El 6 de enero de 2021, Ray Epps, vecino de Arizona, estaba en Washington. Había votado dos veces a Donald Trump y aquel día volvió a demostrar su fidelidad al aún presidente: se enfundó su gorra roja y acudió a la convocatoria de la protesta que acabó en el ataque al Capitolio.
En los videos supervivientes de aquella jornada, la más infame de la historia reciente de la democracia estadounidense, se lo ve animando a sus compañeros a marchar sobre el Capitolio. También aparece, al rato, cuando ya la cosa se empezó a poner fea, tratando de calmar a la turba. No consta que entrara, junto a 2.500 insurrectos, en el edificio donde se estaba certificando el triunfo de Joe Biden en las elecciones de noviembre, una victoria que Trump hizo creer sin pruebas a sus seguidores, Epps incluido, que era el resultado de un enorme fraude electoral. Pese a que un juez detrás de otro han sentenciado que nunca se produjo tal engaño, ni el expresidente ni muchos de sus acólitos se han apeado aún de ese bulo. Epps acabó haciéndolo por la fuerza.
Así consta en la denuncia presentada este miércoles por sus abogados contra la cadena de noticias por cable Fox News por lo que pasó después de aquel día, cuando el presentador estrella del medio conservador Tucker Carlson difundió otro bulo, que decía que actuó aquel 6 de enero como un agente infiltrado del Gobierno estadounidense para incitar a la revuelta y así dañar la imagen de Trump y de su legión de seguidores. Los amantes de las teorías de la conspiración no necesitaron más pruebas después de ver unas imágenes del 5 de enero en las que un grupo parece dirigirse a él al grito de “Fed!” (abreviación de “agente federal”) y otras, del 6, en las que sale susurrando al oído algo inaudible a otro tipo con gorra roja.
Las consecuencias de aquella insidia fueron, según la denuncia, muchas y duraderas, y aún están lejos de cerrarse. El siguiente capítulo de esa historia se escibirá en el mismo juzgado de Wilmington, Delaware, que estudió el caso por las mentiras difundidas a sabiendas por la Fox y sus empleados relativas a la empresa de máquinas de recuento electoral Dominion Voting Systems. Aquel proceso se resolvió por un acuerdo extrajudicial antes de empezar, y le costó al magnate de los medios Rupert Murdoch, propietario de la cadena, 787,5 millones de dólares. No ha trascendido aún cuánto dinero reclama Epps. Y aún queda pendiente resolver la demanda de otra compañía de conteo, Starmatic.
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El hecho de que, pese a la participación de Epps en la algarada, el Departamento de Justicia no le haya hecho en este tiempo responsable por sus actos de aquel día, una erupción violenta que ha desembocado en el encausamiento en el palacio de justicia federal de Washington de más de un millar de personas, llevó a Carlson a la conclusión, repetida hasta una veintena de veces en antena, de que solo podía haber una explicación: que era un enviado del FBI con instrucciones precisas para provocar a los manifestantes.
Amenazas de muerte
Antes de su despido en abril como consecuencia del anterior juicio, Carlson era el presentador de televisión por cable más seguido de Estados Unidos, y contaba con una legión de fieles dispuestos a creer cualquier cosa que este les dijera. Algunos de esos seguidores hicieron imposible la vida a Epps y a su esposa Robyn, a los que, según consta en la querella, acosaron con amenazas de todo tipo, también de muerte. Ese acoso, que incluyó la comercialización por parte de varias empresas de camisetas con el lema “Arresten a Ray Epps”, les obligó, denuncia la pareja, a cerrar su negocio nupcial y a mudarse de su casa, un rancho, y del Estado de Arizona. Ahora viven en un tráiler en un lugar remoto de Utah.
“Al principio, Fox y sus presentadores buscaron [tras el ataque al Capitolio] el modo culpar a [la organización izquierdista] Antifa”, dice la denuncia. “A medida que circulaba información sobre los alborotadores, esa falsedad se volvió demasiado fácil de refutar. (…) Fox sabía que necesitaba un chivo expiatorio para el 6 de enero que les ayudara a absolverse a ellos mismos y que convenciera a sus televidentes. Así fue como escogieron a Ray Epps y comenzaron a promover la mentira de que era un agente federal que incitó el ataque al Capitolio. Esas patrañas han destruido las vidas de Ray y Robyn. Pero, como Fox aprendió recientemente en su litigio contra Dominion Voting Systems, esas mentiras tienen consecuencias”.
En una entrevista de enero de 2022 con la comisión bipartidista del Congreso que investigó el ataque al Capitolio, Epps repasó bajo juramento los hitos de su vida, pasada en su mayor parte en Arizona, salvo por una temporada en Nevada, donde conoció y se casó con su esposa. Tras coquetear con el Tea Party, estuvo implicado en la milicia de los Oath Keepers (guardianes del juramento), cuyos cabecillas han recibido las condenas más duras hasta ahora por el seis de enero, pero los abandonó cuando juzgó que se habían convertido en “demasiado radicales”. Se acabó de convencer de la teoría del fraude electoral cuando recibió en su rancho papeletas a nombre de tres personas que no eran ni él ni su mujer. Nunca había oído esos nombres en los 12 años que llevaba siendo propietario de la finca.
Durante aquel interrogatorio confirmó que sirvió durante cuatro años como marine de infantería; “nunca en las fuerzas de seguridad”. “¿Y en el FBI?”, le pregunta en un momento el interrogador. “No, señor”.
Sí era, según el texto de la demanda, un fiel televidente de Fox, cadena a la que pidió en marzo pasado a través de su abogado que se retractara en antena de las cosas que habían dicho de él. Ni Carlson ni Fox News accedieron a ese ruego. Unos y otros se verán ahora las caras en los tribunales si un acuerdo extrajudicial no lo impide.
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