Bombardeos indiscriminados sobre zonas civiles, incluido un mercado, una fosa común con claros signos de enterrar los restos de una matanza de carácter étnico, y política de tierra quemada contra varias localidades periféricas. La lista de horrores que se han revelado en la última semana en Sudán revela la velocidad a la que se está recrudeciendo la guerra entre el ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido cuando el conflicto, que ya ha obligado a más de tres millones de personas a desplazarse, se adentra en su cuarto mes.
Uno de los puntos del país donde más se ha intensificado la violencia es Omdurmán, una de las tres ciudades que conforman la zona de la capital, Jartum, y escenario en los últimos días de algunos de los combates más duros desde el estallido de la guerra en abril. La madrugada del pasado sábado un bombardeo cerca de un popular mercado de la ciudad mató al menos a 22 personas y causó múltiples heridos, según el Ministerio de Salud de Jartum. El martes, tres horas de ráfagas indiscriminadas de artillería lanzadas desde posiciones controladas por el ejército provocaron 34 muertos más, incluidos algunos niños, en otro concurrido mercado, de acuerdo con lo expuesto por el mismo ministerio.
Se trata de dos de los ataques más mortíferos en la capital desde el inicio del conflicto, y algunos activistas de derechos humanos creen que podrían constituir crímenes de guerra. Aunque el tipo de embestida hace más probable que el autor fuera el ejército, que sobre todo está recurriendo a ataques aéreos para expulsar a los paramilitares de amplias zonas residenciales que controlan en la capital, las Fuerzas de Apoyo Rápido también cuentan con misiles antiaéreos y armamento pesado. Ambos bandos se han acusado mutuamente.
Fuera de Jartum, la oficina de derechos humanos de la ONU dijo el jueves haber obtenido información creíble sobre una fosa común a las afueras de la capital de Darfur Occidental, El Geneina, con los cadáveres de al menos 87 personas de etnia masalit asesinados en junio, presuntamente por las Fuerzas de Apoyo Rápido y milicianos aliados. Según este organismo, se forzó a vecinos de la ciudad a arrojar los cuerpos en la fosa, entre cuyos cadáveres estaban enterrados siete niños y siete mujeres. El Geneina ha sido escenario de varias matanzas de marcado carácter étnico contra la población masalit perpetradas desde el inicio de la guerra por las Fuerzas de Apoyo Rápido y milicias árabes afines.
Las Fuerzas de Apoyo Rápido y sus milicianos árabes aliados han sido asimismo acusados esta semana por la organización de derechos humanos Human Rights Watch de reducir a cenizas ocho localidades del oeste de Darfur, incluida la ciudad de Misterei, asaltada en mayo por miles de combatientes llegados en camionetas, motos, a caballo y a pie. Al menos 28 personas de etnia masalit fueron allí ejecutadas sumariamente. Desde que comenzó la guerra, el ejército y la policía se ha retirado de muchas localidades de Darfur, el feudo tradicional de los paramilitares, lo que las ha dejado en una situación muy vulnerable.
Ante este alarmante aumento de las hostilidades, el fiscal del Tribunal Penal Internacional, Karim Khan, dijo este jueves que están siguiendo de cerca los informes de ejecuciones extrajudiciales, la quema de casas y mercados, los saqueos y el asesinato y el desplazamiento de civiles en Darfur. También avanzó que su oficina desplegará “pronto” un equipo de investigación en países vecinos de Sudán para recopilar pruebas como parte de su investigación, y que se priorizarán los crímenes contra niños y delitos de violencia sexual y de género. “No estamos al borde de una catástrofe de derechos humanos, estamos en medio de una”, aseveró durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. Desde el inicio de la guerra se cree que han muerto al menos 3.000 personas.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
En este contexto de gran inestabilidad, un destacado movimiento armado fuerte en partes del sur de Sudán se ha hecho también en los últimos días con el control de varios lugares, incluidos cuarteles militares y zonas agrícolas, de los estados de Nilo Azul y Kordofán del Sur, en la frontera con Sudán del Sur y Etiopía, según medios locales. El Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte liderado por Abdelaziz El Hilu no está alineado ni con el ejército ni con los paramilitares y es uno de los dos movimientos armados más poderosos e influyentes de la periferia del país, por lo que se teme que su movilización de forma independiente complique todavía más la guerra.
La cifra de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y se han tenido que desplazar a causa de la guerra ha superado esta semana los tres millones, según las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El número incluye unos 2,4 millones de desplazados internos, unas tres cuartas partes de los cuales han huido de Jartum, así como más de 650.000 refugiados llegados a países vecinos. Unicef calcula que alrededor de la mitad del total de desplazados son niños.
Lejos de la paz
En el frente diplomático, Egipto acogió el jueves una cumbre a la que asistieron los líderes de los otros seis países que hacen frontera con Sudán para abordar la situación en el país. Durante el encuentro, el presidente egipcio, Abdelfatá Al Sisi, planteó su propia hoja de ruta para resolver el conflicto, aunque es muy poco probable que cobre impulso. La cita en El Cairo ha sido el último intento de relanzar los esfuerzos de mediación internacional entre las partes enfrentadas en Sudán, que no asistieron, después de que los intentos de Estados Unidos y Arabia Saudí en Yeda en mayo acabaran siendo infructuosos.
El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, presente en la cumbre de El Cairo, consideró que la propuesta egipcia debería alinearse con el plan definido días antes por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), un organismo de África Oriental que planteó la posibilidad de desplegar fuerzas regionales en Sudán. El ejército sudanés, sin embargo, ha rechazado rotundamente la idea, y ha boicoteado la vía de la IGAD porque considera que Kenia, que la está encabezando, es cercana a las Fuerzas de Apoyo Rápido. Hasta ahora, ni Egipto, que es visto como el principal aliado exterior del ejército sudanés, ni los Emiratos Árabes Unidos, que cuentan con estrechos lazos con los paramilitares, han desempeñado un papel destacado en los esfuerzos de mediación internacional para la paz.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites