Cuba denunció y calificó este martes como una provocación la presencia de un submarino estadounidense de propulsión nuclear que estuvo fondeado durante tres días, entre el 5 y el 8 de julio, en la base militar de Guantánamo.
Washington respondió a la acusación con el argumento de que el sumergible paró por motivos logísticos en un periplo hacia el sur, adonde, dijo Washington, se dirigía para participar en unos ejercicios navales. El incidente llega pocas semanas después de que la Casa Blanca se enredara con la noticia de la existencia de una base espía china en la isla, que, destapada por The Wall Street Journal, empezó negando y que acabó por admitir. Está instalada desde, al menos, 2019.
La denuncia del martes llegó en un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. “Constituye una escalada provocadora de los Estados Unidos, cuyos motivos políticos o estratégicos se desconocen”, decía. “La presencia de un submarino nuclear en este momento hace imperativo preguntarse cuál es la razón militar tras una acción así en esta pacífica región del mundo”. La Habana no dio más detalles sobre el recorrido que cubrió la nave, ni si estaba armada.
En declaraciones a las agencias de noticias AP y Reuters, un portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, se negó a dar detalles sobre los movimientos del submarino. “Los intentos del Gobierno cubano de distraer al mundo de la importancia de este día son transparentes y risibles”, dijo Miller.
Lo que, según la denuncia de Washington, buscaba tapar La Habana es el segundo aniversario de las protestas del 11 de julio de 2021 en Cuba, cuando miles de personas se manifestaron en las calles en protesta por el desabastecimiento de productos básicos y los continuos apagones en mitad de una severa crisis económica. Fueron reprimidas con severidad, y unos 700 manifestantes fueron procesados penalmente.
Un funcionario del Departamento de Defensa de Estados Unidos explicó a AP, que no nombró a esa fuente, que la presencia del submarino en la Bahía de Guantánamo respondía a una parada logística antes de continuar hacia el sur para participar en los ejercicios Unitas, que emprenden anualmente y de modo conjunto las armadas de Estados Unidos y de varios países latinoamericanos. Es una vieja tradición que se remonta a 1959 y se enmarca en los compromisos del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
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La Casa Blanca declinó, por su parte, hacer comentarios sobre el incidente en Guantánamo, donde Estados Unidos mantiene una base naval que ocupa 117 kilómetros cuadrados en la porción sureste de la isla y fue instalada en 1898 tras la derrota española en la guerra de independencia. En 1903, Washington obtuvo un contrato de arriendo que desde entonces ha tenido por “perpetuo”. Cuba considera esa presencia como una ocupación.
Allí está también el penal que Estados Unidos abrió hace 21 años, tras los atentados del 11-S, para alojar a terroristas “combatientes enemigos” sin las garantías a las que tendrían derecho como prisioneros en suelo estadounidense. Ese trozo de tierra llegó a acoger 779 presos. Hoy solo queda una treintena.
La Cancillería cubana, que recordó este martes que los 33 países de América Latina firmaron un acuerdo comprometiéndose a ser “zona de paz”, advirtió “sobre el peligro que entraña la presencia y circulación de submarinos nucleares de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en la cercana región del Caribe”.
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