El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha confirmado este lunes en Escocia (Reino Unido) la apuesta por ampliar la extracción y producción de gas y petróleo en el mar del Norte, con la oferta de 100 nuevas licencias de explotación con las que se aleja de los objetivos de la lucha contra el cambio climático. Ante las elecciones generales previstas en 2024, para las que el Partido Conservador continúa hundido en las encuestas, Sunak ha decidido jugarse la carta de la reelección a un envite que, pese a sus promesas, pone en cuestión el compromiso de lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en el horizonte de 2050.
El cálculo político de Sunak, cuya trayectoria no se ha caracterizado por exhibir credenciales particularmente verdes, es que la preocupación del votante medio por el coste de la vida decante la balanza a su favor, especialmente cuando la inflación en el país ronda testarudamente el 8%. La estrategia, sin embargo, entraña el riesgo de que el debate sobre el cambio climático, tras los incendios en el sur de Europa y la ola de calor que ha convertido junio en el mes más caluroso de la historia del país, provoque un vuelco en las prioridades de los electores.
Sunak se ha anticipado a las críticas al sostener que el objetivo de cero emisiones contaminantes a mitad de siglo sigue en pie, pero aclara que debe alcanzarse de una manera “pragmática y proporcionada”. En un mensaje apenas velado a quienes exigen el fin inmediato del consumo de combustibles fósiles, el dirigente conservador ha recordado que el gas y el petróleo seguirán siendo parte del mapa energético británico. En la actualidad, cubren tres cuartas partes de la demanda energética, por lo que la clave, según el primer ministro, no es tanto revocar el aprovechamiento de los recursos propios, sino promover medidas para reducir su impacto sobre el cambio climático.
Por ello, junto al anuncio de las 100 nuevas licencias que se concederán a partir de septiembre, un volumen elevado bajo estándares históricos, Sunak ha anunciado un paquete de 20.000 millones de libras (unos 23.300 millones de euros) para proyectos de captura de emisiones dañinas. Esta compleja tecnología, aún el desarrollo, pretende evitar que los gases de efecto invernadero lleguen a la atmósfera, para lo que son almacenados y generalmente enterrados, en muchos casos, en los fondos marinos.
El primer ministro confía en que la suma de nuevas licencias y captura de gases contaminantes sea suficiente para evitar que el plan anunciado este lunes dañe la marca tory en un contexto de declive electoral. Una encuesta reciente de YouGov revelaba la paradójica percepción de la sociedad británica en materia de lucha contra el cambio climático: siete de cada diez votantes apoyan el objetivo del Gobierno de cero emisiones netas, pero el 55% admite que no estaría dispuesto a apoyar las medidas necesarias si suponen “costes adicionales” para la ciudadanía.
El impacto de la invasión de Ucrania sobre las facturas domésticas ha elevado la reticencia del británico de a pie a asumir el impacto económico de la transición ecológica, por lo que el anuncio de este lunes traza uno de los campos de batalla de unos comicios que pondrán a prueba 14 años de dominio conservador. Los laboristas, líderes en los sondeos, pero con una distancia decreciente, han descartado nuevas licencias en el mar del Norte y Sunak ha demostrado estar dispuesto a convertir esa posición en arma electoral de los conservadores.
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En el anuncio en sus redes sociales, Sunak condena el veto de la izquierda a las licencias y sostiene que fuerza al Reino Unido a depender íntegramente de las importaciones. Llega incluso a decir que la negativa laborista de ampliar la explotación de gas y petróleo “protege empleos rusos”. El mensaje es que el laborismo “arriesga la seguridad” del país, mientras los conservadores “protegen los trabajos británicos” y “refuerzan la seguridad”, facilitando “más energía al Reino Unido desde el Reino Unido”. Todo ello sin amenazar, según él, el objetivo de cero emisiones netas en 2050.
El mantra que los conservadores quieren que cristalice es que el plan de Sunak no añade cargas económicas a las familias, mientras que el de su rival político incluye 28.000 millones de libras anuales para desarrollar la infraestructura necesaria para energías más limpias. El premier espera que su apelación al “pragmatismo” convenza de que es posible combinar el desafío de reducir la dependencia de combustibles fósiles sin que le cueste dinero a la ciudadanía, y para ello tira de argumentos de digestión fácil: “Prohibirlo todo no es la respuesta al cambio climático”.
El primer ministro ha tenido que hacer frente este lunes a preguntas incómodas sobre su compromiso, dada su conocida querencia a usar el avión o helicóptero para moverse por el Reino Unido. ”Es un uso eficiente del tiempo de la persona que gestiona el país”, ha defendido, y ha insistido en que la producción nacional es crucial, tanto para reducir la dependencia energética de “dictadores” como para evitar las emisiones que genera la importación a suelo británico. El razonamiento, no obstante, entraña problemas, cuando organismos como la Agencia Internacional de la Energía insisten en que la ambición de cero emisiones a mitad de siglo pasa por dejar de conceder de inmediato nuevas licencias de explotación.
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