Es la expresión del alivio, del por fin, de la recompensa no a 90 minutos, ni a 120, sino a toda una vida de intentarlo sin encontrar el premio. Jenni Hermoso y Alexia Putellas, en el banquillo español, celebran este triunfo sobre Países Bajos, estas primeras semifinales en un Mundial, con cicatrices de intentos fallidos en la piel.
Se abrazaron en el corrillo del final, compartieron lágrimas con otra del grupo que sabe mejor que nadie lo que se ha sufrido para llegar hasta aquí, Irene Paredes. Las tres, tridente y espina dorsal de una España que enamora, ilusiona y levanta al personal a las tres de la mañana de un viernes, han pasado por una selección en pañales, por la evolución en los entrenamientos, por la revolución en los banquillos, por los motines en los vestuarios.
Y ahí están, celebrando ese premio que no dicen merecer, sino que creen haberse ganado con empeño y superando golpes en el camino. «El fútbol -decía Jenni Hermoso emocionada ante la prensa– es como la vida, te da palos y te puedes levantar o te quedas atrás«. No se ha quedado atrás y celebra, como Paredes y Alexia, unas semifinales mayúsculas en un Mundial y en la treintena.
«Estoy mejor que nunca», se expresa la madrileña, que se acordó de cuando jugaba en el patio de casa, de su abuelo que la llevaba a ver al Atlético de Madrid, de su familia y de todos esos momentos en los que creyó que, por mucho que se empeñara, no llegaría nunca.
«Aunque lo pelees y lo trabajes no siempre te vienen las cosas de vuelta. Hemos tenido, no lo quiero llamar suerte porque hay mucho trabajo, pero que se decante a favor hoy… me hace muy feliz», comentaba también Paredes.