España se encuentra con la realidad. Es un Mundial y ni Costa Rica ni Zambia eran rivales de entidad para saber en qué punto estaba el grupo. Ahora ya lo sabe, correctivo ante Japón, que sacó los colores defensivos y obliga a repensar el plan. Pasa España a octavos con una sensación agria y dolorosa. Y como segunda de grupo, se enfrentará a Suiza en octavos el 5 de agosto.
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Japón
Yamashita; Hana, Saki, Moeka; Shimizu (Moriya, 59), Fuka (Hasegawa, 59), Hayashi, Endo (Sugita, 85); Naomoto, Ueki (Tanaka, 68), Hinata (Fujino, 46).
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España
Misa; Ona, Paredes, Rocío, Olga Carmona (Oihane, 46); Teresa Abelleira (Claudia Zornoza, 72), Aitana, Alexia (Alba Redondo, 62); Paralluelo, Jenni, Mariona (Eva Navarro, 62).
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Goles
1-0, min.12, Hinata; 2-0, min. 29, Ueki; 3-0, min. 40, Hinata; 4-0, min.82, Tanaka. -
Tarjetas
Ekaterina Koroleva amonestó con amarilla a Rocío Gálvez (45) y a Ohiane (90).
Necesitaba España calibrar su nivel después de dos partidos plácidos y controlados. Era Japón uno de esos exámenes estupendos porque se decidía el liderato del grupo, pero con el pase a octavos asegurado. Y se comenzó bien, cincuenta pases en la primera jugada, pero se atascó enseguida. Contra esa muralla japonesa que supo amordazar a Alexia y a Paralluelo, por ejemplo, y que encontró en Rocío Gálvez (en el once por la lesión de Ivana) un punto débil por el que colarse.
A Japón, que le gustaba la pelota, se sintió cómoda sin ella. Pases y más pases en coordinación absoluta entre las líneas para España (344 completados en la primera mitad, 79 Japón), pero fueron las japonesas quienes mordieron. A lo Zambia, agazapadas hasta encontrar un balón en profundidad y llegar a las puntas por velocidad. Pase entre líneas y definición perfecta. Tres ocasiones, tres goles. Hinata, dos veces y Ueki, con fortuna porque rebotó en Irene Paredes.
La España reconocible ni apareció. Desnortadas en ataque, ni Paralluelo ni Jenni tuvieron ocasiones ni para inquietar a Yamashita. No se podía entrar ni por las bandas ni mucho menos por el centro, dos marcajes estrictos sobre Alexia y cinco defensas en modo ejército para evitar el avance.
Hizo las cosas perfectas Japón. El seleccionador, ganador el Mundial de 2011, admitía que España tenía «una técnica y un juego muy inteligente». Pero la inteligencia la pusieron sus jugadoras. Esperaban quitarles el balón y que la pelea fuera cuerpo a cuerpo. Pero no necesitaron la pelota (70-30 la posesión por momentos) y en el cuerpo a cuerpo vencieron sobradas. Desbordada Rocío, Paredes lo intentó con todo, pero no llegó a casi nada. Así estaban unas y otras.
Arriba, una voluntariosa Mariona se movía de izquierda a derecha, de arriba abajo, en todas partes. Intentaba conectar con Jenni, sin espacios, con Alexia, apagada, esperando que Japón bajara la intensidad. Pero no hubo forma.
Sin plan B
Se marchó Alexia, sin opciones, y apostó Vilda por Alba Redondo. Pero no cambió nada porque España siguió jugando igual. No se llegaba con claridad, algo que sí se hizo en los dos partidos anteriores, y se repitió el error de no atacar las segundas jugadas.
Desconectadas, planas y sin alternativas, aún supo Japón aumentar el marcador. Misma táctica, contragolpe, pase largo, y definición por la escuadra de Tanaka. Si funciona, por qué cambiarlo. Si no funciona, por qué no cambiarlo.
Vuelve a ser Japón esa selección tan incómoda, la que arrebató un Mundial en las categorías inferiores, las que lee como nadie las debilidades españolas. Tiene deberes Vilda, cuatro días para repensar cómo puede España ser la España que invitaba a soñar.