Era otro fútbol. A finales de los 70 y principios de los 80 las victorias valían dos puntos, no había VAR, la moviola era un invento que aún iba en pañales, el Real Madrid solo había ganado seis Copas de Europa (todas en blanco y negro) y el Barcelona aún no se había estrenado en Europa. Era el fútbol en el que destacó José Vicente ‘Tente’ Sánchez (Barcelona, 1956), que jugó once temporadas en el Barça, dos en el Murcia y dos en el Sabadell (399 partidos en Primera división) además de ser internacional (disputó el Mundial de España y los JJ.OO. de Montreal 1976).
En el Barcelona vivió de todo: el secuestro de Quini («lo pasamos muy mal»), las lesiones de Schuster y Maradona y el primer título europeo: «La Recopa de Basilea fue un antes y un después en este club. Cuando salimos al campo, una hora y media antes ya estaba lleno. Nos fuimos al vestuario, nos miramos y nos dijimos, ‘no podemos perder’». Terry Venables le dejó fuera de la final de Sevilla, en la Copa de Europa que los culés perdieron ante el Steaua en 1986. «Me mintió y ni siquiera me convocó. Me fui para él, le dije de todo. Ahí supe que mi etapa en el Barça se había acabado. El partido lo vi en la habitación del hospital porque coincidió con el nacimiento de mi hijo», recuerda.
Tente Sánchez coqueteó con la posibilidad de entrenar al colgar las botas. «En mis dos últimos años en el Sabadell estuve sacándome el título de entrenador. Iba a jugar a fútbol sala con Cruyff, Rexach, Marcial, Asensi… y luego íbamos a cenar. Rexach me propuso entrar en el fútbol base, pero yo con 29 años ya tenía tres hijos y si iba subiendo y tenía que viajar… Prioricé la vida familiar», explica. Y casi por casualidad se convirtió en representante. El primer exjugador en ser agente de futbolistas.
«A Urbieta, que jugaba en el Sabadell conmigo, lo quería el Figueres. Allí Estaba Paco Martínez. Urbieta me pidió consejo, llamé a Paco y le saqué un contrato algo más elevado. No le cobré nada, pero pensé: ‘ostras, puedo dedicarme a esto’. Entonces no era como ahora, no había tantos representantes», rememora. Y añade: «Antes eras propiedad del club, no quedabas libre y no podías negociar. Te hacían una oferta, llorabas un poco y arañabas lo que podías. En esa época los agentes ejercían más como intermediarios entre clubes».
Acogió a jugadores como Delfí Geli, Oliete o Pinilla, de las categorías inferiores del Barça. Y se asoció con Minguella, que entonces no era representante sino intermediario. «Con él fui a Argentina para que Maradona fichara por el Sevilla. También tratamos de fichar a Hugo Sánchez para el Barça, pero cuando estaba hecho Núñez hizo una encuesta entre los socios y lo paró. Yo tenía la ventaja de haber jugado a fútbol y tenía hilo directo con directores deportivos porque me conocía todo el mundo».
También hizo operaciones con Ioan Becali y dominó el mercado rumano. Trajo a España a Cosmin Contra, Adrian Ilie, Hagi, Munteanu… Y guarda un sinfín de anécdotas. «Lendoiro era un personaje y un tío excepcional. Ibas a La Coruña a negociar con él, te llevaba a cenar, te iba poniendo chupitos y llegabas al hotel a las cinco o las seis de la mañana… En aquella época se pagaba muy bien. No tenía ni comparación con lo que se ganaba como futbolista en mi época», apunta. Ahora lo hace por diversión. «Tengo 68 años, estoy bien… Lo hago por estar activo, a mí manera. Estoy jubilado al 50% porque así puedo facturar…». Aunque su pasión son sus nietos a los que procura ir a recoger al colegio siempre que puede.