Varios miles de personas se agolpaban el sábado en Lviv sorprendidas ante un desmedido e inusual despliegue de seguridad. Algunos agentes avisaban por teléfono a sus familias de que tenían que alargar el turno, según algunos testigos. Esta ciudad del oeste de Ucrania había sido bombardeada dos días antes con varios misiles rusos, dejando un balance de una decena de civiles muertos. Pero, a última hora del sábado, cuando se cumplían 500 días de la gran invasión rusa, no se había producido ningún ataque. Es más, se percibía cierto ambiente de celebración. La población pudo comprobar poco después que todo se debía a la llegada desde Turquía del presidente Volodímir Zelenski junto a la plana mayor de la resistencia frente a los rusos en Mariupol, ciudad que cayó en manos rusas en mayo de 2022. El regreso de los combatientes ha provocado la protesta de Moscú.
Kiev ha celebrado como una victoria el conseguir traer a casa a los que Zelenski considera “héroes”. Todo gracias al beneplácito del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que los acogía en Turquía. Como el espacio aéreo de Ucrania está cerrado, Lviv, a unos 60 kilómetros de Polonia, fue el punto elegido para que la comitiva cruzara la frontera por tierra. Los ciudadanos los aclamaron ya con la noche echada encima.
El enfado de las autoridades de Rusia se hizo público de inmediato al considerarse traicionadas. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, acusó a Turquía de violar el acuerdo gracias al que Moscú había liberado a esos cinco prisioneros de guerra. El acuerdo alcanzado, recordó, exigía que permanecieran en suelo turco hasta el final de la guerra. Lamentó, además, que las autoridades rusas no fueran informadas de su entrega a Ucrania. Zelenski agradeció al llegar a Lviv a Erdogan que haya hecho posible este regreso, sin dar detalles de cómo había conseguido alterar los términos del acuerdo original. Este domingo, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, abordó la cuestión por teléfono con su homólogo turco, Hakan Fidan, según Moscú.
“Continuaremos la lucha”, declaró Denis Prokopenko, comandante del batallón Azov, sin dejar dudas sobre su regreso al frente. “Por supuesto. Por eso hemos regresado a Ucrania. Es nuestro principal objetivo”, señaló mientras celebraba que sus tropas hayan tomado la iniciativa en el frente de batalla con la actual contraofensiva. “Haremos todo lo posible e imposible para acelerar este proceso y que la guerra llegue a un final lógico”, añadió. “Continuaremos haciendo nuestro trabajo. Somos militares e hicimos un juramento”, dijo, por su parte, el número dos del grupo, Sviatoslav Palamar.
Los cinco militares permanecían en Turquía desde que, el pasado septiembre, las autoridades de Moscú los integraron en un gran intercambio de prisioneros con la condición de que no regresaran a su país. Se eligió Turquía como destino porque ese país, con relaciones tanto con Moscú como con Kiev, actuó de intermediario. Ahora, Ucrania celebra el logro de Zelenski como una batalla más ganada. Un vídeo hecho público en las redes sociales del presidente, donde se abraza y conversa con los retornados, denota la importancia que el Gobierno de Kiev otorga a este grupo de combatientes.
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Además de Prokopenko y Palamar, han regresado Serhi Volinski, Oleg Khomenko y Denis Shleha. A mediados de 2022 lideraban el retén de ucranios que hacían frente a los rusos en la factoría Azovstal, una zona industrial de Mariupol convertida en el último foco de resistencia antes de la caída de esa ciudad a orillas del mar de Azov. Finalmente, se rindieron y engrosaron la lista de varios miles de prisioneros de guerra. A cambio de su liberación, Kiev entregó a Moscú junto a decenas de detenidos a un conocido oligarca y hombre fuerte del presidente ruso, Vladímir Putin, en la política y los negocios de Ucrania, Viktor Medvedchuk.
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