La gloria es caprichosa. En la Eurocopa de 2008 y en el Mundial de 2010 se la llevaron Fernando Torres y Andrés Iniesta, respectivamente. Fueron los autores de los goles de esas dos finales, pero España no habría podido levantar esos trofeos sin la participación estelar de Cesc Fàbregas, clave en el éxito de la selección. En Austria y Suiza 2008 anotó el penalti decisivo ante la Italia de Gigi Buffon en cuartos de final después de que el partido acabara en empate (0-0). Ese lanzamiento fue el punto de inflexión porque permitió superar una ronda maldita y ante un rival de los que siempre se le atragantaban a España. Luego se ganaría a Rusia en semifinales (0-3) y a Alemania en la final (1-0). En Sudáfrica 2010, también hubo protagonismo para Cesc porque dio el pase a Iniesta en el gol de la final ante Países Bajos, el tanto más celebrado de la historia del fútbol español. Un centrocampista de toque mágico, que el sábado, tras apurar sus días de corto en el Como, de la Segunda división italiana, anunciaba su retirada.
«He levantado la Copa del mundo, dos Eurocopas, y he ganado todo en Inglaterra y España y casi todos los trofeos europeos», explicaba el catalán. Cesc había decidido poner el punto y final a su exitosa carrera, prolífica en los clubes en los que ha militado y en la selección española. Formado en la fértil cantera del Barcelona, se dejó cautivar por los cantos de sirena de la Premier ante las pocas oportunidades que los jóvenes criados en La Masía tenían en el primer equipo. Era el año 2003, Cesc tenía 16 años y el Barcelona venía de una convulsa etapa con Gaspart como presidente y Van Gaal en el banquillo. Arsene Wenger le abrió los brazos y le convirtió en el jugador más joven en debutar con el primer equipo del Arsenal (16 años y 177 días). Una lesión de Patrick Vieira facilitó su debut y no tardó en impresionar a toda la Premier League. Desde entonces, empezó a ganarse un hueco en el equipo y se convirtió en una leyenda ‘gunner’. El centrocampista estuvo en Londres ocho temporadas, siendo titular indiscutible y capitán. Disputó 303 partidos, marcó 57 goles y repartió 95 asistencias. Curiosamente, el Barcelona frustró su sueño de levantar la Champions en la final de París, en 2006.
Tuvo que brillar en el Arsenal para regresar al Barcelona, que se tuvo que rascar el bolsillo para recuperar a uno de las joyas de su cantera. 29 millones de euros más cinco en variables fue el precio que pagó Sandro Rosell para reforzar el centro del campo del equipo de Pep Guardiola. Corría el año 2011 y Cesc, a sus 24 años, estaba en el momento álgido de su carrera. En el Camp Nou se reencontró con Leo Messi, con el que ya había trabado una gran amistad en las categorías inferiores del club azulgrana. Los lazos entre ambos se fortalecieron y era habitual verles juntos. De hecho, sus respectivas familias veraneaban juntas y esa amistad se trasladó también a sus parejas, Antonella Rocuzzo y Daniela Semaan. «Ya sabes todo lo bueno que pensamos tanto de vos como de tu familia. Sos un crack y vamos a seguir pasando muchos momentos juntos. Los queremos mucho y te deseamos todo lo mejor en tu nueva etapa, amigo. Abrazo enorme», escribió el rosarino en sus redes sociales después de que Cesc anunció su retirada.
Solo estuvo tres años en el Barça, pero disfrutó como nunca. Defendió la camiseta de su equipo en 151 ocasiones, anotó 42 goles y repartió 50 asistencias. La dificultad de encontrar acomodo en un centro del campo copado por Busquets, Xavi e Iniesta acabó precipitando su salida, aunque fue un gran negocio para el club, que lo vendió al Chelsea por 33 millones más tres en variables. Con los ‘blues’ ganó la Premier en dos ocasiones, título que se le resistió con el Arsenal, además de una Copa de la Liga y una Europa League.
Estreno en los banquillos
Mónaco y Como fueron sus dos últimos equipos, aunque las lesiones impidieron que Cesc brillara a su nivel, motivo principal por el que ha decidido colgar las botas a los 36 años después de 21 temporadas como profesional y 15 títulos a sus espaldas. Su éxito es el de demostrar que en el fútbol se puede triunfar sin tener un físico privilegiado y que el talento y el trato del balón son la clave del éxito. Tanto como su inteligencia y su capacidad para interpretar y leer el ritmo de los partidos, lo que le permitía saber dónde colocarse y tomar la mejor decisión en la mayoría de las acciones.
El Cesc jugador deja paso ahora al Cesc entrenador, misión para la que lleva preparándose desde hace tiempo. Su reto es levantar como técnico la Champions, algo que no pudo hacer como futbolista.