Cuando Kylian Mbappé tenía 12 años fue invitado por el Chelsea a realizar unos entrenamientos con las categorías juveniles del club londinense. El imberbe Kylian viajó acompañado por su madre, que pasó con él una semana en la capital inglesa. Al cabo de la misma, un entrenador ‘blue’ le respondió que necesitaban más tiempo para calibrar el nivel físico del chaval. La madre replicó enseguida: «Creo que no volveremos por aquí… Si queréis ficharle, hacedlo ahora. En cinco años volveréis y tendréis que pagar 50 millones de euros».
Lo cierto es que siete años después, en 2018, el Paris Saint-Germain (PSG) pagó 180 millones de euros por hacerse con los servicios de un joven apabullante, llamado a ser el mejor futbolista del mundo en la era posterior al duelo Messi-Ronaldo. La anécdota de Londres, publicada por ‘The Athletic’, describe con precisión la personalidad de Fayza Lamari (París, 1974), exjugadora profesional de balonmano, conocida hoy por ser la representante del futbolista más deseado por el Real Madrid, madre protectora con fama de negociadora implacable que llegó a irritar con sus exigencias al mismísimo Florentino Pérez durante la frustrada operación de 2022. Un año después, Lamari vuelve a estar en el centro del culebrón Mbappé mientras la afición madrileña se cansa de los desplantes del ansiado jugador en una partida de ajedrez a tres bandas que sigue llenando los periódicos de titulares incumplidos.
Parisina de orígenes argelino-bereberes (región de Cabilia), musulmana y abogada de formación, Lamari entregó su juventud al balonmano profesional durante la década de 1990: concretamente, como extremo derecho del Bondy de la Primera división francesa. Dejó huella en el club -donde seguiría empleada tras retirarse del deporte activo- por su carácter luchador. Se casó con su novio de toda la vida, Wilfried Mbappé, exfutbolista y entrenador de origen camerunés, y la pareja tuvo tres hijos: Kylian, Ethan y Jires Kembo, adoptado por la pareja cuando aún no habían tenido descendencia propia. (Hoy los cónyuges viven separados). Después de abandonar el balonmano y enfocarse en la crianza de sus hijos, Lamari se convirtió en un personaje público cuando comenzó a dirigir de cerca la carrera del jugador más cotizado del mundo. «Tenemos los mismos gustos. Hasta me compra la ropa», declaró Kylian Mbappé en el Mundial de 2018: «Le cuento todo… Incluso sobre mis novias. Ella lo sabe todo. Es mi confidente».
Tras exponerse el año pasado en redes sociales durante el embrollo del ‘no fichaje’ del astro francés por el Real Madrid, Lamari ha optado esta temporada por un perfil más discreto: se reúne con los ejecutivos del PSG y del club español, pero ya no interviene en el debate público ni desmiente exclusivas en Twitter. Sin embargo, sus movimientos continúan generando polémica y ruido. El último ha sido su decisión de fundar una agencia de futbolistas en la que, además de representar a su hijo, quiere atraer por ejemplo a su amigo Achraf Hakimi, internacional marroquí y compañero de Kylian en el PSG.
La noticia (publicada por L’Équipe) no ha sido bien vista por muchos agentes, un gremio muy soliviantado por las recientes regulaciones restrictivas de la FIFA en pos de una profesionalización definitiva del sector. (El propio agente de Achraf, Alejandro Camaño, opina que «ser la madre de un jugador no es suficiente para ser agente, me parece una falta de respeto a la profesión»).
Un freno para su hijo
El francés Yvan Le Mée, representante entre otros del lateral madridista Ferland Mendy, afirmó esta semana en un programa de radio que «ser agente no es el trabajo de la madre de Mbappé. Ella no tiene la capacidad de actuar. Hay una realidad, tienes que hacer lo que sabes hacer. Yo querría hacer un restaurante, pero no sé cocinar; entonces no lo hago».
Según Le Mée, Mbappé ya vestiría de blanco si no fuese por su madre: «Estoy convencido de que si Kylian Mbappé hubiera tenido un agente en el momento de las negociaciones con el Real Madrid hace dos años ya estaría allí. Cuando no tienes los hábitos y costumbres, cuando hablas con un entrenador de un club histórico como alguien que conoces desde hace mucho tiempo, tal vez no funciona. No saben cómo manejar la situación para llegar allí. El jugador todavía está en París, y obviamente no parece feliz […] Para hacer operaciones para su hijo y otros jugadores, [Lamari] debería tener una licencia. […] El que tiene la licencia negocia, hace las transferencias e interviene en el mercado; y el que no la tenga no debería poder negociar. Otros son colaboradores y hacen tareas administrativas; y no creo que sea ella quien pone los sellos en la oficina a Kylian», concluyó sin pelos en la lengua el agente de Mendy.
La nueva empresa de Lamari se llama KEJWF (nombre formado por las iniciales de los nombres de la familia) y gestiona también la carrera del hermano de Kylian, Ethan, jugador de las categorías inferiores del PSG. Según la prensa francesa, el primer cliente de la nueva empresa ajeno a la familia será el prometedor centrocampista francés de origen argelino Rayan Cherki, de 19 años, actualmente en el Olympique de Lyon. La nueva ‘Dama de Hierro’ del fútbol, como algunos medios digitales la llaman, se sienta con algunos de los empresarios y jeques más poderosos y ricos del planeta. Los asuntos que no domina los consulta con su abogada de confianza, Delphine Verheyden, especialista en Derecho deportivo cuyo protagonismo es creciente (según ha podido saber ABC) en los negocios del clan.
«Juega fuerte, no tiembla»
La madre de Kilyan Mbappé detectó antes que nadie el potencial de su primogénito y hoy maneja su imagen y sus dineros, hasta el punto de ser considerada en medios franceses como un obstáculo para el eventual matrimonio de una estrella sin pareja conocida.
Un ejecutivo que se ha reunido una vez con ella y con su abogada la dibuja como una persona «mucho más inteligente de lo que puede parecer a primera vista, y muy fuerte. Juega fuerte y no tiembla, sabe callarse… No conozco a ninguna mujer que tenga tanto poder y tanto carácter hoy en el fútbol europeo actual. Nos dejó absolutamente sorprendidos».
El año pasado, Fayza Lamari bailó con total naturalidad durante varios meses entre dos colosos como Florentino Pérez y Nasser Al-Khelaïfi. Al final, hubiese o no llamada de Emmanuel Macron para convencer a Kylian de que se quedase en París, el resultado fue innegable: la madre consiguió un contrato de 40 millones anuales para su hijo. Cada vez tienen más sentido aquellas palabras del entonces presidente de su club de siempre, el Bondy (en la periferia nororiental de París), durante una entrevista con ‘Le Parisien’ en 2017: «Fayza era una figura emblemática del club de balonmano de Bondy», explicó entonces Jean-Louis Kimmoun: «Ella creció justo enfrente de nuestro pabellón y muchos de sus hermanos jugaban en nuestro club. En la pista era una luchadora, y a veces las cosas se ponían bastante feas cuando se enfrentaba a sus rivales. Muchas de ellas se acuerdan de haber jugado contra Fayza».