Todos los honores para el primer ministro indio, Narendra Modi, quien intenta consolidar a su país en el centro del tablero mundial mientras se ve acusado de degradar las libertades en la autodenominada mayor democracia planetaria. Modi ha sido este viernes el invitado del presidente Emmanuel Macron en el 14 de julio, la fiesta nacional francesa, que conmemora la revolución que consagró los derechos humanos y del ciudadano. Tres aviones Rafale que la India compró a Francia en 2015 y 270 soldados de la nación invitada han participado en el desfile, símbolo de una vieja relación militar-industrial que ha servido para sellar nuevas compras de armamento.
Hace tres semanas, el presidente de EE UU, Joe Biden, desplegó la alfombra roja para el primer ministro indio en Washington; ahora, es el turno de París, que recibe por cuarta vez a Modi desde que este llegó al poder en 2014. El propósito de ambas invitaciones es común: acercar al país más poblado del mundo a las potencias democráticas y occidentales para contrarrestar las ambiciones globales de China.
El contexto inmediato es la presidencia india del G-20 y, sobre todo, la guerra de Ucrania, ante la que Nueva Delhi mantiene una calculada neutralidad e intenta erigirse en lo que Modi —un nacionalista hindú que cuenta con Marine Le Pen entre sus admiradores franceses— llama en una entrevista con el diario francés Les Echos “un trampolín” del sur global, o “un puente” para acercarlos al norte. “Seguiremos reforzando esta relación de confianza histórica”, ha dicho este viernes Macron en una declaración a la prensa sin preguntas junto a Modi. El mandatario francés ha descrito a la India como una “potencia democrática y demográfica” y Modi a Francia como un “socio natural”.
La visita de Modi, que recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor, comenzó el jueves por la tarde con un discurso ante la comunidad india local. El mismo día, se anunció la compra por parte de la India de 26 aviones de guerra Rafale Marine preparados para portaviones ―un contrato en el que el fabricante francés Dassault competía con la estadounidense Boeing―, además de tres submarinos Scorpène. Tras el desfile militar del viernes, Modi y Macron se reunieron por la tarde, y por la noche asistieron a una cena de gala en el Louvre.
Las denuncias por discriminación contra la minoría musulmana en la India, las limitaciones a la libertad de prensa o la exclusión del líder de la oposición, Rahul Gandhi, pesan poco para el palacio del Elíseo, o la Casa Blanca, al lado de lo que se percibe como un interés vital por atraer a Modi. La India ha superado este año demográficamente a China al superar la barrera de 1.400 millones de habitantes y exhibe tasas de crecimiento cercanas al 6% que le permiten soñar con superar en producto interior bruto a Alemania y Japón en los próximos años.
Nueva Delhi busca su lugar en un mundo polarizado y en desorden. Ha desarrollado para ello conceptos, teorizados por el ministro de Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, como “multipolaridad” o “plurilateralismo”. Modi, en Les Echos, lo intenta traducir a un lenguaje político francés y habla de “autonomía estratégica”, concepto que Macron aplica a Europa y que tiene resonancias del general Charles de Gaulle, cuando en los años cincuenta y sesenta quería hacer de Francia la fuerza de equilibrio entre las superpotencias.
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Modi se niega a condenar la invasión de Ucrania y a sancionar a Rusia, pero eso no es obstáculo para que Occidente le agasaje. ¿Por qué? EE UU, escribe el experto Jean-Luc Racine en la revista Politique étrangère, cree que “la influencia india en Moscú podría ayudar a calmar las cosas” y “considera que la India (…) es un socio demasiado importante en la estrategia del Indopacífico ante China para reprocharle su postura sobre Ucrania”. El análisis vale para París.
El tratamiento al primer ministro en París ha recibido críticas desde organizaciones de defensa de los derechos humanos. “Alertamos desde hace años a las autoridades francesas sobre las derivas autoritarias del régimen y los ataques repetidos contra instituciones públicas y contrapoderes”, dijo en un comunicado Jean-Claude Samouiller, presidenta en Francia de Amnistía Internacional. “Francia, en nombre de consideraciones económicas y geoestratégicas, no debe callar ante el balance de la India en materia de derechos humanos”.
El Elíseo, para justificar los honores a Modi, alude al “carácter ineludible de la India ante los grandes desafíos mundiales”. También menciona la “memoria”, el homenaje a los soldados indios que participaron en la I Guerra Mundial bajo el estandarte del Imperio Británico y a los 9.000 que murieron en territorio francés y belga. La tercera razón que esgrimió París fue el 25 aniversario de la “asociación estratégica” entre ambos países. Francia es el segundo proveedor de armamento a la India después de Rusia.
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