Tras un año de duras negociaciones, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha asumido, en la víspera de la cumbre de la OTAN en Vilnius, el compromiso de desbloquear la entrada de Suecia en la Alianza Atlántica. Ha sido un proceso tenso, en el que Ankara ha logrado concesiones tangibles por parte del país nórdico, sobre todo en materia de antiterrorismo. También la disposición de EE UU a vender más aviones de combate F-16 y la apertura de nuevas perspectivas de cooperación con la UE. Bruselas ve ahora una “ventana de oportunidad” para revitalizar sus relaciones con Ankara, tras las elecciones presidenciales y también los comicios que se han celebrado este año en Grecia y en Chipre y afirma que hay espacio para conversaciones sobre asuntos económicos y políticos, según remarcan fuentes comunitarias.
Las concesiones de Suecia
El principal argumento esgrimido por Turquía para bloquear la entrada de Suecia —cada nueva adhesión requiere unanimidad de los aliados— eran los reproches por una política antiterrorista considerada inadecuada, sobre todo con respecto al PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) considerado como organización terrorista por la UE, EE UU y Turquía. Estocolmo reformó su legislación contra el terrorismo. Y la semana pasada un tribunal emitió una importante sentencia de condena sobre la base de esa reforma.
El país nórdico también accedió a firmar un pacto bilateral de seguridad con Turquía, en virtud del cual se reunirán de forma anual a nivel ministerial. Suecia se comprometió en la primera reunión a presentar una hoja de ruta para la lucha antiterrorista. En este aspecto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que la Alianza creará un puesto de coordinador especial de lucha antiterrorista, una antigua petición turca.
A esas concesiones se suma que Suecia levantó el bloqueo a la venta de armamento que impuso a Turquía tras una incursión militar turca en Siria para golpear a fuerzas kurdo-sirias en 2019. Estocolmo también aceptó mejorar la cooperación económica con Ankara, con la creación de un comité conjunto de economía y comercio. Por último, el Gobierno sueco se comprometió a “apoyar activamente los esfuerzos para reavivar el proceso de adhesión de Turquía a la UE, incluida la modernización del acuerdo aduanero y la liberalización de visados”, según la descripción de Stoltenberg. Esos procesos llevan años congelados en el seno de la UE. “Hay un terreno fértil para una cooperación más estrecha”, dijo el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, al llegar este martes a la cumbre.
Perspectivas con la UE
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Estos últimos dos elementos son la principal clave que motivó las sorpresivas declaraciones de Erdogan con las que, el lunes por la mañana, vinculó su disposición a levantar el bloqueo a Suecia con un gesto parecido por parte de los miembros de la UE respecto a la adhesión de Turquía al proyecto comunitario.
Turquía empezó a considerar activamente la adhesión a la UE en el siglo pasado, fue declarada formalmente candidata en 1999 y las negociaciones empezaron en 2005. El proceso, sin embargo, se ha bloqueado por completo desde hace años, en medio de fuertes discrepancias políticas y el disgusto por lo que la UE percibe como un grave deterioro democrático en la Turquía de Erdogan. En esas circunstancias, el proceso estaba moribundo.
En las últimas semanas y tras las elecciones turcas en las que Erdogan ha vuelto a revalidar su mandato, Bruselas ha planteado desde hace semanas a los Estados miembros la idea de recalibrar la relación “estancada” con Turquía, según un documento del Servicio de Acción Exterior que analizarán los ministros de Exteriores de los Veintisiete la próxima semana. El documento, muy descriptivo, reconoce el “interés estratégico” de Ankara y su relevancia geopolítica, que ha “aumentado” tras la guerra lanzada por Vladímir Putin sobre Ucrania.
Tras las declaraciones de Erdogan el lunes supeditando la adhesión sueca a la OTAN a su relación con la UE, el canciller alemán, Olaf Scholz, y otros dirigentes de la UE trataron de señalar que no se podían vincular los dos procesos. Sin embargo, claramente hubo una voluntad política de emplear este elemento para lograr el desbloqueo de la candidatura sueca. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se reunió con Erdogan a su llegada a Vilnius, y tras el encuentro tuiteó: “Buen encuentro con el presidente Erdogan. Hemos explorado oportunidades para volver a poner la cooperación UE/Turquía en primer plano y revitalizar nuestras relaciones”. Fuentes comunitarias creen que las conversaciones con Turquía se pueden ampliar a otros terrenos (por ejemplo, el intento de evitar la elusión de las sanciones a Rusia, la migración, el Mediterráneo y Siria). También hay espacio para asuntos comerciales.
Los F-16 de EE UU
Otro asunto de máximo interés para Turquía es lograr una nueva venta de aviones de combate F-16, de producción estadounidense. Ankara hizo una solicitud de compra para los aparatos de Lockheed Martin en 2021 por valor de unos 20.000 millones de dólares. Ambas partes han reiterado que la cuestión no estaba vinculada con la de la adhesión de Suecia. Pero aliados de la OTAN y expertos del sector sí creen que desde que se planteó la candidatura de Finlandia y Suecia el asunto de los aviones entró a formar parte de la negociación.
La Casa Blanca aprobó un paquete de venta de 80 programas informáticos y equipamiento para modernizar los viejos F-16 de los que dispone Turquía después de que Ankara diera el visto bueno a la entrada en la OTAN de Finlandia.
Tras el cambio de posición de Turquía, el consejero de seguridad nacional de EE UU, Jake Sullivan, ha declarado que el presidente Biden “está decidido a ir adelante con la venta de los F-16″. La interpretación de cuán vinculados estaban los dos asuntos está abierta, pero el tiempo de desarrollo de las cosas sugiere que el asunto fue parte de la ecuación.
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