que las llegadas de turistas extranjeros van en aumento (+4%), pero no logran compensar por completo la caída de italianos, por lo que el balance ronda las 800.000 presencias menos este mes respecto a agosto del año pasado.
Y eso que el año había empezado bien, como recuerda Confcommercio, la Confederación general italiana de empresas, con un 15% más de visitas en los cinco primeros meses. “Los datos negativos proceden del mercado nacional”, ha explicado Bernabò Bocca, presidente de Federalberghi, la asociación de empresarios del sector turístico-hotelero, que también ha resaltado que “el mercado internacional va bien”.
Varios expertos del sector coinciden en esta explicación y consideran que las cifras inferiores a las previstas se deben principalmente a una fuerte e inesperada caída del turismo nacional. Aunque es demasiado pronto para obtener cifras globales y por el momento solo hay estimaciones y datos parciales, todos apuntan en la misma dirección.
En julio, el Instituto Regional de Planificación Económica de la Toscana estimó que en los tres primeros meses de 2023, los turistas toscanos que visitan lugares de la Toscana cayeron un 9% en comparación con 2019, el último año antes de la pandemia. En el norte de Cerdeña, las asociaciones comerciales apuntan a una reducción del 20% en las reservas realizadas por turistas italianos para julio y agosto de este año. El diario La Repubblica ha contabilizado las salidas del aeropuerto de Bari, el mayor de Apulia, uno de los grandes destinos vacacionales de Italia y ha registrado que en julio, las partidas hacia Albania, país costero donde el sector turístico está en auge y el coste de la vida es significativamente más bajo que en Italia, aumentaron un 58% en comparación con el mismo mes de 2022.
El fenómeno es tan evidente que el primer ministro albanés, Edi Rama, publicó un polémico meme en sus redes en el que comparaba el gran número de turistas italianos que han decidido sus vacaciones en Albania este año con el enorme flujo de migrantes que llegaron a Italia desde Albania por mar a principios de la década de 1990.
Pontini es una de los miles de italianas que pasará sus vacaciones en Albania. “Comencé a buscar destinos en Italia con alojamiento para mi pareja y mi hijo en enero, no encontraba nada por menos de 1.700 euros a la semana en la playa, sin ninguna comida incluida. Si le sumo los desplazamientos, las comidas y otros extra, superaría nuestro presupuesto con creces. En Albania gastaré mucho menos de la mitad”, explica.
Impacto de la inflación
Todavía resulta precipitado establecer las causas del éxodo de turistas italianos, pero desde Federturismo apuntan a que el aumento de la inflación ha mermado el poder adquisitivo de los italianos y ha obligado a las empresas a revisar sus tarifas al alza. Los precios han subido mucho, un estudio del instituto de investigación Demoskopika ha cifrado el incremento en un 9% respecto a 2022. Los costes del transporte, de los paquetes que venden las agencias y del alojamiento, han aumentado de forma más acusada que en países del sur de Europa muy vinculados al turismo, como Grecia y España. Un estudio de la consultora STR señala que Italia registra uno de los mayores aumentos de Europa en el coste diario del alojamiento hotelero (+12,3% respecto a 2022).
El precio de las playas también se ha incrementado considerablemente. En Italia la mayoría son privadas y hay que pagar el alquiler de hamacas y sombrillas, que puede rondar los 30 euros por persona dependiendo del lugar. La asociación de defensa de los consumidores Codacons ha calculado que el alquiler de sombrillas y tumbonas ha subido de media entre un 10% y un 15% en todo el país.
La inflación ha reducido sin duda el poder adquisitivo de los italianos, que, según apuntan diferentes estudios de mercado, han intentado ahorrar dinero recortando sus vacaciones. Según el informe FragilItalia de Legacoop e Ipsos, el 52% de los encuestados afirma que se plantea ahorrar dinero en viajes debido al aumento del coste de la vida. Una encuesta reciente de YouTrend indica que un 10% menos de italianos se irán de vacaciones en comparación con el verano de 2021.
Sin embargo, las llegadas de turistas extranjeros a Italia van en aumento. El país transalpino sigue siendo una de las metas preferidas para estadounidenses, escandinavos, holandeses y polacos, que este año han marcado récords de llegadas desde esas procedencias.
Federturismo reconoce que 2023 está poniendo a prueba a todo el sector turístico italiano, pero confía en el potencial del país transalpino para remontar esta temporada floja. “Nos enfrentamos a una serie de retos, como el cambio climático y la inflación, que están cambiando la fisonomía del turismo. A pesar de todo, confiamos en nuestra capacidad de adaptación y resistencia. Italia sigue siendo un destino turístico inigualable”, han señalado.
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