El Gobierno de Guillermo Lasso se despide anticipadamente dejando un país en llamas. El escenario de terror inició el sábado 23 de julio en la Penitenciaría del Litoral que está en Guayaquil y se extendió hasta la tarde del martes con balaceras y bombas que dejan hasta el momento un saldo de 31 personas descuartizadas y quemadas y 14 heridas. Las Fuerzas Armadas ingresaron al recinto carcelario después de que el mandatario firmó un decreto de estado de excepción para todas las prisiones del país.
La del Litoral fue la mecha que encendió a otras 13 cárceles donde los presos se declararon en huelga de hambre y secuestraron a más de 100 guías penitenciarios. Cuando se cumplía el cuarto día de amotinamiento, la violencia en las cárceles traspasó los muros hacia las calles. En Guayaquil un bus y un carro fueron incinerados. Quienes viven alrededor de la Penitenciaría llevan tres noches de insomnio, despertando con las balas incrustadas en los pisos y en los techos.
En Esmeraldas, una ciudad al norte de Ecuador, una persona resultó herida por el estallido de una bomba molotov en la Fiscalía, informó la institución. Las amenazas de explosivos se extendieron a las gasolineras de la ciudad y las balaceras dejaron encerrados a padres y maestros de una escuela, que se lanzaron al piso, intentando cubrir las cabezas de los niños mientras las ráfagas de balas se escuchaban de fondo. La ciudad murió por completo al mediodía. Los negocios cerraron, los que pudieron se fueron de la provincia y los demás volvieron al encierro en las casas. La ciudad de playa, de pescadores, en la que siempre se escucha una marimba, quedó vacía.
Las autoridades locales se reunieron en la tarde y dispusieron lo de siempre, más policías, la suspensión de clases para los estudiantes y el teletrabajo para algunas entidades públicas. Para la noche, según el Servicio de Personas Privadas de Libertad (SNAI) la huelga de hambre en las 13 cárceles se levantó y los guías fueron liberados.
Pasaron tres días para apaciguar las cárceles que su crisis inició por la ruptura de una alianza entre las bandas Tiguerones y Lobos, que son un brazo ejecutor del cartel mexicano Jalisco Nueva Generación. Cada uno de estos grupos tiene pabellones en su poder y el fin de la alianza ha desencadenado un enfrentamiento armado entre ambos grupos delictivos que superan las capacidades de agentes penitenciarios de esos pabellones, reconoció el Gobierno en el decreto firmado este martes con el que Lasso autorizó a los militares unirse al operativo que realizaba la Policía desde el sábado.
El Gobierno calificó de exitoso el operativo para que se detuviera la masacre que cuenta hasta ahora con 31 presos asesinados. “Fue un operativo contundente, en apego al respeto de los derechos humanos”, dijo en un video publicado en Twitter Guillermo Rodríguez, director del SNAI (esa es la única forma en la que se accede a información oficial). “El propósito se está cumpliendo, en tiempo rápido, se ha demostrado lo planificado y organizado del operativo”, añadió Rodríguez, tres días después de que iniciara la masacre en la Penitenciaría, la cárcel más peligrosa de Ecuador, donde se han dado siete masacres desde el 2021, y en la que bajo el cuidado del Estado se han asesinado cruelmente a 257 personas privadas de libertad.
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