Un militar estadounidense ha cruzado este martes sin permiso la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte, según ha informado Naciones Unidas. Se trata de una de las lindes más militarizadas y vigiladas del mundo, así como uno de los últimos vestigios de la Guerra Fría. Fuentes del Pentágono citadas por los medios estadounidenses indicaron inicialmente que se trataba de un soldado, que se halla bajo custodia de las autoridades norcoreanas. A última hora, confirmaron que se trata de Travis T. King, un soldado raso de segunda clase. El cruce de este soldado llega en un momento especialmente tenso de las relaciones entre Pyongyang y los países de su entorno. Este mismo martes —madrugada del miércoles en horario local—Corea del Norte lanzó dos misiles balísticos hacia el este, que cayeron fuera de la zona económica exclusiva de Japón, dijo el ministro japonés de Defensa, Yasukazu Hamada.
En un primer momento, solo se había difundido información oficial desde la cuenta de Twitter de la comandancia de la Organización de Naciones Unidas, con el siguiente mensaje: “Un ciudadano estadounidense en una gira de orientación de la JSA [siglas de Joint Security Area, Área Conjunta de Seguridad] cruzó, sin autorización, la Línea de Demarcación Militar hacia la República Popular Democrática de Corea (RPDC). Creemos que actualmente se encuentra bajo la custodia de la RPDC y estamos trabajando con nuestros homólogos del ejército de Corea del Norte para resolver este incidente”. El Área Conjunta de Seguridad es la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas.
El citado mando de la ONU supervisa la franja sur de la JSA, el único punto de la frontera en el que las tropas surcoreanas y norcoreanas pueden verse las caras. Cruzar la división entre los dos países —que formalmente continúan en guerra después de que en 1953 firmaran un armisticio en lugar de un tratado de paz— está prohibido por ambas naciones.
Según la cadena estadounidense CBS, el soldado estaba en el proceso para su devolución a Estados Unidos por motivos disciplinarios cuando, por razones que no están aún claras, se escabulló una vez había pasado el control del aeropuerto y se unió a un tour por la frontera con el vecino del norte.
Los diarios surcoreanos Donga y Chosun Ilbo, citando a fuentes del ejército surcoreano, aseguran que el hombre saltó “de repente” la línea de ladrillos que marca la división entre los dos países, ante el asombro del grupo de viajeros que lo acompañaba en Panmunjom, la aldea donde las dos Coreas firmaron una tregua en 2018. Esta localidad está situada dentro de los 248 kilómetros de longitud de la fortificadísima Área de Seguridad Conjunta. El área está supervisada, a un lado, por el mando de la ONU, y al otro, por militares norcoreanos. En la aldea no vive ningún civil.
Se trata de una demarcación de 800 metros de ancho, una especie de tierra de nadie donde se producen los encuentros entre ambos países en la frontera a la altura del paralelo 38 que los separa desde 1953. Ese lugar ha sido también el escenario de numerosas reuniones de alto nivel, como la del expresidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un en 2019. También es una popular atracción turística que convoca curiosos de todo el mundo para ver con sus propios ojos uno de los últimos testimonios de la confrontación de bloques de la Guerra Fría.
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El Ministerio de Defensa de Corea del Sur dijo que no tenía ninguna información sobre el incidente. Tanto el Estado Mayor Conjunto surcoreano como el portavoz del ejército estadounidense estacionado en Corea del Sur indicaron que no había por su parte más que añadir a la declaración emitida por el Comando de la ONU. “Estamos investigando lo ocurrido”, se limitó a expresar el coronel Isaac Taylor, portavoz del Comando de la ONU, recoge Reuters.
Un momento delicado
El cruce de este martes se produce en un momento delicado en el que la tensión a ambos lados del paralelo 38 parece elevarse por momentos. Horas después de confirmarse la entrada del soldado estadounidense en territorio norcoreano, el ministro japonés de Defensa, Yasukazu Hamada, informó de que Pyongyang había lanzado dos misiles balísticos hacia el este, que cayeron fuera de la zona económica exclusiva de Japón.
La semana pasada, Corea del Norte lanzó un misil balístico de largo alcance hacia Japón, y también en esta misma jornada llegó al puerto surcoreano de Busan (a 450 kilómetros de Seúl) un submarino estadounidense equipado con misiles balísticos nucleares. Washington no enviaba este tipo de armamento a su socio surcoreano desde 1981. Se comprometió a ello el pasado abril, con el objetivo de reforzar la llamada “disuasión extendida”, con la cual busca convencer a Pyongyang de no seguir adelante con el desarrollo de armas de destrucción masiva.
La advertencia de viaje del Departamento de Estado de EE UU prohíbe a sus ciudadanos entrar en Corea del Norte “debido al continuo y grave riesgo de arresto y detención prolongada de ciudadanos estadounidenses”. La prohibición viene de 2017, a raíz de la muerte de Otto Warmbier, un estudiante universitario oriundo de Ohio, que viajó a Pyongyang por turismo en 2015 y que fue arrestado y acusado de subversión. El joven de 22 años fue condenado a 15 años de prisión con trabajos forzados por intentar robar un cartel propagandístico de su hotel. Murió en 2017, seis días después de ser repatriado a Estados Unidos en estado vegetativo. Washington no presta servicios consulares en Corea del Norte y las relaciones diplomáticas entre ambos países están rotas.
Corea del Norte lleva completamente cerrada desde el inicio de la pandemia, pero hasta enero de 2020, el régimen de Kim Jong-un permitía el acceso de grupos turísticos, aunque siempre en visitas organizadas por una agencia aprobada por el Gobierno.
Se calcula que, desde el final de la Guerra de Corea (1950-1953), más de 30.000 norcoreanos han huido de su país, buscando un porvenir alejado de las dificultades económicas y la represión política. Son raros los casos de estadounidenses u otros occidentales que desertan a Corea del Norte, aunque también los ha habido.
Durante la Guerra Fría, hubo un pequeño grupo de soldados estadounidenses que huyó a Corea del Norte, entre los que se encontraba Charles Jenkins, quien desertó de su puesto en Corea del Sur en 1965 y huyó a través de la JSA. Su historia ha aparecido retratada en varias películas de propaganda norcoreana. Jenkins se casó con una estudiante de enfermería japonesa que había sido secuestrada por agentes norcoreanos y murió en Japón en 2017. En 2018, Pyongyang liberó a los tres últimos detenidos estadounidenses de los que se tenía constancia como parte de un amago de acercamiento entre los dos gobiernos, un deshielo que no llegó a prosperar.
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