La mayor preocupación de Magdalena G. S. era que su hija no le aceptase como madre por el hecho de haber realizado un tratamiento de ovodonación pero ese miedo, asegura esta mujer, desapareció «en el mismo instante en el que me la pusieron en brazos y me miró calmada».
En su caso, y debido al procedimiento utilizado para lograrlo, reconoce haber tenido «sentimientos enfrentados». «La maternidad ha supuesto un reto conmigo misma, incluso con la sociedad y con mi propia familia. Pero es un estado que sirve para demostrarte hasta dónde eres capaz de llegar para lograr tu sueño… ver que eres capaz de dar y aportar mucho más de lo que imaginas».
Magdalena García Sánchez siempre quiso tener hijos, formar su propia familia. Algo que ha logrado a los 43 años, tras mucho sufrimiento. Aún así ser madre, reconoce esta mujer, «no es tan bonito como pensamos. Realmente, es mucho más duro de lo que nos cuentan. Es una situación que te lleva al límite muchas circunstancias que no imaginabas».
«Todos los días me pregunto en qué lío me he metido al tener una hija, pero al mismo tiempo pienso que no lo cambiaría y que si lo hubiese conseguido siendo más joven posiblemente hasta intentaría darle un hermanito o hermanita».
Porque esta larga travesía comenzó cuando esta mujer tenía 24 años. Entonces tuvo su primer embarazo, que terminó en aborto natural. «Después de separarme de mi primera pareja, intenté la maternidad en solitario. Realicé tres inseminaciones con semen de donante en la Seguridad Social sin éxito».
Dos años más tarde, debido a su trabajo, entró en contacto con el equipo de Phi fertility, donde las biólogas le explicaron el proceso de ovodonación: «Era el indicado en mi caso y al que yo era totalmente reticente en un principio, decidí tener una consulta con la ginecóloga y, tras ella, iniciar el proceso junto a mi pareja actual».
Magdalena tenía mil dudas sobre la donación de óvulos. De hecho, reconoce, «antes de conocer bien en qué consistía exactamente el proceso y de que, tanto el equipo de biólogas, como la ginecóloga, me informaran, era algo a lo que yo me negaba. El desconocimiento en profundidad de está técnica hizo que en un principio la descartase».
Pero, explica que «después de que me explicaran que consiste en utilizar los óvulos de otra persona para obtener embriones, pero que el útero en el que se implantan tiene un papel importante en el resultado, mi opinión cambió. La mujer que se queda embarazada manda mensajes a ese embrión y, estos mensajes, son los que determinan qué genes se expresarán. Por tanto, un mismo embrión puede tener un resultado diferente según en qué útero se geste. En España tenemos la gran suerte de que el número de personas que hacen donaciones, tanto de órganos, como de óvulos y espermatozoides, es elevado».
«Creo que en la sociedad general hay un desconocimiento sobre esta técnica y prejuicios. Precisamente es lo que me pasó a mi de inicio. Ahora puedo decir que gracias a esta técnica soy madre de una niña y que es una posibilidad real para muchas mujeres que no pueden conseguir el embarazo mediante otras técnicas. Creo que es un tratamiento que tendría que tener más visibilidad y normalizarse. Yo tuve que enfrentarme a mi familia porque no lo entendían ni lo aceptaban», reconoce esta mujer.
Finalmente, inició el proceso con 43 años. «Como mi reserva ovárica era baja y la calidad de mis óvulos también, debido a mi edad, la técnica que más posibilidades de tener un hijo sano me ofrecía era esta. Realicé un ciclo de donación de óvulos: la primera transferencia de un embrión tuvo un resultado negativo y en la segunda fue cuando me quedé embarazada de mi niña».
Gracias a este proceso, corrobora la doctora Carmen Avilés, especialista en biología de la reproducción humana y genética en Phi Fertility (Grupo Vithas), «se ofrece la oportunidad de experimentar el embarazo y la maternidad biológica para mujeres que, de otro modo, podrían no poder lograrlo debido a su edad y a la calidad de sus propios óvulos. De hecho, está considerado como el tratamiento de fertilidad más adecuado para aquellas que (con o sin pareja) tienen una reserva ovárica baja y una edad avanzada y desean ser madres sin dejar pasar más tiempo, algo que se adaptaba perfectamente al caso de Magdalena».
Con la ovodonación, explica esta doctora, «aumentamos la tasa de éxito: la donante tiene mejor calidad ovárica. Además, la calidad y cantidad de óvulos disminuye con la edad, lo que reduce las posibilidades de concepción natural y de éxito en tratamientos de fertilidad convencionales como la fertilización in vitro (FIV) utilizando los propios óvulos de la mujer. La ovodonación implica el uso de óvulos donados por una mujer más joven y generalmente con una mejor reserva ovárica, lo que aumenta significativamente las posibilidades de concebir con éxito».